HAGÁMOSLO, COÑO

Perdón por arrancar así. Pero estoy hasta las mismísimas. Imagino que les pasa porque constato que les sucede a muchas personas que conozco. Que estamos hartos de escuchar a políticos y a ciudadanos de diferente signo (sobre todo de Podemos y Nacionalistas) insistir en que no estamos en un Estado de Derecho fetén. Cierto que algunas cosas que han pasado últimamente por el Supremo les dan la razón. Pero esa insistencia, por ejemplo, en que nuestra Constitución no es legítima porque tiene 40 años, porque no la votamos los que hoy tenemos menos de 60 o porque fue redactada a la sombra del Franquismo, a mí me molesta profundamente.

Hagámoslo. Aprovechemos el 40º aniversario de la mejor Constitución que ha tenido España para reformarla. Quitémosle al gran vendedor de elixires Pablo Iglesias la cantinela de que es un Texto alumbrado por un estado fascista y que no hemos votado. Hagamos los Grandes Cambios y votémosla. Votemos si queremos un Rey y una Monarquía Parlamentaria. Y un sistema electoral diferente en el que los partidos nacionalistas no nos tengan cogidos por los cojones cada vez que hay un gobierno en minoría. Y una ley de educación que no se pueda cambiar cada 4-6-8 años. Y una verdadera separación de poderes que aleje de los políticos la capacidad de decidir sobre el gobierno de los jueces y tribunales. Y, ya de paso, cambiemos el código penal y hagamos una ley que permita, por ejemplo, meter en la cárcel sin discusiones peregrinas a indeseables como los políticos catalanes que hoy están presos mientras se sienten una suerte de Mandelas del Penedés o Gandhis del Maresme. ¿Que no es sedición ni rebelión? Pues no lo sé. No soy jurista. Lo que sé es que una democracia seria como la nuestra no puede permitir que haya políticos que se pasen las leyes por el escroto y que, además, animen a su pueblo a acompañarles en el incumplimiento de las leyes porque “ellos tienen razón”. No sé cómo se tiene que llamar el delito, pero actuaciones como esas tienen que tener un castigo gordo.

Así que, venga, coño, vamos a darnos una nueva Ley de leyes. Y votémosla todos los españoles. Y si gana esa Reforma de la Constitución y decidimos estar juntos, con un Rey, con una bandera rojigualda, con una letra para el himno… pues igual conseguimos que todos los que dicen que nuestro Estado es ilegítimo se callen de una vez por lo menos durante unos años. O mejor; unos lustros.

Aunque, siendo sinceros, no tengo yo muchas esperanzas porque, para que sucediera eso, imagino que tendrían que juntarse en farragosas comisiones los políticos que hoy están, y no los veo poniéndose de acuerdo antes de 2050. Quizás para entonces ya no sea Presidente del Gobierno Pedro Sánchez, aunque seguro que sus asesores le cuentan que tiene posibilidades de perpetuarse porque con nuestro Primer Ministro empieza a pasar como con el Rey Desnudo. Que ya sólo son los muy pelotas, los que están muy cerca, los que le siguen diciendo que es guay y que su Presidencia del Gobierno va a pasar a la historia como uno de esos períodos memorables; como la presidencia de Kennedy o aquellos días dorados del primer gobierno democrático de Suárez tras las primeras elecciones libres. Dado que la niña de su vídeo parece que no se lo dijo, tendría que aparecer algún otro niño para decirle a Sánchez que esto está siendo patético.

El político del “NO ES NO” está convirtiéndose (bueno; él y sus ministras y ministros) en el paradigma del “NO ES SÍ, PERO BUENO, QUIZÁS NO, AUNQUE YO NO DIJE ESO”. Y así estamos. En una minoría aparentemente cada vez más minoritaria, con Pablo Iglesias ejerciendo de Conde-Duque de Olivares. Con todos sus frágiles socios recordándole promesas que Sánchez, por supuesto, niega. Improvisando decisiones y decretos como quien esquiva pinchos mientras cae a toda velocidad por un tobogán lleno de cactus. Y los españoles, como con lo de la Constitución, esperando que nos dejen votar de una vez. Ayer compartían mis amigos del PP un vídeo en el que Sánchez hace unos años criticaba a Rajoy por prorrogar los presupuestos y exigía elecciones inmediatas si un gobierno no era capaz de aprobar una ley tan esencial. Estoy esperando para ver cuándo aparece alguien del gobierno a decir que el Presidente jamás ha dicho eso, porque, claro, cuando lo dijo, no era Presidente.

En fin. Que hace falta que entre en escena un niño y que le hable a Sánchez con esa sinceridad y esa franqueza con la que hablan los que no han cumplido diez años. Debería cruzarse con algún churumbel parecido a un primo de mi mujer que un día, harto de que le contaran milongas en cada Misa, cansado de sentirse engañado por sacerdotes y familiares le hizo a su madre, temeroso de estar en Pecado Mortal, la confidencia definitiva: “Mamá, a mí este Cordero de Dios me sabe a barquillo”.