Me gustaría conocer a alguno de los seres humanos que se encargan de hacer la calificación por edades de los contenidos que salen por cine y televisión. Yo me considero una persona abierta, avanzada y creo que no tengo excesivos prejuicios sobre casi nada, pero sobre todo no tengo prejuicios en temas sexuales. Vamos, eso digo yo; supongo que mis hijos opinarán diferente sobre cómo soy, pero lo que quiero decir es que no me parece mal que se vean culos y tetas, que se sugiera algo de sexo y que haya algo de violencia en películas de esas que se denominan “familiares”. Opino que el sexo, la violencia y la muerte forman parte de la vida y que, mientras no se muestren con exceso de crudeza, ni de una manera gratuita, pueden y deben ser vistos por los infantes sin generarles un trauma. Claro, que una cosa es eso y otra que te encuentres en el salón de casa sin saber dónde mirar porque, en una serie supuestamente recomendada para mayores de 12, tu hija de 12 años ve secuencias que yo considero que no debe ver una niña de esa edad.
Y eso que el asunto hasta tuvo su gracia. Estábamos viendo en familia los primeros capítulos de la serie “Homeland”. No sé si la conocen, pero está calificada para mayores de 12 y ahí estábamos todos esperando deleitarnos con la que se considera una de las mejores series de los últimos años. Ya habíamos visto algunas escenas de violencia crudísima y otras de cama subidas de tono, pero, en el tercer capítulo, el protagonista decide tener un momento de amor propio con su señora de cuerpo presente. Vaya, que el susodicho empieza a masturbarse mirando a su mujer que, estupefacta, se ha desnudado para él. Cuando nos dimos cuenta, mi mujer le pidió a mi hijo que echara para adelante la grabación. Mi hijo, intentando darle al “fast forward”, le dio a la doble velocidad y allí aparecía Damian Lewis (que así se llama el actor), moviéndose convulsamente como un conejo hiperactivo, mientras mi hija la pequeña se desternillaba de risa. Porque, a ver; Macarena sabe perfectamente lo que es la masturbación, como sabe perfectamente que hay gente que tortura y que hay terroristas y guerras injustas y ejércitos supuestamente buenos que masacran a poblaciones civiles y decenas de niños en esos “daños colaterales inevitables”. Pero una cosa es saberlo y otra que deba verlo con tanta crudeza en una serie, supuestamente, destinada a gente de su edad. Imagino que no es fácil dar con la tecla, porque no pienso igual yo que mi vecino, ni mi vecino igual que su prima la de Gijón. Pero se supone que para eso hay profesionales que deben tener claro que el que se vean determinadas cosas a una determinada edad no es recomendable. Y, al menos desde mi punto de vista, esos profesionales, la cagan con frecuencia.
Pero bueno, hablar de este tipo de calificaciones morales de películas y series en un país como el nuestro es una risa, cuando tenemos problemas mucho más graves que también tienen que ver con la “moral”. Por ejemplo la corrupción de políticos y no políticos o lo del Ministro Gallardón y su empeño en reformar de la ley del aborto. Gallardón les ha salido rana a todos los izquierdistas que creían que era “uno de los suyos”, un submarino progre en el PP, un quintacolumnista, como le han llamado con frecuencia sus propios compañeros de partido. Pero no. El Ministro de Justicia se ha convertido en el Anakyn Skywalker* de la izquierda española. No sé si el Canciller Palpatine** es Rajoy o más bien Rouco (le pega más), pero la izquierda siente que “su” Alberto Ruiz Skywalker se les ha pasado al Lado Oscuro y parece que ya no lo sacan de ahí ni con aguarrás. Encima, el empeño del ministro está haciendo que otros, como Monseñor Rouco Varela, sufran las consecuencias. En fin, yo no le tengo ninguna simpatía al Arzobispo de Madrid, pero me dirán ustedes qué hacían las de Femen el pasado domingo tirándole bragas con manchas rojas al prelado. A mí Rouco me parece un lastre para el mensaje renovador del Papa Francisco, pero, que yo sepa, el arzobispo no manda más que en la conferencia episcopal y ni legisla, ni está (gracias a Dios, por otra parte) al frente de ningún ministerio. Pero eso no significa que deba estar callado. A mí no me gusta lo que opina Rouco y creo que sus mensajes, por lo general ultraconservadores e intransigentes, le hacen mucho daño a la Iglesia real que es la que está, de verdad, al lado que los que sufren, pero pienso que debe tener todo el derecho del mundo a expresarse. También tienen las de Femen todo el derecho a expresar su desacuerdo con el arzobispo, pero hay maneras mucho mejores para hacerlo que la de lanzarle bragas y empujar cobardemente a un anciano con un mensaje cargado de poesía como “Toño, fuera de mi coño” escrito sobre el pecho. Me gusta la gente transgresora y valiente y creo que algunas de las acciones de Femen han sido valerosas y han ayudado a dar visibilidad a sus reivindicaciones, pero, honestamente, me da que con esto están errando el tiro. Creo que, si hay en España una confesión religiosa intransigente, retrógrada, machista, anclada en el siglo XV y que, en algunos templos, incita a la guerra religiosa, esa no es la Católica. Quizás deberían las de Femen reservar sus bragas para alguno de los líderes religiosos musulmanes radicales que hablan de infieles y de mujeres en casa con la pata quebrada en muchas mezquitas. Y no tienen que irse a La Meca. Las tienen aquí mismo, en cualquiera de nuestras ciudades, a la vuelta de la esquina.
* Anakyn Skywalker. Personaje de Stars Wars. Es un caballero Jedi que acaba traicionando a sus compañeros y amigos para pasarse al Lado Oscuro de la Fuerza.
** Canciller Palpatine. Malo malísimo que pretende lograr el poder absoluto. Convence a Skywalker de que se pase al lado Oscuro de La Fuerza prometiéndole que, con él, conseguirá evitar la muerte de su amada.