Es la primera vez en mi vida que me despierto en el día del Padre no recordando a mi progenitor, sino acordándome de la Ministra de Educación, Isabel Celaá. Esta mañana volvía a desencuadernarme de la risa recordando cuando estaba yéndose de la Portavocía del Gobierno y se le ocurrió decir, con dos trompas de Falopio; “No podemos pensar, de ninguna de las maneras, que los hijos pertenecen a los padres”.
PARA QUÉ VAS A PEDIR DISCULPAS…
Yo sé que ella, la pobre, en el fondo, no quiso decir exactamente eso. Pero un político, antes muerto que rectificando y la Ministra y sus adláteres, en los días posteriores, se rebozaron en aquella frase. Y seguramente, en esa parte del cerebro en la que se esconde nuestro orgullo de niño pillado en un renuncio, la Celaá siga cada mañana buscando auto-excusas para acabar llegando a la conclusión, algún día, de que ella tenía razón.
Pasa mucho en la política. Un político mete una gamba. Bueno, una gamba no; mete la flota entera de Pescanova y a un millón y medio de Rodolfos Langostinos. Mientras la prensa no afín al político y la ciudadanía se descojonan, los pelotas del prohombre o de la promujer, se esfuerzan en hacer parecer que no ha sido una metedura de pata, sino una interpretación maliciosa de los demás. O, como sucedió con las “portavozas” de Irene Montero (a la que deseo una pronta recuperación) una “defensa del lenguaje inclusivo para hacer más visibles a las mujeres”.
NO SE SALVA NADIE
Es que piensan que somos gilipollas. Y a lo mejor lo somos. Porque esto no es un tema de partidos. Todos lo hacen. ¿Para qué va a pedir perdón Pedro Sánchez por la soplapollez de mantener la manifa del 8M? “Ya se les olvidará”. ¿Para qué va a rectificar la Cospedal aquella mamonada inexplicable de la “indemnización en diferido”? “Tranquila, Cospe, que no se han dao cuenta”. ¿Para qué va a explicar Rajoy, entre otras perlas, aquello tan brillante de: “Es falso todo, salvo alguna cosa”? “Tranquilo, presi, que a un plasma no se le repregunta”
Eso por no irnos más lejos y cuestionarnos por qué la hoy vicepresidenta Calvo hizo historia con su “El dinero público no es de nadie”. O ZP con lo de que “España está en la Champions League”, cuando nuestra economía se deslizaba por un enorme retrete. O Acebes que dijo el nefando 11M lo de que “todos los indicios apuntan a la responsabilidad de ETA”. Y todavía sigue sin pensar que igual debería haber pedido disculpas.
LOS POLÍTICOS Y SUS PELOTAS
No creo que les dé lo mismo. Lo que les pasa es que, a su alrededor, nace un coro de pelotas (que ríete tú del de los esclavos de Nabucco) defendiendo la pollada. Y, en su entusiasmo “lameculista” impiden que el preboste o la prebosta hagan un poco de análisis o, como nos decían en el Catecismo de nuestra infancia, examen de conciencia, propósito de enmienda y acto de contrición. Y así van ellos, los interfectos y las interfectas, felices, pensando que los que necesitan ayuda profesional no son ellos, sino los que les seguimos votando.
Que, por cierto, ya que he hablado del Catecismo, no quería terminar esta primera Cabra del coronavirus sin hacer referencia a la pedazo de Cuaresma que estamos viviendo. Yo no pienso que pueda ser considerado un cristiano ejemplar, pero creo que creo, e intento conducir mi vida por un camino lo más cercano al que marcó aquel joven de 33 años que, hace casi 2 milenios, puso esto patas arriba.
CUARENTENA CUARESMAL
Es curiosa la coincidencia en el tiempo y en la raíz morfológica para esta Cuarentena y para la Cuaresma, que marca los 40 días que van, desde el miércoles de ceniza, hasta la cena de la Pascua judía, nuestro Jueves Santo, que fue la Última de Jesús. Yo, que como digo no soy un cristiano muy ortodoxo, intento siempre hacer algún sacrificio en la Cuaresma y me quito el alcohol y los refrescos. Y el otro día pensaba en lo curioso de las cosas.
Probablemente cuando estamos en el mejor momento de nuestro país en los últimos años, cuando empezaba a recuperarse la economía, cuando estábamos a punto explotar de consumismo, cuando no hacíamos ni caso a los que nos hablaban de cuidar el planeta, cuando dejamos de lado la meditación, la oración y la pausa en nuestras vidas, viene este virus de los cojones y nos quita y nos da todo eso de sopetón.
BUSQUEMOS LO BUENO EN EL ESPANTO
Hemos entrado en un parón económico que Dios sabe si nos va a llevar al hoyo a unos cuantos. Hemos tenido que dejar de consumir compulsivamente (salvo papel higiénico, que algunos pueden jugar a momificar a todo su vecindario con las reservas que han acumulado). Hemos dejado de generar contaminación. Tenemos tiempo para pensar. O para rezar. O para no hacer nada y quedarnos, sencillamente, parados. Y tenemos que saber aprovechar el momento.
Yo reconozco que soy un optimista enfermizo. Mientras hago lo imposible por mantener en pie mi empresa y atiendo en lo que puedo a mi familia, siento que todo esto que está pasando no tiene por qué ser solo malo. Claro que va a ser terrible en muchos aspectos y yo no dejo de pensar en mi suegra y en mi madre y en tantas mujeres y hombres que están sufriendo y temiendo la enfermedad. Pero también estoy disfrutando.
HABLAR CON LOS HIJOS
Les parecerá una tontería, pero se nos ha acabado la prisa. Y, aunque tenemos otras angustias, hemos reducido la ansiedad a la mitad en nuestras vidas. Y, para mí, lo mejor de todo: lo que me está gustando poder estar y hablar con mis hijos en unas edades en las que cuesta mucho entablar una conversación con ellos porque no están nunca en casa. Y vemos pelis. Y cocinamos juntos.
Incluso estamos en familia logrando apartar a ratos el móvil que es la dispersión constante en nuestras vidas. Porque, en estos días de locura de las redes sociales, si dejas el móvil a un lado menos de una hora, de repente te das cuenta de que te han entrado 165 mensajes. Y no sé si estarán con las calderas a 300, pero, si en estos días de cuarentena no ha estallado Telefónica, puede estar tranquilo Pallete, que no va a estallar nunca.