Las masas están claramente sobrevaloradas. Las únicas veces en las que se debe hacer caso a lo que dicen las mayorías es en los procesos democráticos, pero, quitando las votaciones, en general, las masas me ponen nervioso. No voy a decir aquello de que “la democracia es el menos malo de los sistemas” porque pensamientos como este acaban abriendo la puertecita a esos mesías que, desde que la humanidad existe, deciden que van a venir a salvarnos a los demás. No. La democracia es un sistema magnífico en el que, de vez en cuando, se cuelan hideputas que la pervierten y dan munición a los que están deseando pasarse al pueblo por el arco escrotal.
Digo esto porque me sorprende la importancia que le damos, fuera de los procesos democráticos, a las supuestas opiniones de “la mayoría”. Me hace gracia la cantidad de políticos que utilizan frases como “mucha gente exige”, “el pueblo pide”, “los ciudadanos reclaman” para apoyar sus argumentos. Pero nunca explican de dónde han sacado el material demoscópico con el que nos deleitan. También tenemos nuestra parte de culpa los periodistas que mostramos una tendencia admirable a convertir en general lo que suelen ser comportamientos de tres o cuatro orates sin demasiada masa cerebral en funcionamiento. Por ejemplo, un equipo, después de una mala racha, pierde un partido muy señalado y, al salir de los vestuarios, se quedan quince o veinte aficionados a llamar de todo al entrenador, a los jugadores y/o a los directivos. Pues normalmente, esos periodistas, en vez de decir: “15 ó 20 aficionados increparon a”, suelen decir “la afición abuchea a”. ¿Representan 15 ó 20 exaltados a la afición de un equipo? Yo creo que no. Del mismo modo que 20, 200, 2.000 o incluso 200.000 personas diciendo cosas en Twitter, no representan a nadie. Ninguna cosa es mejor por el hecho de que la digan muchas personas a la vez. Ningún argumento es más válido porque, el que lo profiera, tenga un enorme megáfono. Pero en estos días de éxito de las redes sociales, partidos políticos, empresas e instituciones, varían sus estrategias en función de cómo se mueve Twitter o Facebook. Conozco empresas que han dejado de lado proyectos porque han recibido unos cuantos miles de menciones críticas en las redes sociales. Claro que también estuve hablando el otro día con un gran empresario español que me decía, y cito textualmente, que le importaba “tres cojones lo que digan los de Twitter”. Varios de sus subordinados y miembros de su consejo de Administración le invitaban a cambiar una decisión empresarial por la protesta de 100.000 twiteros en una de esas operaciones pseudomilitares de las redes sociales que nadie sabe quién arranca pero que tienen una eficacia sorprendente. El empresario dijo que no pensaba hacer ni caso, aguantó el chaparrón y hoy ni Blas se acuerda de lo que provocó aquel aluvión de mensajes contrarios.
Viene todo esto a cuento de lo que ha sucedido en las redes sociales con el asesinato de la presidenta de la Diputación de León a manos, supuestamente, de una señora que quería vengar el despido de su hija. Hubo dos imbéciles muy imbéciles, curiosamente ambas concejalas gallegas del PSOE, que soltaron bilis en las redes sociales contra la muerta. Una diciendo que “el que siembra vientos, recoge tempestades” y, la otra, afirmando que este asesinato debía poner en guardia a otros líderes del PP y soltaba: “Tiembla Bauzá” en referencia al Presidente de la Diputación de Pontevedra. Estos dos comentarios y otros miles de personas con evidentes problemas de socio y psicopatía, han llevado a decenas de comentaristas a advertir un ambiente general de inquina y de pre-guerra civil que a mí me parece una desmesura. Es cierto que comentarios como los de las dos concejalas dan una idea de lo que ellas habrían hecho de 1936 a 1939 con sus rivales políticos, pero creo que esa insistencia en decir que estamos en un clima de pre-guerra es una demostración terrible de desconocimiento de lo que sucedió en el 36.
Es cierto que estamos mal, es verdad que hay mucha gente desesperada, que abundan los representantes políticos infames y que a veces dan ganas de poner una guillotina en la carrera de San Jerónimo, pero estamos infinitamente mejor que en 1936. Lo único que tenemos que hacer es recordarle a nuestros políticos que somos nosotros los que mandamos. Que los podemos mandar a esparragar cuando nos dé la gana. Y una ocasión magnífica para hacerlo son las próximas elecciones europeas. A mí me gustaría que estos comicios, aunque no tengan que ver exclusivamente con España, los utilicemos los ciudadanos para gritar sin gritar nuestro cansancio. ¿Y si en vez de mostrar nuestro cabreo no yendo a votar, lo mostramos dejando de votar como autómatas a los dos partidos hegemónicos? Quizás así no arreglemos nada, pero les íbamos a dar un aviso a navegantes con mucho mayor valor que las mamonadas que se escriban en Twitter y en Facebook, por mucho que quien las diga haya sido elegido como concejal.
