Pues ya siento ser un malqueda. Pero llevo unos meses con un lío tremendo y la semana pasada dimití de la Cabra por puro agotamiento. Y no es que no se me ocurran ideas, ni que tenga pocas ganas de escribir. Afortunadamente nuestros políticos, los griegos, o la misma ola de calor que nos abrasa, dan para que cualquier bloguero de pro se ponga a teclear compulsivamente. Así que hoy, me enfrento al escuatro que me demuele, me rebelo y aquí estoy porque, por ejemplo, hay varias cosas que quería decir y se me escapan los dedos solos.
No puedo ya más con la frase: “esto no es normal”. Hablo de las cuatro palabras que acompañan en estos días al “hace un calor que se caen los pájaros”, “este infierno no hay quien lo aguante” y cualquier otra afirmación que indique que tu interlocutor está al borde de la asfixia por la extrema temperatura que nos abrasa. Y, vaya, yo no digo que esta ola de calor no sea notabilísima y que estemos todos como con el cerebelo derretido, pero hasta los más exagerados deberán reconocer que “esto” no sería normal si nos pillara en Navidades comiendo polvorones y preparando las bandejas de turrones para la Nochebuena. Yo creo que estamos haciendo cosas que afectan al clima y son cientos y miles los científicos que aseguran que estamos inmersos en un cambio climático evidente. Pero, qué quieren que les diga, que haga un calor de cojones en el mes de julio lleva pasando desde que yo tengo uso de razón. Y, cada año, cuando el termómetro se dispara salen esos reportajes y aparecen esas personas que atribuyen al cambio climático cosas que suceden desde siempre y estos agoreros acaban dando munición dialéctica a mis amigos (por lo general de derechas) que opinan que lo del cambio climático es un invento de no sé qué rojillos para forrarse. Yo recuerdo cuando tenía quince años que hizo un calor inhumano durante varios días del mes de julio. Acababa de sacarse el carnet de conducir uno de mis hermanos mayores y llevábamos en el Simca de mi madre un letrerito de esos para anunciar que el conductor no podía circular a más de 80 kilómetros por hora. Fuimos a la playa a pasar el día y, cuando regresamos al coche, aquel letrerito, que era de un plástico durísimo, apareció deformado como si hubiera sido de plastilina y lo hubiera arrugado un niño. Lo más gracioso es que, cuando lo cogimos, vimos una inscripción que había en letra pequeña y que anunciaba con gran certeza: “indeformable al calor solar”. Imagino que, probablemente, en aquellos días habría reportajes en todos los medios; que el verano es muy malo para los que hacen información y si te cogen un tema que les da para rellenar, lo exprimen como unos campeones.
También el tema de Grecia es para rellenar informativos enteros. Sobre todo porque yo me pregunto, desde el domingo, por el motivo que llevaba a miles de griegos y a tertulianos afines a Syriza a estar tan contentos después del referéndum. Yo los miraba y pensaba: “Joder; y estos ¿de qué se ríen?”, porque ciertamente la situación que están viviendo es para generar angustia. La única cosa buena que veo yo a esto de Grecia es que sirve para demostrar que los discursos demagógicos de esta nueva izquierda del leninismo amable (que es algo tan absurdo como hablar de fascismo simpático), quedan muy bien en los mítines ante conciudadanos jodidos, pero son difíciles de defender en la vida real. ¿Cómo no va a gustarle a alguien que está pasando por una crisis económica bestial que le digan con tono mitinero: “¡¡Y que le den por el culípides a los bancoooos, devolveremos el dineroooo si nos sale de los cojonoulis!!”. Envuelves eso en un discurso de defensa nacional ante el abuso de las potencias extranjeras y acabas ganando unas elecciones sin tener ni puta idea de cómo vas a salir del embrollo. Y así está el amigo Tsipras, comiéndose el marrón y dándose cuenta de que, o tragan, pagan y hacen reformas, o Grecia va a acabar yéndose por el inodoro. Pero claro, dices esto y los leninistas amables te dicen que eres un fascista muy poco simpático que forma parte de la conspiración internacional para acabar con las nuevas ideas que están dando frescor a la vida política europea, en general, y española, en particular. Es cierto que este tantarantán que han recibido los partidos tradicionales lo merecían y creo que va a ser bueno para nuestra democracia, pero, sinceramente, el frescor de Podemos a mí me da escalofríos.
En fin, que comencé con una disculpa y la recupero para el cierre. Me dice mi mujer, que es sabia, que no me agobie tanto por desatender la Cabra. Pero yo tengo un sentimiento de responsabilidad con la gente que me lee. Sé que son una legión pequeña, pero les agradezco tremendamente que me sigan y fallar en mi compromiso semanal a mí me parece una descortesía similar a la de un tío muy maleducado que fue a comer a casa de una amiga mía. Cuando terminó el almuerzo, el marido de mi amiga le ofreció al botarate un puro. Mirando con cierto desprecio hacia la mesa y con un gesto desdeñoso de la mano dijo una frase que yo llevo grabada como el epitafio de una amistad: “¡¡Buff, esto no ha sío comida pa puro!!”.
EL LÍO
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