Y DE LOS PUJOL ¿QUÉ?

Pues no sé si lo han hecho a propósito, pero si Mas pretendía con la iniciativa esa de la Independencia despistar a los que miraban a Jordi Pujol and sons, casi lo ha conseguido. Estaba pensando seriamente hacer hoy una Cabra para exigir que alguien acabe con los desmanes del ala radical del Parlament Catalá. Pero cada vez que me ponía a ello, me salía el Cromagnon que todos llevamos dentro y me daban ganas de mandar al ejército, meterlos a todos en el trullo y acabar por las bravas con las cosas que están haciendo ellos, también, por cierto, por las bravas. Y encima, que tiene collons la cosa, diciendo que responden al mandato del pueblo. Es que me reiría, si no fuera extremadamente triste, pero el pueblo les dijo que se metieran donde les CUPiera su deseo de independencia. Vamos; eso creo yo. La cuestión es que he hablado esta mañana con un amigo que, además de ser un gran jurista, es un tío ponderado y hemos quedado en que aplace esa Cabra incendiaria para el día en el que estos psicópatas de la política hagan algo ya flagrante como declarar la Independencia, que es a lo que vamos cuesta abajo y sin frenos.
Pero no me quiero despistar del tema del que hablaba al inicio. Ha sido tal la que se ha liado con lo del Parlament (fíjense cómo será de grave la cosa, que hasta Rajoy ha acabado hablando con Pedro Sánchez) que casi nadie ha dedicado minutos de informativos o hueco de periódicos para hablar de la “vergonya” de la familia Pujol a la que parece, ya por fin, que les han cogido con los diferentes carritos de los respectivos helados. Joder es que no se libra ni uno. Por unas cosas o por otras, los siete hijos y el Pare están imputados en las diversas causas por ocultación de dinero en el extranjero y por diferentes modelos de corrupción vía comisiones, tráficos de influencias y negocietes poco claros.
Lo malo es que los jueces aquí se enfrentan, en un buen número de sumarios, a la corrupción impecable. No va a ser fácil meterles mano porque muchas de las cosas que se les imputan son difíciles de demostrar. Las donaciones a las Fundaciones, los contratos por asesoramiento, los pagos por informes ¿Se puede demostrar que se han hecho bajo coacción o buscando un fin bastardo? Porque estos son como los ladrones de guante blanco; gentes de buena familia que no se van a manchar las manos de grasa ni mijita. Aunque, ahora que lo pienso, a ellos también les pasa como a los de malamente y al nen de Pujol se le atribuyen casi tantos billetes en bolsas de basura como al mega hortera de Julián Munoz.
Pero dejando aparte la horterada de los billetes en el maletero, ellos son límpidos y dejan un rastro no fácil de seguir. Es como lo de Urdangarín, del que hacía tiempo que no hablaba. ¿Cómo vas a decirle que no le das pasta al yerno del rey, aunque te pida 500.000€ por patrocinar unas conferencias que duran una semana? Yo conozco a un ex-director de marketing de una gran empresa española al que Urdangarín le pidió esa cantidad desorbitada por el patrocinio de unos coloquios sobre deporte. Mi amigo le mandó a esparragar, pero ¿Cuántos directores de marketing pensaron: “De aquí me saco yo una foto con el Rey, como hay Dios”? Pues unos cuantos; eso sin contar con los políticos que doblaron el espinazo ante el ex-Duque de Palma dándole cantidades innobles de pasta a costa del contribuyente.
