Hay temas que, entre mis diversos grupos de amigos, generan indefectiblemente controversia. Y la Iglesia Católica es uno de ellos. Yo, que llevo un tiempo así como especialmente broncas, tuve el otro día un desencuentro con un amigo hablando sobre el Papa. Nos hacía gracia a todos el hecho de que un Papa tan conservador, tan carca, se abriera cuenta de Twitter y nos hacía todavía más gracia el palabro que había escogido para darse nombre; Pontifex. Sé que ya se ha escrito todo acerca de las evocaciones que provoca la palabrita; desde un producto para limpiar la cocina, hasta un instrumento sado-maso, pasando por un nuevo aparato que te deje el abdomen mejor que el Ab-Shaper de Chuck Norris.
Pero, claro, el debate no vino sobre el nombrecito. La discusión se abrió porque a mí me pareció curiosa tal demostración de modernez en una Iglesia que habitualmente es muy regresiva. A mí lo que me sorprende, dije, es que esta involución se haya producido precisamente en el siglo en el que el mundo ha avanzado de una manera más vertiginosa. No sé si alguien ha hecho cálculos, pero probablemente la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI hayan sido los años en los que una mayor cantidad de cosas han evolucionado a mayor velocidad. Y ha sido justo en estos años en los que la Iglesia Católica ha dado un sinnúmero de pasos hacia atrás o, por lo menos, no ha seguido dando pasos hacia adelante. Porque, y aquí es cuando abrí el melón, a mí me parece que la Iglesia ha estado siempre en la vanguardia de la comunicación durante siglos. Fue la Iglesia la que en los primeros tiempos del cristianismo buscó la manera, con rudimentos, de llevar el mensaje de Cristo a todo el mundo. Fue la Iglesia la que utilizó y promovió las nuevas técnicas de pintura, de escultura, de arquitectura, de música y de edición de libros para llevar el mensaje de Cristo a la mayor cantidad de gente posible y de la manera más atractiva posible. Y hombre, no le fue mal la cosa al mensaje de Cristo.
Mi amigo defendía que la Iglesia ha sido siempre regresiva y que no es nada sorprendente el hecho de que lo sea en el Siglo XX. Y para ello me ponía ejemplos como el de Galileo y otros tantos como él. Y claro que la Iglesia se ha equivocado setecientos millones de veces, pero eso no choca con el hecho de que han ido siempre utilizando las técnicas que tenían a mano para comunicar mejor. Excepto en los siglos XX y XXI. Estamos en la era de la comunicación audiovisual y las misas siguen siendo un tostón realmente indigerible, incluso cuando el cura que la celebra es un gran comunicador. ¿Es que nadie se ha dedicado a intentar darle una vuelta para adaptarse y hacer algo más entretenidas las misas? Podrían tomar ejemplo del circo, y que se me perdone la irreverencia. Pero si se comparan los tempos del circo de hoy con los de mi infancia, se aprecia que los profesionales se han dado cuenta de que, o metían en su espectáculo un ritmo televisivo, o estaban muertos. Y lo han hecho. La Iglesia, no. Yo no estoy pidiendo que hagan happenings. Estoy reclamando que se den cuenta de que las misas de 1980 (y no digo las de 1950) están muertas como medio para llegar a la gente. Y deberían ponerse las pilas, porque ya nadie te mira mal por no ir a misa. La Iglesia Católica ya no es hegemónica y tiene una competencia feroz de otras confesiones que le están comiendo el terreno. Y, lo más vanguardista que se les ocurre, es sacar un canal de televisión en el que, a las doce, cortan la programación para emitir una misa. Magnífico.
Si lo de tener un canal como 13TV es para que disfruten las personas mayores católicas de España, no tengo ni un pero que poner. Ahora, si lo que pretenden es llevar el mensaje de Cristo a los no convencidos, y lograr que la voz de la Iglesia se escuche de veras, están haciendo un pan como unas tortas.
Pero vamos, discusiones con mis amigos aparte, no es el único problema de mi Iglesia. Yo, por ejemplo, creo que si Jesús viviese hoy estaría indudablemente al lado de los enfermos de SIDA, es un poner, y haciendo campañas para el uso del preservativo. Y hay miles de curas y monjas dejándose la piel con los que sufren, pero, no sé por qué, me cuesta imaginarme a Benedicto XVI, o, viniendo más cerca, a Monseñor Rouco Varela repartiendo condones por las calles de Madrid.
