EL CANSINISMO

Hay cosas que uno acaba creyendo que son ciertas a base de repetirlas mucho. Últimamente, el mejor ejemplo es el “Espanya ens roba” (ahora “ens caça”) de Artur-Jabalí-Mas, pero ha habido muchos en la Historia; “los judíos nos roban” en la Alemania de los años 30, “Caudillo por la Gracia de Dios” en España durante 40 años, “hay armas químicas en Irak” de Aznar-Blair-Bush en 2002-03, “no hay crisis, sino desaceleración”, durante 4 años con ZP y “la Iglesia tiene muchos privilegios en España”, que es algo que llevo oyendo desde que tengo uso de razón y ahora está muy de moda.
Lo digo porque tanto PSOE como Ciudadanos, parece que van a llevar en sus programas electorales la desaparición de la asignatura de Religión de la enseñanza. Y para defender tal idea, no se argumenta únicamente con razonamientos como el del Estado laico, sino que se introduce, cada vez que se habla del tema, el mantra ese de que la Iglesia tiene muchos privilegios en nuestro país.
Es cierto que hay un Concordato de nuestro Estado con la Santa Sede y es verdad que, en la Constitución, hay una referencia expresa a esos acuerdos con la Iglesia Católica. Y pudiera parecer que todo eso es consecuencia de unas maniobras oscuras del Vaticano para mantener el Poder de Dios en la Tierra. Y, desde mi punto de vista, no tiene nada que ver con esto. Es lógico que, en nuestra Carta Magna, se hable de la Iglesia Católica y no de Islamismo, judaísmo o hinduismo, porque la presencia que estas religiones tenían en nuestra sociedad en 1978, era ínfima por no decir que inexistente. Pueden argumentar muchos que la Guerra Civil y el Franquismo colocaron a la Iglesia católica en una posición hegemónica que hoy ya no tiene.
Siendo discutible el origen de esa posición, siendo criticable cómo la Iglesia Católica llegó a acumular, durante siglos, las riquezas que posee, el único hecho cierto hoy, en 2015, es que la Iglesia tiene unas ventajas frente a otros cultos, a cambio de aportar mucho al Estado. Muchísimo.
No oigo a ninguno de esos que se quejan de que la Iglesia no pague IBI, recordar que el Estado del Bienestar que hoy tenemos sería absolutamente insostenible sin el apoyo de la Iglesia. La Cooperación, la ayuda al desarrollo, la educación, la sanidad, la asistencia social, la ayuda a los más pobres, el cuidado de los ancianos quebrarían sin la ayuda que ofrecen miles de instituciones religiosas que dependen de nuestros obispados. Eso por no hablar de la Cultura. ¿Cuántos museos, iglesias, salas y Teatros tendrían que cerrar si no estuvieran soportados por la Iglesia Católica?
Me hizo mucha gracia el otro día en el debate que montó Jordi Évole en Salvados, uno de los momentos en los que Albert Rivera dio un uppercut dialéctico al pobre de Pablo Iglesias. El líder de Podemos, que ha debido dormir malamente esta semana, se quejaba de que la Iglesia no pagase IBI y el líder de Ciudadanos le respondió que, por supuesto, pero que también debían de empezar a pagarlo partidos políticos y sindicatos. Coño; no sé ustedes, pero no tenía yo ni idea de que estas agrupaciones estuvieran exentas de tales pagos. Y no me voy a poner, en plan cínico, a preguntarme si partidos y sindicatos merecen esa prebenda, pero desde luego sí defiendo que, si ellos no pagan, desde luego la Iglesia también merece estar exenta.
¡Caramba! Me está saliendo una Cabra que parece que opto a un obispado, pero juro que no se trata de eso. Es que se me llevan los demonios (muy apropiado hablando de Religión) con estos clichés que impiden a la gente algo tan sencillo como hacer cuentas. Porque si a un amigo de esos furibundos anti-católicos le dices esto de que la Iglesia aporta mucho, te salen con que el origen de esa riqueza es bastardo, con Franco, el brazo incorrupto de Santa Teresa, la desamortización de Mendizábal y acabamos hablando de los Reyes Católicos. Y a mí me da perezón.
Lo que pasa es que estos que repiten las cosas como un mantra para acabar creyendo que son ciertas, me recuerdan al dueño de un supermercado que hay cerca de mi casa en Chiclana. Este comerciante piensa que, por el hecho de poner un cartel diciendo algo, ya está eximido de cumplir las normas. Es como si alguien pusiera en un cartel: “se les advierte de que, en esta tienda, cobramos más dinero a las señoras rubias de bote”. Asumo que las rubias del país denunciarían semejante atropello. Pues parecido es el papelito, que acompaño en fotografía, y que anuncia en este supermercado que, si durante la compra, se te cae algo y lo rompes, lo tienes que pagar al pasar por caja. Ignoro qué dice la ley del comercio al respecto, pero, vamos, si algún día (Dios no lo quiera) rompo un bote de melocotones en almíbar, como mucho, ayudaré a limpiar los restos. Ahora; como el dueño me pida que le pague la mercancía, doy por sentado que acabamos en el cuartelillo.
CARTEL PRE HOSTIAS