Y con los Pujolines pasaba igual; ¿Cómo vas a negarte en la Cataluña de hace 10-15 años a hacer un negociete con el hijo del molt honorabbble, aunque te esté pidiendo que te asocies con él para vender calefactores en pleno mes de julio en Qatar? «Joder; la idea es una gilipollez pero igual me acaba dando la mano Pujol y a lo mejor tengo un orgasmo», pensaría el interfecto. El problema es que ninguno de esos empresarios, ni políticos, ni Urdangarín, ni los Pujol tienen remordimientos. Ellos viven en el estupor y no entienden que se les acuse por hacer lo que se ha hecho toda la vida de Dios. Lo normal es que un empresario al que tú les has dado una obra pública haga una generosa donación a tu partido. Como eso igual suena feo, se hace a través de una fundación, que queda todo como mucho más limpio. ¡¡Ande va a parar!! Y lo normal es que ese empresario reciba al hijo del puto amo de Catalunya durante tantos años. Y lo normal es que si el muchacho pide ayuda para un proyecto, pues se la des. ¿Cómo no vas a ayudarle? ¿Estamos tontos?
En fin, no sé en qué acabará lo de la familia del Gran Patriarca, pero si tuviera que apostar dinero, lo apostaría a que van a salir inocentes por falta de pruebas, prescripción de los delitos o vaya usted a saber por qué. O sea; que me da que todo lo que presuntamente han hecho, les va a salir grátis. Y no, no es una errata; es que he adoptado la muy creativa manera que tienen en el Cabildo de la Catedral de Cádiz de poner las tildes. Resulta que en el anuncio de la visita CULTURAL a la Catedral, acentúan esta palabra. Hay que agradecer que, con lo poco valorada que está hoy la ortografía, al menos, la tilde fuera en la llana y no en la aguda creando un gratís.
CARTEL GRÁTIS
Versión 2

EL CANSINISMO

Hay cosas que uno acaba creyendo que son ciertas a base de repetirlas mucho. Últimamente, el mejor ejemplo es el “Espanya ens roba” (ahora “ens caça”) de Artur-Jabalí-Mas, pero ha habido muchos en la Historia; “los judíos nos roban” en la Alemania de los años 30, “Caudillo por la Gracia de Dios” en España durante 40 años, “hay armas químicas en Irak” de Aznar-Blair-Bush en 2002-03, “no hay crisis, sino desaceleración”, durante 4 años con ZP y “la Iglesia tiene muchos privilegios en España”, que es algo que llevo oyendo desde que tengo uso de razón y ahora está muy de moda.
Lo digo porque tanto PSOE como Ciudadanos, parece que van a llevar en sus programas electorales la desaparición de la asignatura de Religión de la enseñanza. Y para defender tal idea, no se argumenta únicamente con razonamientos como el del Estado laico, sino que se introduce, cada vez que se habla del tema, el mantra ese de que la Iglesia tiene muchos privilegios en nuestro país.
Es cierto que hay un Concordato de nuestro Estado con la Santa Sede y es verdad que, en la Constitución, hay una referencia expresa a esos acuerdos con la Iglesia Católica. Y pudiera parecer que todo eso es consecuencia de unas maniobras oscuras del Vaticano para mantener el Poder de Dios en la Tierra. Y, desde mi punto de vista, no tiene nada que ver con esto. Es lógico que, en nuestra Carta Magna, se hable de la Iglesia Católica y no de Islamismo, judaísmo o hinduismo, porque la presencia que estas religiones tenían en nuestra sociedad en 1978, era ínfima por no decir que inexistente. Pueden argumentar muchos que la Guerra Civil y el Franquismo colocaron a la Iglesia católica en una posición hegemónica que hoy ya no tiene.
Siendo discutible el origen de esa posición, siendo criticable cómo la Iglesia Católica llegó a acumular, durante siglos, las riquezas que posee, el único hecho cierto hoy, en 2015, es que la Iglesia tiene unas ventajas frente a otros cultos, a cambio de aportar mucho al Estado. Muchísimo.
No oigo a ninguno de esos que se quejan de que la Iglesia no pague IBI, recordar que el Estado del Bienestar que hoy tenemos sería absolutamente insostenible sin el apoyo de la Iglesia. La Cooperación, la ayuda al desarrollo, la educación, la sanidad, la asistencia social, la ayuda a los más pobres, el cuidado de los ancianos quebrarían sin la ayuda que ofrecen miles de instituciones religiosas que dependen de nuestros obispados. Eso por no hablar de la Cultura. ¿Cuántos museos, iglesias, salas y Teatros tendrían que cerrar si no estuvieran soportados por la Iglesia Católica?
