Lo hablaba anteanoche con uno de los tíos más listos que conozco; José Manuel Lorenzo, hoy productor de TV de mucho éxito y, en su día, director general de Antena 3 y Canal+. Estábamos cenando con otros tres amigos en uno de los restaurantes cercanos al Palais des Festivals de Cannes, después de un día agotador dando vueltas por los stands del Mipcom, que es una feria internacional de TV. Hablábamos de política, del auge de los populismos y de cómo las mayores potencias de la tierra están en manos o de dictadores o de presidentes elegidos democráticamente, pero con unos modos tiránicos que, francamente, dan mucho miedito. Y, hablando de dictadores, comentamos el esperpento al que hace referencia este chiste que circula por wassap; los dos actores de Pulp Fiction descojonándose del absurdo de que saquen a Franco del Valle de los Caídos para meterlo en la Catedral de la Almudena. Y no solo eso; es que me gustaría conocer cuántas visitas tenía Franco antes de que estallara todo esto o, directamente, cuántas personas en España recordaban que el cadáver de Franco reposa allí. Estoy totalmente de acuerdo en que un dictador no debe estar enterrado en un lugar en el que da la sensación de que se está glorificando su figura, pero, en ocasiones, cuando intentas mejorar las cosas lo único que consigues es que te salga el tiro por la culata y te revientes la cara. Que, por cierto, para ser una frase tan popular, me gustaría conocer a alguien que conozca a alguien al que, literalmente, le haya salido un tiro por la culata.
A lo que voy es a que, frecuentemente, en la política, los tiros te salen por donde no quieres. Especialmente si te dedicas al “postureo” que es, quizás, uno de los grandes enemigos de nuestra era. Para los que no tengan claro qué es el postureo, según la definición de mis hijos, es la tendencia a decir o hacer cosas por quedar bien, por intentar dar una imagen que realmente no responde a lo que eres. Vaya; para mis hijos: ir de motivao. Y en eso del postureo nuestros políticos son unos especialistas. Y, además, tienen el gran defecto de lanzarse al postureo, en muchas ocasiones, sin pensar y, claro, se pegan unas leches descomunales. Para mí el paradigma del postureo es la crítica al contrincante por la corrupción. Que PP y PSOE se critiquen unos a otros por la corrupción es tan ridículo que no se entiende que no les dé la risa cuando se tiran los trastos. Lo malo es que el mensaje cala y mis amigos muy del PSOE o muy anti PP o los que son muy del PP o muy anti PSOE, cuando te metes con el uno te sacan la mierda del otro y te dicen: “Sí, pero lo que es increíble es…” y en los puntos suspensivos pongan los ERE, si el interlocutor es del PP, o la Gurtel, Bárcenas, los sobres… si el interlocutor es del PSOE.
O lo de la dacha. Que ya parece que se olvida, pero uno de los maestros del postureo es el ex–post-comunista Pablo Iglesias. Este ex-austero ha cambiado su discurso desde el poner guillotinas en el Congreso o freír a impuestos a los multimillonarios que se compran áticos de 600.000 euros. a comprarse un casoplón que debería ser sonrojante para uno de los límpidos profetas de la Política Nueva con mayúsculas. Y ha superado el sonrojo con una soltura inigualable.
Podría seguir desgranando postureos, pero quería quedarme con la que se está liando en los últimos tiempos con el uso del ellas y ellos al hablar de cualquier cosa y poner en femenino todas las palabras y palabros. Lo de la diputada de Podemos y Podemas hablando de que las niñas tienen derechas. Qué triste. O la que se ha liado con los dos concursantes de Operación triunfo pidiendo cambiar la letra de una canción de Mecano en la que se decía: “Siempre los cariñitos me han parecido una mariconez”. Lo de mariconez les parecía ofensivo y lo querían cambiar por gilipollez, sin tener en cuenta que seguro que existe una “Asociación del Estado Español de Gilipollas y Gilipollos”. Que esa es otra; como se pongan a analizar las letras de las canciones, hay que cambiar el catálogo entero de la copla y la canción española y parte del repertorio de solistas y grupos españoles, como aquella canción de Radio Futura que decía: “Y si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la pared, te voy a dar una paliza por haber escrito mi nombre dentro”. En fin.
Para acabar con tanta tontería, sería bueno que todos nos imbuyéramos del espíritu de los niños que lo ven todo clarísimo y hablan sin tapujos. Hace unos días nos contaba una amiga de mi suegra una frase grandiosa de su nieta. Llevaba la pobre niña unos días oyendo hablar en el colegio de Darwin y de la evolución y a ella le debía parecer horrible eso de descender del simio. Y se lo preguntó a su madre: “Mamá: ¿a que los hombres descienden del mono y las mujeres de las princesas?”
Y, es curioso, he terminado esta Cabra sobre el postureo sin hablar, precisamente, del gran posturitas nacional; nuestro Presidente del Gobierno. Pero del gran Pedro Sánchez hablaremos otro día que, ya que estamos de postureo, confieso que me tengo que ir al Palais a reunirme con unos tíos de una tele de Singapur. No sé si les voy a vender ni media escoba, pero reconocerán que el contexto de la frase es glorioso.