Tuve el mismo pensamiento cuando vi al papa presionar la pantalla de su tablet. ¿Cómo es posible que esta iglesia tarde 5 siglos en reconocer que se equivocó con el pobre Galileo? Mientras sus primos hermanos los anglicanos ya tienen curas y obispos hembras y están a punto de admitir gays en su jerarquía, esta iglesia más romana que católica sigue tan carca como puede. Digo que es más romana que católica porque tiene todos los vicios de la vieja Roma y no tiene nada de católica que quiere decir universal. Hay ceves que pienso que nunca cambiará, aunque quizá cambie en unos siglos más. Como yo no lo veré, seguiré fuera de este club tan exclusivo, no es para mi.
Gracias Rafael. Mira, estaría bien abrir otro día el debate caprino sobre lo de la ordenación de mujeres y de personas casadas. Yo creo que así rejuvenecerían la plantilla y reducirían uno de sus principales problemas; que se están quedando sin curas. El problema es que no lo ven. Bueno, no lo ve la Curia. Porque en cuanto hablas con sacerdotes de aquí y de allá te dicen que es obvio que tienen que hacer algo porque se les va la clientela, pero los obispos, cardenales y la curia vaticana están encantados de haberse conocido… un abrazo.
Carlos,
Siendo «culpable» de «desconectar» en muchas ocasiones durante la Misa, especialmente en el rito de la Eucaristía, yo distinguiría entre, por un lado, las actividades «PR» de la Iglesia Católica, encaminadas a la difusión/Evangelización en las sociedades occidentales y, por otro, el rito de la Santa Misa.
En el primer caso, estoy bastante de acuerdo. En general, tanto la Iglesia como sus ramificaciones tienen mucho que aprender de la «tecnología» actual de «PR». Sin embargo, y para ser justos, hay que reconocer mejoras como las que se pueden ver en las Jornadas Mundiales de la Juventud, ediciones para jóvenes del Catecismo (el YOUCAT), puestas en escena de «los Kikos» y similares. Se ve un intento de la jerarquía Católica de mejorar en este aspecto pero claramente insuficiente. No has entrado a la yugular del tema citando «Radio María»…..
Otro tema, más peliagudo sería la pertinencia de darle la vuelta al rito de la Santa Misa para adaptarla a los «estándares» actuales de «PR». Este no es un tema baladí porque en él se entrecruzan consideraciones del tipo: El rito de la Santa Misa es una tradición que viene de los primeros Cristianos. El objetivo de la Santa Misa no es el de «evangelizar» sino el de renovar el Sacrificio de Cristo en la Cruz. La Santa Misa lo que pretende es el recogimiento y encuentro espiritual con Dios y no «el jolgorio» y «cumballá», etc, etc etc. También sería justo reconocer que, a raíz del Concilio Vaticano II, se dio un salto tremendo con los consabidos cambios a las lenguas vernáculas, participación del pueblo y demás.
En fin, un tema apasionante que merece la discusión entre todos a los que nos importa y concierne.
Gracias Oscarvil. Claro que sé que la misa es un rito que debe mantener unas ceremonias y unos espacios de reflexión. Indudablemente. Por eso yo no pedía happenings. Pero ¿qué tal cambiar la disposición espacial del cura y los fieles? ¿Qué tal permitir la participación de la gente? Y no estoy hablando de hacer misas asamblearias. ¿Qué tal reducir el ingente número de respuestas automáticas a fórmulas que el sacerdote va soltando como un discurso aprendido? Ese tipo de comunicación repetitiva podía tener sentido cuando la gente no sabía leer ni escribir y cuando no había más medio de comunicación que la palabra pronunciada en una iglesia con una acústica que permitía que al cura le oyeran cientos de personas. Pero hoy creo que debería cambiar la misa e intentar hacerla menos automática y más participativa, manteniendo por supuesto los momentos solemnes, que los debe haber.
A mi el nombre de Pontifex nome suena a nada de eso pero me hace gracia la asociación de ideas. Pontifex no es otra cosa que «pontifice» en latín. La verdad, era un @ bastante previsible. Y a mí lo que me sorprende de verdad es que un hombre de 75 años se interese por hacer llegar el mensaje del Amor, con mayúsculas, a todo el mundo a través de twitter. Por cierto que a los cinco días de empezar tenía 2,4 millones de seguidores… ¿ver para creer?.
Gracias, Pepitín. Coño, ya sé que Pontifex es Pontífice en latín. Que de algo me sirvieron mis 3 años de latín y dos de griego. Pero reconoce que hay nombres que, en latín o latinizados ganan (hay miles de marcas que se latinizan), pero lo de Pontifex en el mundo actual suena fatal. Y, por cierto, ya le gustaría a Benedicto XVI tener 75 años; cumplirá 86 en 2013… 😉 Y otra cosa, con la publicidad que le estamos dando entre todos, y siendo el líder de la Iglesia Católica, 2,4 millones, me parecen pocos. Quizás si fuese menos carca, le seguiríamos unos cuantos más. Un abrazo.