Me hizo mucha gracia el otro día en el debate que montó Jordi Évole en Salvados, uno de los momentos en los que Albert Rivera dio un uppercut dialéctico al pobre de Pablo Iglesias. El líder de Podemos, que ha debido dormir malamente esta semana, se quejaba de que la Iglesia no pagase IBI y el líder de Ciudadanos le respondió que, por supuesto, pero que también debían de empezar a pagarlo partidos políticos y sindicatos. Coño; no sé ustedes, pero no tenía yo ni idea de que estas agrupaciones estuvieran exentas de tales pagos. Y no me voy a poner, en plan cínico, a preguntarme si partidos y sindicatos merecen esa prebenda, pero desde luego sí defiendo que, si ellos no pagan, desde luego la Iglesia también merece estar exenta.
¡Caramba! Me está saliendo una Cabra que parece que opto a un obispado, pero juro que no se trata de eso. Es que se me llevan los demonios (muy apropiado hablando de Religión) con estos clichés que impiden a la gente algo tan sencillo como hacer cuentas. Porque si a un amigo de esos furibundos anti-católicos le dices esto de que la Iglesia aporta mucho, te salen con que el origen de esa riqueza es bastardo, con Franco, el brazo incorrupto de Santa Teresa, la desamortización de Mendizábal y acabamos hablando de los Reyes Católicos. Y a mí me da perezón.
Lo que pasa es que estos que repiten las cosas como un mantra para acabar creyendo que son ciertas, me recuerdan al dueño de un supermercado que hay cerca de mi casa en Chiclana. Este comerciante piensa que, por el hecho de poner un cartel diciendo algo, ya está eximido de cumplir las normas. Es como si alguien pusiera en un cartel: “se les advierte de que, en esta tienda, cobramos más dinero a las señoras rubias de bote”. Asumo que las rubias del país denunciarían semejante atropello. Pues parecido es el papelito, que acompaño en fotografía, y que anuncia en este supermercado que, si durante la compra, se te cae algo y lo rompes, lo tienes que pagar al pasar por caja. Ignoro qué dice la ley del comercio al respecto, pero, vamos, si algún día (Dios no lo quiera) rompo un bote de melocotones en almíbar, como mucho, ayudaré a limpiar los restos. Ahora; como el dueño me pida que le pague la mercancía, doy por sentado que acabamos en el cuartelillo.
CARTEL PRE HOSTIAS

LA MALA CONCIENCIA

Sé que este Papa no cae muy bien a todo el mundo. Entre mis amigos más conservadores, cuando hablan sobre Francisco, siempre hay un soniquete como irónico, un deje de desprecio, un aire de poco respeto que les lleva a decir cosas como “Sí; es un Papa muuuuy simpático”. Que a mí me choca muchísimo porque, cuando yo me hartaba de criticar a Juan Pablo II (q.e.p.d.) o a Benedicto XVI, llegaba un punto en el que se cerraban las discusiones con el contundente: “Pues oye, es tu Papa y así es la Iglesia Católica; si no te gusta, te vas”. No sé dónde se les ha quedado esa disciplina jerárquica porque a muchos no les gusta un pelo lo que dice, ni lo que hace, este Sumo Pontífice.
