SPANISH TRUÑO

Pobres mis hijos. Les ha tocado un padre militante. Y no hablo de tener carnet de partido político (que podría yo ser presidente del Constitucional sin ningún problema); hablo de gente pesadita que, si decimos que algo se hace de un modo, lo mantenemos. A sangre. Ellos lo llevan más o menos bien. O eso dicen. Aceptan mis rarezas y saben que, en determinados temas, no les vale eso de “pues los padres de fulano…”
Por ejemplo, yo soy militante con lo de la piratería. Creo que las discográficas y las productoras de cine se han quedado en el pleistoceno y no saben aún por dónde les viene el aire, pero jamás he comprado cedés, ni películas en el top manta, ni me he descargado ilegalmente nada. Tengo amigos de esos muy progres que se la cogen con papel de fumar y que ponen a parir a todo el que defrauda de manera diferente a ellos, que tienen el ordenador lleno de música pirateada que no van a poder oír ni aunque vivan 350 años. Y cuando les dices que eso es robar, te miran muy dignos y te sueltan un rollo sobre los ejecutivos forrados de las multinacionales (cabrones) y no sé qué de stock options y precios abusivos, que les debe dejar muy suave la conciencia. Pero eso es robar. Y ya no te digo la que lías, si discutes esto con un amigo de derechas. El discurso de las multinacionales cambia por el de “losdelazeja” y esos artistas forrados (hideputas), esos izquierdistas de la gauche caviar y tal y tal y tal. La cuestión es que a izquierdas y a derechas, les parece estupendo disfrutar gratis de algo que cuesta dinero. Pero a mí no me parece bien. Por eso, cada mes, les dejo a mis 3 hijos comprarse, más o menos, lo que antes venía a ser un LP. Pueden gastar 12 euros mensuales cada uno en comprar música, que me sale a 36 euros por mes; unas 36 canciones. Entre todos son 400 títulos al año y, vaya, me parece que ya tienen para estar escuchando música buenos ratos.
Con esto mis hijos, mal que bien, me toleran. Pero se me están empezando a rebelar con otras de mis matracas, que es que vean cine español. Por definición, para mis hijos, no sé por qué, el cine español “es una mieeeeerdaaaa”. Yo les insisto en que no pueden ser tan burros como para meter a todo el mundo en el mismo saco, que también los yankees hacen malas pelis, pero que no todas nos llegan… No sé. Intento convencerles con películas extraordinarias antiguas y modernas, aunque me cueste la vida que sean capaces de tragarse una peli en blanco y negro. Luego se ponen y las disfrutan, pero se tiran los primeros diez minutos rezongando contra los ritmos narrativos en el cine antiguo. Ahora la mayoría de las películas se hacen a lo videoclip y, claro, métele al niño un plano secuencia de “Ciudadano Kane” diciéndole que es una cumbre de la cinematografía, que te manda a recoger caracoles al Ampurdán.
Pero a lo que voy, que me pierdo, es que me cuesta mucho convencerles para que se sienten con nosotros a ver cine español y, en las dos últimas ocasiones, pinché en hueso. La primera de ellas fue hace dos semanas. Teníamos grabada la película de “Alatriste” y les vendí la moto; “es una peli basada en las novelas magníficas de Pérez Reverte…” “La protagoniza Viggo Mortensen…” (esto molaba para mi hijo porque es Aragorn y para mis hijas porque es guapííííííísimo), “La escenografía y el vestuario son bestiales…” y conseguí sentarlos en el sofá después de la cena. Y menudo truño. Qué decepción. No sé si conocen ustedes la película o las novelas, pero a mí, leyendo los libros del Pérez Reverte, se me erizaban los pelillos de la nuca cada vez que aparecía en escena el malísimo Gualterio Malatesta. En la peli, Malatesta parece un ligoncete romano en horas bajas y mete menos miedo que Blanca Portillo que da tremenda grima vestida de fraile. La cuestión es que la película, que yo creía que podía ser la primera parte de una serie gloriosa, me condujo a un fracaso sin paliativos como padre hispanocinéfilo.
Pero el remate absoluto de mi caída como referente del celuloide para mis hijos llegó la semana pasada. Mi mujer estaba fuera y yo aproveché para hacer con ellos sesión de cine español. Habíamos grabado “El Artista y la modelo” de Fernando Trueba. Ante el anuncio, mis hijos comenzaron su letanía de “seguroqueesunrollo-elcinespañolesunabasura-¿porquénolavestúconmamá?”. Y yo ahí, imperturbable, diciéndoles que tuvo un premio en San Sebastián y que, aunque el comienzo era lentito, jamás había visto una película aburrida de Trueba. Coño, hasta que vi esta. A pesar de que salía una señora en pelotas casi todo el rato, aquel arranque de peli hay que reconocer que era un ladrillo y acabé acusando la presión de 6 ojos clavados en mí. Y a la media hora, cedí. Busqué con ellos entre las pelis grabadas y apareció Misión Imposible IV. Para qué decir más. En el rato en el que Jean Rochefort no había pintado ni media teta, Tom Cruise se había apiolado a 25 malos, había hecho caer rendidas de amor a 3 troncas espectaculares y había cambiado cinco veces el rumbo del futuro del planeta. Y a ver cómo se compite con eso. Puede que mis hijos sean algo más burros mañana, pero pasamos un rato estupendo y se fueron a la cama pensando que su padre, en el fondo, no es tan pringao. Y la de Trueba ya la veré con mi mujer un día en el que la churumbelada nos deje solos. Que ya nos va pasando cada vez más.

