GENERALIZANDO

¿Somos los periodistas unos hijos de puta? ¿Son los funcionarios unos vagos? ¿Somos los andaluces gente poco seria y los empresarios unos explotadores? ¿Son los judíos avaros, los catalanes rácanos y los políticos unos corruptos?
Pues, hombre, todos no. No sé qué ocurre para que, frecuentemente, tendamos en las conversaciones poco importantes a meter en el mismo saco a todos los miembros de colectivos que están bajo sospecha. Y esto no lo digo como defensa de ninguno de ellos, sino como una constatación de que tendemos a pensar que lo que nosotros conocemos es lo general y solemos olvidar que puede que, más allá de nuestras narices, existan otros mundos sin conocer. Lo que pasa es que no es raro que esas generalizaciones escondan verdades que a los vilipendiados nos escuecen.
Digo esto porque hace unos días discutía con un familiar sobre los funcionarios. Estábamos cenando en mi casa y yo hablé de una persona con la que traté ese día que tuvo conmigo lo que yo califiqué como “comportamiento típico de funcionario”. Es decir; persona displicente, que te da la sensación de que le da lo mismo 8 que 80 y que no tiene el más mínimo interés en que tú, que eres su cliente, quedes satisfecho. Esa frase mía le generó un malestar sorprendente a este familiar que, por lo general, es un hombre ponderado y que se enfadó por el hecho de que yo metiera a todos los funcionarios en el saco de la vaguería, el desinterés, la desgana y la falta de profesionalidad.
Y es cierto que no TODOS los funcionarios son unos vagos e incompetentes, pero los empleados públicos deben asumir que, en unos tiempos de precariedad laboral tremenda y de paro inasumible para una sociedad supuestamente rica, el hecho de toparte con funcionarios vagos y/o incompetentes, te saque de quicio. Principalmente porque el vago y/o incompetente de la Función Pública, puede serlo hasta la jubilación sin temer que esté en riesgo su puesto de trabajo. Sé que ha habido ERES y recortes bestiales, pero es tristemente cierto que al funcionario vago y/o incompetente no se le puede echar ni con aguarrás.
También es verdad que no todos los periodistas somos unos hijos de puta. Pero yo, como periodista, debo asumir que a mucha gente le indigne el periodismo de pornografía sentimental que despelleja a seres humanos. Tengo que entender que genere rechazo la ligereza con la que en ocasiones acusamos, la falta de rigor con la que se hacen numerosas informaciones o la infinidad de noticias inciertas que se rectifican con un textito de 5 líneas, cuando a la información equivocada se le dio una portada a 4 columnas con foto del susodicho.
Y en ese saco de las generalizaciones debemos aceptar cada uno la parte del palo de la vela que nos toca sujetar. A mí me molesta mucho que se diga que los andaluces somos gente poco seria, pero, claro, luego ves cómo hacemos las cosas y te deprimes, porque a los que nos dicen eso les damos la razón casi a diario. Cuando constatas la cantidad de personas que hay viviendo de la sopa boba y la alegría con la que se reparte sin excesivo control el dinero público, tienes que bajar la cabeza y callarte.
Eso por no hablar de otro colectivo al que le cae últimamente la del pulpo; el de los políticos corruptos. Pero claro, mira uno las portadas de nuestros periódicos de los últimos 30 años y te das cuenta de que, en España, el que la hace, casi nunca la paga y que infinidad de políticos que se lo han llevado muerto se fueron a sus casas con algo de vergüenza en el orgullo, pero con el riñón bastante cubierto. Y, queridos políticos, si alguien generaliza con ustedes, se siente.
Estará muy mal generalizar, pero yo voy a terminar con una generalización que hizo anoche un amigo mío en otra cena mientras hablábamos de nuestras hijas, pre y post adolescentes. Dijo mi amigo: “Joder, es que nuestras hijas están poseídas por sus pelos”. Yo no pude terminar el trago de cerveza que me estaba llevando al gaznate porque estuve a punto de morir atragantado del ataque de risa que me entró. Generalizo y fantaseo: si el tiempo que, en los últimos años, ha dedicado mi hija la mayor al cuidado de su pelo lo hubiera entregado al entrenamiento de cualquier deporte, habría estado hoy muy seriamente en el camino de ser olímpica en Río 2016.