Y yo, qué quieren que les diga, con sus fallos, con sus equivocaciones, con algunas cosas que me hacen no estar de acuerdo con él, este Papa me gusta mucho. Creo que ha venido a darle un tantarantán a mi Iglesia, a hacerla más humana, a acercarla más a los que sufren y a quitarle a la Curia ese aire de naftalina que hacía que miles y miles de fieles mirasen hacia otros lados. Pero, por encima de todas las cosas, lo que más me gusta de Francisco I es que, teniendo como tiene un cargo a medio camino entre Dios y la política fina, no es un político tradicional. Digo esto porque ayer leía la noticia de que, de nuevo, el Papa ha pedido perdón por los desmanes de la Iglesia. Si hubiera sido un Papa normal, un político normal, habría tenido anteayer a 25 asesores, analistas, politólogos y expertos en diplomacia que le habrían dicho: “Santo Padre, por Dios (no sé si esto se le puede decir a un Papa), no vuelva con eso, que ya hemos pedido perdón setenta veces y es remover la basura”. La mayor parte de los líderes políticos del mundo están convencidos de que los problemas desaparecen si uno deja de mirarlos. Y así gobiernan. Sus asesores, sus medios de comunicación y sus equipos, al dejar de mostrar la caca, piensan que ya no hay truño, aunque en ocasiones el hedor lo tengas metido en tu cama.
¿Quién se acuerda hoy de los refugiados? Por lo que veo cada día en las portadas de los periódicos y escuchando a nuestros políticos, pareciera que es un tema resuelto y que la emergencia humanitaria de hace unas semanas se ha acabado y que ya no hay hambre, ni frío, ni desesperación de miles de personas por huir del espanto de la Guerra.
¿Quién se acuerda hoy de Aylan Kurdi? Es que probablemente a botepronto a muchos ni les suene el nombre de este pobre niño cuyo cadáver tirado en una orilla removió las conciencias del mundo civilizado. Los desheredados del planeta, los que menos fuerza tienen, necesitan a alguien que ayude a mover esas almas dormidas, a despertarnos y ver que, aunque haya riesgos en la acogida, tenemos que ayudar a los refugiados. Es que con la excusa de que puede que vengan yihadistas infiltrados, está desapareciendo de nuestra conciencia el problema, pero está ahí. Por desgracia, vivo. Lo malo es que, en medio del empeño del Papa por no olvidar a los más necesitados, salen algunos de los suyos y abren una vía de agua. No entiendo que el arzobispo de Valencia, el cardenal Cañizares, no midiera ayer sus palabras al decir que, entre los refugiados, puede esconderse un “caballo de Troya” o abriendo interrogantes en su discurso como “¿Son trigo limpio?”, “¿dónde quedará Europa dentro de unos años?”. Son preguntas nada inocentes que, a los que dudan si acoger a estas personas, les deja muy tranquila la conciencia porque, claro, “si lo dice un arzobispo”… Y yo no estoy hablando de ser Peter Pan y no querer ver el riesgo. Es que no podemos olvidarnos de que hay gente sufriendo de verdad. ¿Imaginan qué habría pasado si, cuando nuestra Guerra Civil, algún país se hubiera negado a aceptar refugiados diciendo que entre ellos podría haber terroristas anarquistas o comunistas y delincuentes comunes? Estoy seguro de que, entre aquellos trenes, barcos y columnas de gente caminando, habría algún hideputa, pero la mayoría de los que huían eran personas desesperadas por el horror, por el hambre y por la crudeza de la intemperie. Y eso, pasados ya casi 80 años, pues se nos ha olvidado. Y nos puede el miedo. Y disculpo que nos pueda el miedo a los ciudadanos normales, pero no a los políticos, ni, mucho menos, a un hombre de Dios como es Cañizares, que hoy debería tener mala conciencia.
Cuando pienso en la gente con buena y mala conciencia me acuerdo siempre de mi abuela Julia. Era una de las mujeres más buenas que he conocido, y una abuela adorable, pero alumbró 13 hijos y la única manera que tuvo de educarlos bien fue ser una madre muy estricta. Mi madre siempre contaba que, cuando eran pequeños, si uno se la cruzaba por el pasillo y se tapaba como temiendo un coscorrón la abuela decía: “Si por algo me temes, es que algo me debes” y, basándose en esa supuesta mala conciencia, te arreaba un pescozón o te daba una colleja.