PEREZA, CORRUPCIÓN, TOROS Y SEXO

¡Pero qué pereza dan, por Dios!
Me van a perdonar que comience de esta manera tan poco alentadora y tan poco propia de un tío optimista como yo. Pero llevo días dándole vueltas al tema del que hablar en esta Cabra. Y mientras pensaba, el ambiente político del país se iba enmerdando día a día con lo del Bárcenas este que, a mí, por cierto, ya me parece casi lo de menos. Vaya, quiero decir que, en el punto en el que estamos, me resulta trivial si este señor ha robado a manos llenas o no, o si ha defraudado al fisco. Que digo yo que algo raro habrá hecho para acumular, como mínimo, 40 millones de euros en el extranjero. Es que ya nos parece que no es tanto, pero, repámpanos, es que son muchísimos miles de miles de euros y ya no te digo lo que es, si lo pasas a pesetas. ¿Se ha parado a pensar alguno de ustedes en los años que tenemos que trabajar como perros cualquiera de nosotros para poder acumular esa cantidad? Es que son cálculos que nadie hace, pero el salario medio español a día de hoy es de 19.668 euros al año. ¿Saben cuántos años debe trabajar honradamente, por poner un ejemplo, un señor de Antequera para ganar esos 40 millones de euros del ex-tesorero del PP? 2.033 años seguidos. ¿A que no se lo creen? Yo tampoco. Por eso me niego a aceptar, por muchas milongas que nos cuente, que el origen de la fortuna de Bárcenas sea lícito, salvo que sea inmortal y hubiera jugado a las canicas con Jesucristo. Y nosotros, sin saberlo. Pero, a lo que iba, que me despisto.
Para mí lo peor de todo esto no es que Bárcenas esté forrado, aunque me dé envidia, lo peor es que se lo haya estado llevando crudo del dinero que, a mansalva, le caía de manera irregular al partido en el gobierno. Y aquí todos mirando para otro sitio. Y Rajoy hablando a poquitos. Y la Cospedal diciendo que Bárcenas miente. ¿Pero miente acerca de los pagos en B a los dirigentes del partido? ¿O miente al decir que el PP cobraba millonadas por la puerta de atrás? Porque a mí, seré un quisquilloso, pero ambas cosas me parecen verosímiles. Y terribles.
¿Y los de enfrente? Los del PSOE, están como esos señores bien que acuden a burdeles y que se indignan y acusan con el dedo de la vergüenza a sus compañeros de mancebía cuando a uno de ellos lo pillan en un renuncio. Ahí está Rubalcaba exigiendo una limpieza que está por ver que cumpla el principal partido de la oposición. Es que miras a Andalucía y da la misma pena, pero al revés. Porque por allí abajo, los que hacen el don Tancredo son los del PSOE y los que están dándose golpes en el pecho en la puerta del lupanar son los del PP. Y lo más estomagante es que, cuando representan un papel y el contrario, lo hacen con tal seriedad y tal cinismo que yo pienso que, de verdad, asumen que somos imbéciles. Aunque algo de eso debe haber para que sigan gobernándonos así y no les mandemos a la mismísima mierda.
