Hay decisiones que uno toma en la vida casi sin pensar. A mí me pasó cuando tenía 8 años. Llevaba meses haciendo la colección de estampas de la Liga y, como sucede siempre con estas colecciones, cuesta mucho más conseguir los cromos de los jugadores de tu ciudad que los de otros equipos. Yo tenía siete Asensis, cinco Pirris, cuatro Rexachs y yo qué sé cuántos jugadores de distintos equipos españoles. Sin embargo se me resistían los del C.D Málaga.
En concreto era casi imposible encontrar al portero Deusto y se estaba convirtiendo para mí en una obsesión. No conseguía ni que me tocara al comprarlo, ni encontraba ningún amigo que me lo cambiara por otros cromos. Hasta que un día, con la suerte proverbial que me caracteriza, lo encontré, por decirlo de algún modo.
DEUSTO ENTRE ORINES
Estaba en clase de matemáticas y me dieron ganas de hacer pis. Pedí permiso al profesor y me fui al baño. En aquel entonces había unos enormes urinarios de loza blanca y, al llegar al mingitorio, mientras me abría la portañica, creí estar sufriendo una visión. Allí, empapado de orines, pero todavía perfectamente identificable, estaba el cromo de Deusto. Podrán imaginar las dudas. Yo nunca he sido muy melindroso, pero, la verdad, meter la mano allí abajo para sacar un cromo que para siempre iba a oler a pis, me daba cierto reparo.
Pero las ganas de terminar mi colección y el pensamiento infantil de que Deusto no merecía pasar ni un minuto más entre meados, me hicieron tener el arrojo para salvar de las micciones al portero de mi equipo. Con un sentimiento que oscilaba entre el muy glorioso Cid Campeador y el de payaso tonto de un circo metí la mano y di por terminada mi colección de la Liga 72-73.
Pero estas son, en realidad, las decisiones más fáciles de tomar. Otras, en cambio, te tienen días angustiado sin saber si haces bien o no, aunque se trate de una cosa sin importancia. Nos sucedió anteayer a mi mujer y a mí viendo las noticias. Llevábamos días dándole vueltas a una decisión que afecta a nuestra familia. No es algo muy importante, pero lo tenemos ahí, en la parte oscura del cerebro en la que se colocan algunas cosas que te angustian aunque no sean para tanto.
ISRAEL-PALESTINA UN CONFLICTO ETERNO
Y se nos quitó la intranquilidad de sopetón cuando escuchamos la terrible noticia sobre la “orden” del ejército israelí de que 100.000 palestinos abandonen sus casas en Gaza porque las van a bombardear. Joder. Pero ¿cómo decide uno en este caso? Yo creo que, si fuese palestino y estuviera solo en el mundo, me quedaría en mi casa, pero ¿quién pone en riesgo la vida de sus hijos en una situación tan absurda como la que se ha generado entre Israel y Palestina?
Sé que es un asunto difícil de entender desde fuera y que hay un encono de siglos, pero yo, sin ser en absoluto antisemita, en este caso creo que tienen más razón los palestinos que los israelíes. Y no hablo de comprender, ni justificar a los terroristas integristas, en absoluto. Pero creo que la solución al drama de estos dos pueblos requiere de una grandeza de espíritu que no muestran los palestinos más radicales. Tampoco la tienen, desde luego, los israelíes más implacables.
YO NO FIRMO MANIFIESTOS
Por eso, ante decisiones como la de esos miles de padres y madres palestinos en estas horas de horror, uno piensa en otras decisiones y te parecen una memez de campeonato. Por ejemplo, la que tiene por delante nuestro presidente del gobierno respecto al reto constante de Artur Mas. Y, por si Rajoy duda, hay gente dispuesta a ayudarle. Imagino que sabrán que ha habido un grupo de notables que han firmado un manifiesto llamado “Libres e Iguales” pidiendo que el Estado deje de estar a la defensiva frente a los desvaríos nacionalistas.
A mí, salvo por lo de que pidan dinero al final del escrito, me parece impecable, aunque yo no soy mucho de manifiestos. Vamos, como dicen mis hijos, no voy a “ir de motivao”; nadie me ha pedido que lo firme, pero no sé si lo habría hecho porque, en estos casos, siempre dudo. Porque uno sabe cómo empiezan los manifiestos, pero no dónde y cómo acaban.
Yo tengo comprobado que en cualquier grupo humano hay indefectiblemente un 5 por ciento de capullos. De manera que, entre los firmantes iniciales del manifiesto, hay dos y medio que, muy probablemente van a salir rana o son ya ranas de nacimiento. Y claro; tú firmas el manifiesto y pasado mañana le hacen al mentecato en cuestión una entrevista sobre el asunto y suelta una tontada y parece que los 50 firmantes hayan dicho la majadería al unísono. Y oigan, pues miren, no apetece.
Pero me parece bien que cincuenta personas relevantes hayan dicho lo que muchos llevamos pensando, o diciendo en voz más o menos alta, desde hace mucho tiempo. Que vale ya, hombre. Que lo del Mas este es para que se analice en los libros de historia, porque no recuerdo yo en los últimos tiempos en España ningún político que, de una manera tan obvia, haya metido a los suyos en un callejón sin salida y lleno de gatos hormonados con las uñas afiladas.
Y yo, ¿qué quieren que les diga? Pues estoy con los del manifiesto. Si yo fuese Rajoy, ante la negociación con Mas, tiraría tan por la calle de en medio como con el cromo aquel que rescaté de entre los orines. Sólo que Rajoy sería yo, el cromo de Deusto sería España y, ¿a que no adivinan a quien le adjudicaría el papel de pis? Pues tiene también tres letritas y termina con s. Y no digo más.