Estoy seguro de que Francisco, jamás se habría llevado una colleja en aquellos pasillos. Ahora, Cañizares, si se hubiera cruzado ayer con mi abuela se habría ido a dormir con la nuca más colorada que un pimiento morrón.

LAS PERVERSIONES

No teman mis lectores más pacatos, que no voy a hablar de marranadas. Bueno. O sí; que al final de esta Cabra les tengo preparada una sorpresa que algo marrana sí que puede ser. Pero yendo al título, cuando digo perversiones no pienso en la zona inferior a la cadera, sino en nuestros políticos. Me refiero a la habilidad con la que algunos políticos pervierten el lenguaje y la realidad para que, en vez de una oblea, nos traguemos en la Comunión una rueda de molino del tamaño de un todoterreno. Y, en eso, como en todo, hay unos que lo hacen mejor y otros peor. Un buen político es aquel que, después de haber oído 70 veces junto a ti la canción de Roberto Carlos, consigue convencerte de que el gato es rojo y está contentísimo. El mal político es el que, cuando te dice eso, piensas; este tío es gilipollas. Y en los últimos tiempos tenemos un montón de ejemplos. Rajoy y parte de su gobierno y su partido dejando claro que el que se devuelvan pagas, Moscosos y otras cosas a los funcionarios no es una medida electoralista. Pablo Iglesias intentando convencernos de que los leninistas amables, en menos de un año, han devenido poco menos que en demócrata-cristianos. Mas asegurando que el que se le llame a declarar por incumplir la Ley es una merma de la democracia. O el Presidente del CGPJ diciendo, en ese mismo acto, que la justicia no está politizada.
El político suele estar tan rodeado de pelotas que le cuentan milongas que acaban pensando que los ciudadanos somos imbéciles. Y a veces, la verdad, parece que lo somos, pero por lo general, tarde o temprano, nos acabamos dando cuenta de que nos la quieren dar con queso. Y, cuando el político y su entorno se topan con la realidad, sufren una estupefacción ilimitada. Pongo el ejemplo de la ex mujer del ex alcalde de Marbella, Julián Muñoz. Está en prisión y, el otro día, salía por la tele su abogado diciendo literalmente: “Maite siente que está sufriendo un auténtico escarmiento”. ¡Caramba!, ¿y qué se creía? Es que algunos, y los políticos forman parte de esos algunos, se convencen de que no pasa nada por meter la mano en la caja, por llevarte a casa bolsas con billetes de 500, por colocar a los cuñados, por darle una obrita a tu colega, o por montar una empresa con testaferros, otorgarle contratas y forrarte, que, total, quién se va a enterar. Muchos han mostrado piedad, lastima o empatía con Julián Muñoz, al que hemos visto, en estos días, demacrado y hundido en el juzgado. Yo no le deseo a este hombre ningún mal. Pero creo que esa imagen debe mostrarse para que los políticos y los malos en general vean lo que castiga la cárcel. Que no es una broma. Que si robas, la cagas. Otra cosa es que yo tenga la sensación de que este ex alcalde de Marbella se esta comiendo todos los marrones que no se han comido otros muchos. Es el cabeza de turco. Que se vea que hay justicia y si, en el trayecto, algún otro se nos escapa pues bueno, qué se le va a hacer.
Esa estupefacción de Maite Zaldívar es similar a la que está sufriendo Pablo Iglesias después de la leche que se dieron en Cataluña. Iglesias es otro que está rodeado de pelotas en modo “máxima laudatio” y es de esos que, no sólo te convencen de que el gato es verde y alegre, sino que, además, te asegura que es un perro. Oye; es que lo hace tan bien que le oyes maullar diciendo guau. Este vendedor de elixires era un comunista convencido hasta hace un año y pico. He visto vídeos y he leído escritos y diversos programas y pre-programas de Podemos y pre-Podemos que me provocaban un grave erizamiento de los pelos de la nuca. Porque el comunismo, no sé por qué, tiene mucha mejor imagen que el fascismo, pero yo, cuando oigo a los políticos de ambos ismos se me encoge el estómago y alguna cosa más.