Yo veo las cosas bastante diferentes (afortunadamente para ti, que no eres viejo ni tienes la vista estropeada). Creo que el problema es mucho más grave. Los de mi edad vivimos una época de auténtica esperanza en la regeneración (el “aggiornamento”, como le llamó Juan XXIII, el Papa que más me convenció y que renovó muy profundamente los ritos). Desde luego, fue visto con auténtica ilusión por la mayoría de jóvenes… y con recelo resabiado de todos los conservadores. Un par de papados después, según algunos, Juan Pablo I quiso volver a la misma línea… y alguien se lo cargó con un cafelito de nada, sin que pudiera ni hacerse la autopsia (como si hubiera sido el primer Papa envenenado o asesinado). Coetáneos míos muy cercanos a ti y actualmente descreídos, lloraron la muerte de Juan XXIII.
Quedaron los Jerarcas imponiendo la línea conservadora, que en ello les iba el cargo. Yo había tratado con muchos obispos (algunos hasta campechanos); a los pocos años, ni uno de ellos se atrevía a hablar mal se los Kikos, del Opus, de los Guerrilleros de Cristo o de otras tendencias que, en tiempos de Juan XXIII, estaban calladas y agazapadas. El Concilio Vaticano II pasó a ser algo de los que no se hablaba… y especialmente se ha ido desvirtuando la Constitución sobre la Liturgia, la primera que se promulgó.
En estos momentos, yo te recomiendo que, aunque sea buscando con lupa, vayas a misas en las que se viva de verdad la fe. Vis á vis te daría alguna pista. En un blog de internet no, porque me arriesgo a quedarme sin “suministradores” fidedignos.
Por cierto: “Pontifex” o Pontífice, etimológicamente, significa “el que hace de puente” (entre Dios y los hombres). A mí se me queda algo pretencioso.
Gracias Padrino sr. Afortunadamente (aunque tratándose de este tema debería decir Gracias a Dios) vamos cada domingo a unas misas realmente útiles y con sacerdotes que están en el mundo de 2012 y no en el de 1950 o anterior, que es en el que parece que están muchos de los curas que hablan desde los altares. Aún así, como dices, el problema es que ese conservadurismo está metido en el Vaticano de una manera tremenda y yo no creo que vaya a salir en breve. De hecho, al menos para mí, el día en el que Ratzinger fue elegido debo reconocer que, al oír su nombre, se me agarró una punzada de angustia en el estómago porque me pareció más de lo mismo o peor. Yo confío en que el que sustituya a Benedicto XVI sea alguien joven de cuerpo y de mente. O por lo menos de mente.
El título de Pontifex Maximus, que es uno de los muchos que tiene el Papa, es, como todos ellos, «heredados» de los antiguos romanos. Como tantas otras cosas, la Iglesia primitiva se «coló» en los títulos, fiestas, calendario, etc pagano y los cristianizó.
Por eso la Navidad se celebra el 25 de diciembre (último día de las Saturnales, fiesta muy importante de los romanos, en que se celebraba el renacimiento anual del dios Sol) o la Semana Santa se celebra el primer domingo después de la primera luna llena despúés del equinoccio de primavera (coincidiendo con las fiestas de un dios egipcio con muchos seguidores en Roma, ahora no recuerdo el nombre).
Bueno, pues el cargo religioso supremo de los romanos era el Pontifex Maximus, y era el jefe del Colegio de Pontífices. A partir del emperador Augusto fue uno de los títulos de los emperadores.
Más cosas, los romanos dividieron el imperio en algún momento del siglo IV en partes más grandes que provincias, curiosamente llamadas diócesis…
La Iglesia primitiva lo que hizo fue calcar el modelo territorial de Roma, poniendo un obispo (por cierto, episcopoi – obispo en griego, quiere decir vigilante) pegadito a cada gobernador, de modo que cuando el imperio cayó (el poder civil, por decirlo de alguna manera) la gente del pueblo llano siguió viendo una figura con reminiscencias familiares (el obispo) rellenando el hueco dejado por el gobernador.
Es fascinante.
Pues eso, que la cosa viene de muuuuuy antiguo.
Abrazos.
Como diría Juan Caño, Amén. Gracias Copi, por leerte la cabra y por hacer un comentario tan instructivo. Un abrazo.
Amén
Gracias Juan por leerme y por comentar. Concisamente, pero comentas. Un abrazo
Pues mira, a mi, q suscribo lo d no tragar la Iglesia institución, me ha abierto los ojos lo q es evidente y yo no había verbalizado: el arte sacro en sus diversas formas. Mira q espabilao ha salido el Carlitos!. O q espesa la Cuquita!. Besos
Gracias, Cuca por leer y comentar. Y que vas a estar espesa tú!!! Besos