Por eso digo qué pereza. Ayer por la tarde hablaba con uno de mis amigos más queridos. Un hombre sabio de 76 años que está de vuelta de casi todo y con el que da gusto hablar de las cosas que pasan porque siempre les pone un punto de reposo. Y de distancia. Aunque estemos en el mismo fango, pone distancia. Pues este hombre sabio, desde hace tiempo, me habla mucho de la falta de grandeza. Paladas de grandeza les harían falta a los que nos representan y, probablemente, a nosotros mismos. Y, a la espera de que nos dé un ataque de grandeza, estamos en pleno ataque de pereza, que además rima. Y hablábamos de que andamos en un país en el que en determinados contextos no podemos pronunciar la palabra España o español sin temor a que se nos califique de fascistas. Le comentaba que hoy me he encontrado con el Ministro Wert. Estaba almorzando en el mismo restaurante que yo y, cuando he salido del baño, he cruzado con él la mirada e, inmediatamente, ha mirado hacia otro lado, como temiendo que yo también le abucheara. El señor ministro de Educación, Cultura y Deportes, ha metido algunas patas a lo grande, pero a mí me parece que es un tío sensato y con pelotas para hacer lo que cree que tiene que hacer, aunque a los santones de la corrección política les dé un alipori. Y yo opino que tiene más razón que un santo cuando dice que es absurdo lo que pasa en Cataluña con el idioma español, también llamado castellano. O cuando proclama que hay que pedir resultados a los que reciben ayudas públicas para estudiar y que tenemos que hacer planes de estudios más exigentes para no quedarnos atrás frente al resto del mundo. O cuando defiende la tauromaquia como una manifestación de cultura, aunque les pese a los que desearían que no se celebrara ni una corrida de toros más en España. Pereza me da sólo pensar en que muchos me van a poner a parir por decir esto. Pero qué más da.
En fin, menos mal que, como es verano, estoy más en casa con mis hijos y, de vez en cuando, me distraigo de la pereza ambiental con divertidos jeroglíficos como las preguntas existenciales de una pre-adolescente. Ayer por la tarde mi hija Macarena, que está punto de cumplir los 12 años, me soltó a la hora de la merienda, sin apartar el bocata de Nocilla: “Si nadie sabe si Dios es un chico o una chica, ¿Por qué siempre aparece como un chico? Es que a veces somos muy machistas”. Y siguió masticando como si tal cosa. Yo me retiré discretamente y me fui a documentarme a ver qué coño le digo hoy a la niña.