Dos cabras seguidas sobre el mismo tema da una pista del problema que tenemos encima. Las portadas del ABC con una arroba convertida en serpiente, analogía clara de que para ellos, todo el que no comulga (nunca mejor dicho) o les critica en público «es ETA». Nuestros políticos no entienden el mundo en el que están viviendo y así nos va. Ni la izquierda ni la derecha entendieron el mensaje que les lanzaba el 15-M, y mira que era fácil. Y ahora quieren legislar para que no opinemos en las redes sociales. Lo siguiente será prohibir las charlas de bar. Varias asociaciones judiciales han tenido que salir a recordarle al gobierno que «no se puede equiparar la mala educación con el delito». http://www.eldiario.es/politica/asociaciones-judiciales_0_260374279.html
Y Cañete y Valenciano tirando por el suelo el share de TVE con su catarata de sandeces mal preparadas. Ojalá nos invadiera Europa. O que nos compren y nos sometan a esclavitud. Que alguien nos libre de estos impresentables.
Gracias, Josesain. Lo de legislar para las redes sociales, es como poner barreras de hielo en medio del océano en pleno verano para contener un ataque naval. O sea, una «grandiose gilipolluá».Y lo de los políticos, pues qué quieres que te cuente. Yo espero que no nos invada Europa, pero igual una cosa así nos arreglaba porque, en un montón de aspectos, seguimos siendo la España del pícaro y del señorito. Un abrazo.
Siempre que comento algo en este blog es para darte la razón, Carlos. Y, para no caer en una errata, vuelvo a dártela. Desde luego, mi voto será para alguien que no sea del PP-PSOE.
Lo que no sé es la eficacia de tal voto (aunque creo que será nula). El sistema actual, la Ley de Hont, la inmunidad de los políticos, la protección contra la Justicia, los sueldos fabulosos… están tan bien orquestados que no creo que se pueda luchar con ellos pacíficamente.
No me quedan años ni tengo experiencia política; pero quizá la única vía pacífica de subversión de castas y privilegios injustos sea el fomento de las Asociaciones de todo tipo: especialmente, de las que más puedan influir en el pensamiento. Y, a lo mejor, hasta Twiter – al que no pertenezco – podría ser un medio de aglutinar pensamientos y sentimientos contra el despotismo de la clase política.
Tú podrías, muy bien, empezar a nuclear algo sensato. Tu santa te podrá ilustrar mejor sobre cómo se inicia una cristalización.
Un abrazo,
Querido Carlos,
Tu reseña es de un sentido común aplastante -como son todas las que escribes-.
Pero en este caso y por ser periodista, no puedo menos que corroborar que a veces generalizamos comportamientos de minorías. Aunque en mi caso la mayor parte de las veces que comentamos en la radio estos hechos, se nos olvida puntualizar que son pocos y «locos», válgame el pareado, los que secundan determinados comportamientos anti democráticos y amorales.
Gracias por tu reflexión, Carlos.
Gracias, querida Candela, por leerme y pensar que esto tiene sentido común. Lo que no tiene sentido es lo de nuestros políticos. lo de generalizar, por desgracia, nos pasa a nosotros y a casi todo el mundo. Un beso.
En la web o en la calle eso de que es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y confirmarlo que decía el bueno de Twain es totalmente aplicable, las dos gallegas protagonistas de tu post deben decir el mismo nivel de chorradas en twitter que al entrar en un bar, si su partido las pusiese en la puta calle (como el PP al bobo de Cañete), ya verías tu como la próxima vez la siguiente lumbrera se guardaba el móvil en el bolsillo.
Sobre lo de votar?, pensaba, pero resulta que me ha salido un asunto en Lisboa el sábado y ya puestos me quedo el domingo para comer un bacalhau y me da a mi que para cuento llegue a Madrid ya estarán en la radio todos los partidos diciendo que han ganado.
Gracias, Rafa. Lo malo es que yo creo que en los partidos no hacen esas cosas porque saben que hoy es por ti y mañana por mí. Yo, si finalmente voy a Lisboa, intentaré volver para votar. No diré a quién, pero desde luego intentaré que las cosas empiecen a cambiar con mi voto. Un abrazo