EXPERTA EN SEMEN

No dejen correr sus imaginaciones, que no estoy hablando de ninguna heroína del porno, ni tampoco de aquella moza, a la que hizo célebre Pepe Navarro, que se entretenía en fabricar todo tipo de cosas con líquido seminal humano. Los guionistas de Pepe, que eran unos cachondos, pusieron en el rótulo: “MARILOLI NOSÉQUÉ; SEMENARISTA”. No hablo de ella. La experta en semen resulta que es mi hermana y, el que la presentó así, su futuro yerno, que es mi futuro sobrino. Era uno de esos días cumbre en la vida de un hombre. Alejandro, que así se llama el novio de mi sobrina Marta, quería que sus padres conocieran a su amada. Quedaron a cenar y, cuando llegó el momento de las indagaciones sobre las profesiones paternas, Alejandro se embaló y decidió titular a mi hermana como experta en semen. Y, hombre, es así, pero está mal explicado. Mi hermana, como la Obregón, es bióloga. Bioquímica, para más señas, y trabaja en el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Allí, entre otras cosas, hace estudios de ADN y, de vez en cuando, le toca hacer exámenes de sangre en certificados de paternidad, pero, sobre todo, su especialidad son los análisis de semen para encontrar perfiles en casos de esos espantosos de violencia sexual. O sea, que sí, pero no.
Es que es importante contar bien las cosas. No sé; por ejemplo, en el comité del PSOE debió haberle explicado alguien a Pedro Sánchez que a él no le echa ningún sindicato del crimen, ni las mafias poderosas, ni las conjuras mediáticas. Que puede que ayudaran. A Pedro Sánchez lo echan los millones de españoles que votaban PSOE y dejaron de hacerlo con él como cartel electoral. Y mientras no acepte eso puede seguir equivocándose unos cuantos años más. En favor de los compañeros de Pedro Sánchez en el comité federal hay que reconocer que hay cosas que son difíciles de explicar. Siempre que pienso en eso me acuerdo de la Cospedal contando lo de la indemnización en diferido de Bárcenas. En descargo de la Secretaria General del PP hay que afirmar que era un morlaco de esos difíciles de torear, pero, coño, un poquito de preparación igual habría ayudado a que aquella rueda de prensa no pasara a los anales, y nunca mejor dicho lo de anales. Porque lo explicó como el culo. Pero bueno, la compensación por aquel mal trago no ha estado mal y ahí está Mª Dolores de Ministra de Defensa.
Otro que lo mismo llega a Ministro de Defensa (y me sobrecojo al pensarlo) es Ramón Espinar. Tampoco era fácil de explicar lo de su pisito. O sea. Resulta que eres el profeta de la corrección y de la santidad en el ejercicio público, te tiras el día dando lecciones a los fascistas que te rodean de cómo hay que ser y cómo hay que hacer y te pillan con el ice cream trolley, pero de marrón. O sea; de brown. Espinar dio lecciones hace un tiempo sobre lo que se debe hacer con la vivienda protegida y él mismo se ha pasado sus propias recomendaciones por el espacio inguinal. Vaya; por los mismísimos compañeros. Por si alguien no lo recuerda; Espinar accede, sin nómina que lo sustente, a una vivienda protegida por 146.000 euros. Y, sin vivir en ella, la vende poco después sacando una plusvalía de 30.000. Y lo malo no es eso; es que nos mira a todos los que le afeamos el asunto como a los peores sicarios de la caverna mediática de la derecha rancia y golpista. Es que me descojono. Que no, hijo. Que lo de tu piso lo vas a entender rápido. Pensemos en una escena. Sorprenden a un caballero manteniendo relaciones con una meretriz en un hotel de las afueras de cualquier ciudad. Así dicho no suena raro. Pero claro, comprenderás que no es lo mismo que el varón copulador sea un soltero; un señor comprometido y a punto de casarse; yo mismo, que llevo 25 años de feliz matrimonio; o el muy conservador arzobispo de Toledo y que me perdone su Excelencia Reverendísima, por meterle en este lío. Pues contigo pasa igual. Si vas dando lecciones a los demás, el día en el que te pillan debes irte. Y ni te vas, ni te echan. Todo lo contrario. A ti, en vez de un ministerio, tus afiliados te han dado el mando en Madrid. O sea que, como a Cospedal, unas malas explicaciones te han servido para salir vivo y triunfante. Pues vale.
Pero esto de explicar mal las cosas no sólo le pasa a mi futuro sobrino y a esos políticos que Dios nos ha dado. También hay clérigos a los que se les olvidan las buenas enseñanzas en Oratoria de los Seminarios. Recuerdo una boda en la que intervenía el coro de Cámara en el que cantábamos mi mujer y yo. La pobre de la novia era fea como un pie y a todos nos resultó sorprendente que, ni siquiera en ese día, hubieran conseguido sacarla de esa fealdad resplandenciente. El cura era un tío joven y de esos que intentan en sus homilías hacerse con la feligresía en plan enrollao. Y allí se puso a hablar sobre la magia del amor; sobre el hecho incomprensible de que dos personas que no se conocen de nada, un día se miren y decidan ser el uno para el otro por siempre jamás. La química. El flechazo. Pues en esa estaba el reverendo cuando empezó a liarse y a meterse en un jardín lleno de espinas hasta que llegó a la frase que nunca debió pronunciar. Teniendo enfrente, probablemente, a la novia más fea que había visto nunca dijo (y utilizaré nombres supuestos, porque no los recuerdo): “Mira que hay mujeres guapas en el mundo y tú, Antonio, vas a fijarte en Mª Luisa”. Esa frase, dicha con un monumento enfrente, la habría entendido todo el mundo. Teniendo en el reclinatorio a una de las hermanastras de Cenicienta, no la entendió ni Dios.