Nota del autor: Lo del sexo en el título no tiene nada que ver con el contenido de esta cabra. Ha sido una sugerencia de mi amigo Pepe Jordana para hacerlo más atractivo…

LA MALA EDUCACIÓN

No se refiere este titular a uno de esos momentos cinematográficos rencorosos que le salen de vez en cuando al gran Almodóvar, ni a los horribles resultados de los estudiantes españoles en los últimos años. Responde este título a la manera en que el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, calificó los abucheos que están sufriendo distintos miembros de la Familia Real en las últimas semanas. Spottorno dijo esto en un encuentro sin grabadoras con los periodistas que habitualmente cubren la información de Zarzuela. Cada mes el director de comunicación de la Casa del Rey, Javier Ayuso, se reúne con estos periodistas para contarles qué es lo que va a pasar en los siguientes treinta días. Habitualmente Spottorno no acude a estas reuniones pero, cuando va, todos saben que hay miga. Y, en la última reunión estuvo Spottorno, y él y Ayuso se cubrieron de gloria.
Porque aquel día no era el Rey el que hablaba directamente. Estaban allí sus manos derechas. Los que cuentan lo que quiere contar el Rey. Pero se supone que se les paga, además, para asesorar a su Majestad y decirle qué le conviene, cómo le conviene y cuándo le conviene comunicar. Y, la verdad, es que, en los últimos tiempos, parece que esa asesoría al Monarca se la están haciendo El Gordo y el Flaco.
Vamos, yo nunca he estado en esa tesitura, pero si yo fuese el director de comunicación de Su Majestad habría intentado conducir a mi jefe por sendas muy diferentes a las que ha tomado desde que arrancó su annus horribilis. Y no me vale lo que dicen los que conocen Zarzuela de que el Rey manda mucho. Si a mí me contratan para ayudar a comunicar mejor, o se me deja que haga mi trabajo o me voy. Pero no salgo a hablar con la prensa para decir mamonadas como que a la Casa Real “más que preocuparles le molestan los abucheos por la mala educación que demuestran”. ¿De verdad ha dicho el Rey semejante estupidez? Y en el caso de que esto sea cierto, ¿No ha habido en Zarzuela nadie con cojones para decirle al Rey: “Majestad, usted no puede decir esto”? Porque creo que no están las cosas, ni el ambiente del país como para que lleguen desde Palacio reconvenciones al personal, por mucho que a mí me parezcan injustos determinados abucheos.
¿Qué te pitan en el Teatro Real? Respeto. ¿Qué te silban en un campo de fútbol? Respeto. ¿Qué te abuchean al entrar en un acto académico? Respeto. Y silencio. Pero jamás protesta, aunque sea “sotto voce” y utilizando una reunión mensual con los periodistas habituales. ¿En serio no hubo en Zarzuela nadie que midiera el daño que iba a hacer que apareciera el Rey calificando como maleducados a los que silban a la Familia Real?
Yo he conocido de cerca a muchas estrellas de la tele, a políticos y a altos directivos de empresas de los que se dice muy alegremente: “Ese es un gilipollas” cuando, en infinitas ocasiones, el soplagaitas es el que rodea al personaje. Hay muchos de estos seres humanos famosos y poderosos que tienen mala imagen sencillamente porque están rodeados de tontos del culo. Y me da la sensación de que eso es lo que está pasando en Zarzuela. Con esto me estoy fastidiando las ínfimas opciones que tenía de que me invitaran a una recepción del Rey, pero, si no lo digo, reviento. Es que creo que estos dos personajes están haciendo más por el regreso a España de la República que el más activo de los partidos republicanos.
Majestad, échelos y hágase el favor de empezar a comunicar de una manera que los españoles entiendan. Sé que usted mismo y algunos miembros de su familia no lo están poniendo fácil, pero creo que los españoles están dispuestos a perdonarle, si hace usted limpia y deja de llamarnos maleducados por persona interpuesta.
Y estaba a punto de rematar la Cabra, pero ¿cómo hago para no hablar hoy del PP? Y de Bárcenas. Y de Rajoy. Y de cualquiera de los dirigentes del partido en el gobierno que han abierto la boca en los últimos días. Imagino que los que llevan la comunicación de Rajoy debieron ir a la misma escuela que Spottorno y Ayuso, porque también se están luciendo. O sea; está en el trullo Luis Bárcenas, el ex tesorero del PP, y uno de los principales periódicos del país publica una entrevista con él en la que dice que pagó con sobres al actual presidente del gobierno. ¿Pasa esto y Rajoy, para explicarse, no monta una conferencia de prensa sin plasmas y con periodistas de verdad que pregunten? No. Y no sólo eso. Es que se permite ayer acudir a un acto en una fábrica de Opel, esquivar a los periodistas y decir, con dos escrotos rellenos, que no entiende que nos guste tanto hablar de lo no importante y sacar sólo lo malo. ¿¿¿¿¿????? Vaya; me estoy perdiendo algo; ¿que alguien acuse al presidente del gobierno de haber cobrado de manera irregular no es importante? Sería, como dice el título de esta cabra, para hacer gala de mala educación y, con todo respeto, señor Presidente, mandarle directamente a tomar por el culo. Pero, para que no me regañen Spottorno, Ayuso, ni mi mujer, ni mi madre, sencillamente, le mandaré a esparragar que es menos contundente, pero mucho más fino.

Quiero dedicar esta Cabra de hoy a la memoria de Concha Gª Campoy. Que descanse en paz.