Lo único que diferencia a los tiranos comunistas de los tiranos fascistas es el camino para llegar a la tiranía. El fascista tiene claro desde el principio que debe ser él, y nadie más, el que conduzca al pueblo por el buen camino porque, sin su guía, los pobres, están perdidos. El comunista va de otro rollo; que si el proletariado, que si decidimos entre todos, que si las asambleas, pero luego llega un momento en el que se dan cuenta de que nadie como ellos para liderar el proceso y notan lo que molestan los que no opinan como tú. Y empiezas a desacreditarles y, si con eso no es suficiente, los encarcelas o, directamente, te los cepillas. Que es más barato y ayuda mucho más a infundir pavor, que esa es la base de funcionamiento del fascismo y el comunismo. Y como los de Podemos ven que el comunismo da miedito pues ahí están en un viaje hacia la moderación. Ya no hablan de guillotinas, ni de asaltar el Parlamento, ni de expropiar a los ricos, ni de un sueldo para todos. No. Ahora Pablo Iglesias pretende ir de demócrata de toda la vida y han edulcorado tanto su mensaje que, en Cataluña, los más radicales de izquierda le han dicho: que te den. Y de ahí su estupefacción; que ve que el muchacho de naranja ha hecho calar su mensaje mejor que ellos y por eso a Albert Rivera le llueven golpes desde Podemos, PP, PSOE, CDC, ERC… Igual es que están haciendo algo bien.
Y por cierto, les había prometido una marranada para el final. Bueno, más que marranada, para mí es una sorpresa mayúscula. Es un cartel de publicidad de una clínica ginecológica que me encontré el otro día en un aparcamiento público de Málaga. Un cartel de casi dos metros por uno. El título más gordo hay que reconocer que es jugoso, porque anuncia la “Ampliación del punto G”, pero no se pierdan el resto de imaginativos tratamientos que propone el doctor para el aparato reproductor de la mujer. Lo mejor fue el comentario de uno de mi equipo al ver semejante publicidad: “¿Pero qué coño es esto?”
Pues eso.
Versión 2

LA LEY

Me van a perdonar que me ponga pesadito. Uno de los hombres que mejor me conocía, Jesús Hermida, tardó muy poco tiempo en calarme cuando empecé a trabajar con él. Yo, cuando tengo algo claro, soy así como insistente, tenaz, pesado, vamos; lo que se conoce como un coñazo supino. Un día en el que el pobre Jesús debió tener que escucharme decirle algo unas siete veces, me soltó: “Filfilito, hijo, eres un sinapismo”. Yo, lamentablemente, entonces no conocía la existencia de esta palabra, pero, asumiendo que algo bueno no era, disimulé, puse cara de póker y me fui al diccionario de la RAE a buscar la definición. La primera acepción habla de una cataplasma hecha con polvo de mostaza, la segunda era la mía: “2. m. coloq. Persona o cosa que molesta o exaspera.”
Pues a mí los nacionalistas en general y los catalanes, en particular, me parecen un sinapismo. Y yo otro hablando de ellos. Pero es que lo que ha sucedido tras la llamada a declarar como imputado de Mas y sus cómplices por la patochada de la consulta aquella, es un síntoma de lo enferma que está la situación. Aquí hay unos líderes políticos que saben que hay una cosa que no se puede hacer. Y no sólo la hacen, sino que aseguran que no están transgrediendo la ley, porque tienen razón y responden al mandato de un pueblo. Tócate los compañeros. Esto es lo que forma parte del delirio del que hablaba en la Cabra del lunes. Hay unos dirigentes que se empeñan en mostrar a su ciudadanía una realidad pervertida a través de las escuelas y de unos medios de comunicación entregados a la causa. Y los medios de comunicación y las escuelas, bien utilizadas, pueden llevar a los pueblos a delirar en común. De eso se sabe mucho en países que han pasado por el totalitarismo como Alemania, Rusia, Chile, Cuba… o incluso España, hasta hace bien poco. Y lo de los medios, en Cataluña y en democracia, se ha hecho a conciencia y desde hace mucho tiempo.
