JO-DER

Y me van a perdonar que titule con una palabra malsonante. Pero imagino que ha sido, junto con ¡co-ño! la expresión más usada en España cuando esta mañana nos hemos levantado con la noticia. Con el notición; Donald Trump es el presidente de los Estados Unidos de América. Supongo que la mitad de los americanos habrán dicho, por su parte, Oh my God!! o, los más bastos, What the fuck!! pero la victoria de este populista de derechas ha dejado a más de medio mundo boquiabierto y, reconozcámoslo, acojonado.
Aunque no sé de qué nos sorprendemos. Ha ganado un candidato populista, xenófobo, capitalista salvaje, machista, cuyos principales méritos son el de construir un imperio económico con más trampas que Daniel Boone y el de ser un buen personaje televisivo que se come la cámara. ¿Qué nos sorprende? Aquí en España hay un partido como Podemos que ha obtenido en las últimas elecciones más de cinco millones de votos, cuyo líder, Pablo Iglesias, es populista, comunista y su principal mérito es ser profesor universitario (no ha sido ni jefe de departamento) y poseer una extraordinaria telegenia. Iglesias y sus colegas fueron capaces de construir, por los platós de toda España, un discurso encendido que calaba fenomenal en la gente más golpeada por la crisis y en los votantes más cabreados con la corrupción política generalizada. Él se presentaba como el paradigma de la limpieza, de la rectitud, de la vuelta a la tortilla para ayudar a los más necesitados, aunque, en el discurso, se le escaparan algunas cosillas sin importancia, que iban dando una idea de que la hoz y el martillo iban a estar en lo que hoy los finolis llaman “su hoja de ruta”. Hay cosas en el discurso de Trump que, al leerlas, ponen los vellos de punta porque recuerdan a pasajes de Mein Kampf, aquel librito tan simpático en el que Hitler expuso sus ideas. Hay cosas en los discursos (han ido cambiando) de Podemos que recuerdan horriblemente a los manifiestos comunistas de las diferentes épocas. Pero eso no importa. Claro. Es mucho mejor ser comunista que nazi o fascista. Es mucho peor Trump; porque es de derechas. Y a mí, qué quieren que les diga, me erizan los vellos tanto unos como otros. Pero en España y, en Europa en general, hay una especie de simpatía pasiva, cuando no activa, hacia los comunistas, como si fueran unos alegres muchachotes nada peligrosos.
Trump es un peligro. No sabemos aún si va a hacer todo lo que ha ido diciendo en una campaña electoral delirante. Pero, si lleva a cabo un 60 por ciento de las cosas más delicadas que ha prometido, nos vamos a enfrentar en los próximos meses a una visión del mundo radicalmente distinta a la que teníamos. Llevamos ya un tiempo asistiendo a este cambio de era. Y, como suele pasar en las grandes transformaciones, sólo se ven desde lejos y dejando pasar el tiempo. Pero, al igual que en el primer tercio del siglo XX, después de una crisis económica bestial y de una crisis de valores tremenda, llegaron los populistas a encender a los pueblos con discursos que nos condujeron a dos guerras mundiales y a un sinfín de guerras civiles, golpes de Estado y conflictos armados de diversa índole. Ahí están Putin, Trump, el triunfo del Brexit, los Islamistas Radicales… Y en España ahí tenemos a los de Podemos. Que hoy son comunistas, mañana socialdemócratas de toda la vida y pasado son otra vez comunistas fetén. Lo que sea, con tal de seguir rascando votos. Y no crean, como dicen muchos analistas, que a los de Podemos les votan personas desesperadas, tontos y seres fáciles de convencer. Yo conozco a bastantes personas bien inteligentes a las que les ha calado este discurso y que están convencidas de que Iglesias and friends son una buena cosa en el Parlamento. Y no hay que subestimar a alguien que consigue más de cinco millones de votos. Hace años, el sociólogo Amando de Miguel en un programa de Hermida, hablaba sobre el triunfo de los programas de televisión basura. Había tertulianos que decían que esos programas sólo los veían personas de baja cultura y extracción socioeconómica humilde. Amando respondía que no; que cuando te ven millones de personas hay entre tu público tontos, listos, gordos, flacos, urbanos, rurales, ricos y pobres. O sea.
El problema de todo esto es que este tipo de líderes se esconden en la pasividad de los que no los quieren. En esa mezcla de incredulidad y estupefacción que conduce a la parálisis. En ese pensamiento de: “Bueno; no seamos exagerados”. “Tampoco será para tanto”. “Eso a nosotros no nos va a pasar”, que era el título de un artículo que escribió un Venezolano en “El País” contando lo que ellos decían cuando ganó Chávez por primera vez en la República Bolivariana. Pues ya está pasando. Allí. Aquí. En Reino Unido. En Rusia y, desde hoy, en los EEUU. Podemos ponernos optimistas y pensar que quizás a Trump la Casa Blanca le dé un punto de cordura, pero lo más parecido a Donald que yo he conocido (Berlusconi y Jesús Gil) lejos de mejorar, con su llegada al poder desparramaron de manera definitiva.