LOS CANSINOS

La verdad es que al empezar esta Cabra andaba un poco desconcertado. Es cierto que un bloguero se debe a sus lectores, pero no sé yo si algunos están yendo un poco lejos pidiéndome, como se le decía a Alfonso Guerra, “¡Más caña!”. En la última Cabra sobre las becas yo creo que daba bastante caña e incluso llamaba a los políticos “pichasflojas”, con lo poco que les gusta a mi mujer y a mi madre que diga tacos en los posts. Pero hubo muchos que me acusaron de melifluo y de dar 3 de cal y 3 de arena sin mojarme. Así que no sé si, blando o duro, hoy voy a meterme con la gente pesada que se empeña en mostrarnos a los demás esas partes del camino que nosotros, por nuestra falta de sagacidad, no hemos sido capaces de apreciar. Son los cansinos.
En estos días, algunos de los cansinos más activos, los del deporte, están relamiéndose porque, por fin, se cumplieron sus vaticinios y España les ha dado la razón. Hay dos argumentos de los cansinistas futboleros que a mí me agotan especialmente:
1.- Del Bosque no merece reconocimientos porque todo lo que ha conseguido es gracias a que Luis Aragonés le dejó hecho el equipo.
2.- Íker Casillas es el peor portero del mundo pero ha conseguido engañarnos a todos durante lustros, incluso a los delanteros a los que ha parado balones inverosímiles. Y le han dado varias veces el título de mejor portero del mundo no se sabe muy bien por qué.
Respecto al primero de los mantras de los cansinos, el de Del Bosque, es casi para no contestar. Pero vamos, seguir hablando de herencia cuando, desde que se fue Luis Aragonés, han pasado cinco años, un Mundial, una Eurocopa y decenas de partidos y eliminatorias, igual es un poco exagerado, ¿no? ¿Las vidas de los pesados que dicen eso no han cambiado nada en 5 años? Porque hombre algo de mérito habrá que darle al seleccionador en el hecho de haber ganado un Mundial y una Eurocopa con movimientos tácticos tan curiosos como jugar sin delantero centro. Es un poner.
Respecto a lo de Íker. En fin. ¡Qué daño ha hecho Mou! Me da rabia porque resulta que me estoy poniendo yo cansino defendiendo al portero, pero es que hay ahora mismo miles de personas que están deseando que a Íker le metan un gol para decirte con cara inquisitoria: “¿Lo ves? Es un mierda”. Aunque el gol que le metan no se lo hubiera podido parar ni el Inspector Gadget.
Pero los cansinos no sólo dan el coñazo en el fútbol. Otros de mis pesados favoritos son los profetas del cambio climático y los que niegan esas alteraciones que afectan al planeta. Si tengo que elegir cansinos, me quedo con los ecologistas que, por lo menos, están consiguiendo que cuidemos más la Tierra, pero hay que reconocer que ambas partes son realmente la brasa humana. Yo creo que no hay nada peor para los defensores del planeta que sus propios alarmismos. Si cada vez que pasa cualquier cosa la atribuimos al cambio climático, llega un momento en el que la gente empieza a pensar que algo huele a chamusquina y les estás dando munición a los que niegan que el planeta está sufriendo por culpa de los humanos. Por ejemplo, yo llevo oyendo desde que tengo seis años la amenaza de que el sur de España va a ser un desierto en 15 años. Pero pasan decenios, no ves camellos por la Alhambra y, claro, la gente deja de creerte y salen como champiñones los listos negacionistas que son, como los de los goles de Íker, pero con la meteorología. Son aquellos que un día 22 de enero, en Madrid, a las 7 de la mañana con un frío de tres pares de compañeros te dicen todo satisfechos: “Joder, ¿pero no se estaba calentando el Planeta?” Y si tú intentas explicarles que no se trata de eso, te llaman perroflauta, giliprogre, ecolopollas o cosas incluso peores.
Pero yo, de los cansinos, querría destacar a unos a los que tengo especial aprecio. Porque son pesados que pretenden evangelizarte, pero por tu bien, no por el suyo. Son los dueños de perro que quieren convencerte de que, lo mejor que le puede pasar a tu vida, es que alguien te diga guau por las mañanas. Y yo lo siento, porque sé que intentan convencerme desde el afecto, pero a mí me parece que los perros están claramente sobrevalorados. No niego que son una magnífica compañía, que son fieles e incluso que tengan efecto terapéutico en muchas personas enfermas. Pero, por ejemplo, se mueren a los 14 años y a mí no me apetece tener un drama familiar cada tan poco tiempo. Recuerdo cuando murió el perro de uno de mis mejores amigos de la infancia. Era un collie, se llamaba Yinyo y era uno más de la pandilla. El día en que se murió lloramos como si el muerto hubiera sido uno de nosotros y yo, entonces, me prometí que jamás tendría perro. Aunque, claro, también está el tema de los escrúpulos al ver cómo mis amigos los perrunos achuchan a sus canes. Yo no soy demasiado asquerosito, pero jamás le daría un beso en los morros a una señora que fuera por la vida oliendo los culos de los demás, que es lo que hacen los perros cada vez que se encuentran con un amigo. Y me van a perdonar que corte abruptamente, pero me voy a ir para Génova, 13, que me han dicho que están colocando los monitores de plasma. Es que creo que Rajoy3.0 va a hacer una rueda de prensa sin preguntas sobre el ingreso en prisión de “esa persona”, que resulta que se llama Luis Bárcenas.