Esto no me lo ha contado nadie; me pasó a mí. Hace 17 años acudí al estreno de un programa de Ramón Pellicer en TV3. Cuando llegué, Ramón me dijo que me haría primero a mí una entrevista y que luego habría un debate sobre la Telebasura. Yo entonces presentaba Impacto TV y, en aquellos tiempos, aquel programa se consideraba lo peor y se iba a hablar de lo que en catalán se conoce como “Tele Escombrería”, que hay que reconocer que suena mucho mejor que en español.
La cuestión es que Ramón me anunció que me iban a poner un pinganillo para que pudiera entender durante el debate a aquellos que me hablasen en catalán. Lo que no me dijo es que la entrevista iba a tener la descortesía de hacérmela en una de las dos lenguas co-oficiales en Cataluña. Cuando me hizo la primera pregunta en catalán flipé. No tengo nada en contra de los que hablan en otras lenguas y creo que hay reclamar el derecho y la obligación de defenderlas, pero no hasta el absurdo de que se me haga una entrevista en Barcelona en catalán y no en español. Que esa es otra; el absurdo de que el español, en España, se tenga que llamar castellano. Somos el único país del mundo en el que nuestro idioma no se llama español.
Pero me desvío; a lo que voy es a que no le dije nada a Ramón, porque es un encanto de tío y estaba estrenando programa, pero estuve a punto de saltar durante el debate. En plena refriega, un señor del público empezó a discutir conmigo y, de manera instintiva, dejó de hablar en catalán y empezó a hablarme en español. Al instante, Ramón le cortó y le dijo en catalán: “Carlos tiene traducción simultánea, así que, por favor, háblele en catalán”. El pobre señor se quedó cortadísimo, igual que yo, y continuó en catalán. Al terminar el programa, después de darle la enhorabuena, le dije a Ramón lo que pensaba sobre el asunto del uso del catalán y me dijo que eran órdenes estrictas; si alguien sabe hablar en catalán debe hablar en catalán.
Probablemente alguien me tache de exagerado, pero estas cosas son las que acaban convirtiendo esto en un problema. Esas son técnicas de países totalitarios. Igual que se decide eso, se va contando en cada informativo, en cada programa, en cada libro, en cada radio, una realidad pervertida en la que, por poner mi ejemplo, nadie habla en español, o en castellano, si lo prefieren. Y esa realidad pervertida es la que conduce a que haya media Cataluña cercana al delirio, convencida de que no pasa nada por saltarse la Ley y que, si alguien va a por ti por ello, es porque es un anticatalán cabrón.
Pues yo, qué quieren que les diga, cuando salen estos listos que hablan de tener cuidado para no generar mártires por la causa nacionalista, me acuerdo de cuando se empezó a ir a por los concejales de Herri Batasuna y a por todo el entorno de la banda. ¿Cuándo se acabó ETA? Cuando se fue a por los hideputas que les conseguían dinero, cobijo y coartadas políticas, sencillamente, porque transgredían la Ley. Obviamente no es lo mismo, porque en Euskadi hablábamos de asesinos y sus cómplices, pero, en el fondo, es igual; es gente que cree que un sentimiento nacionalista es lo suficientemente noble y bueno como pasarte la ley por ahí mismo y que no tenga consecuencias. Y, si a tu lado en la manifa hay un montón de gente, estás súper legitimado para hacerlo porque “El pueblo está conmigo”. Lo malo es que, en democracia, el pueblo está contigo o no está contigo en las urnas. Y, majos, lo que os dijeron el domingo las urnas, creo yo, es que dejéis de dar la brasa. Aunque sea un ratito.