Lo sé. Puede sonar alarmista. Pero lo pienso de verdad. Creo que la deriva enloquecida en la que entró Cataluña, de la mano de Artur Mas hace ya 6 años, está llegando a su cénit. El principal problema que ha tenido Cataluña en los últimos tiempos es que sus dirigentes políticos han dejado de poder ser considerados “responsables políticos” y se han entregado a un delirio victimista que ha calado, de una manera muy profunda, en la mitad de la población.
Han pasado tantas cosas, ha habido tantos desparrames de personas a las que se les supone la cabeza sobre los hombros, que ya uno no sabe por donde empezar a hablar del desvarío. Porque cuando Artur Mas planteó “El gran repte” yo creo que no pensaba que los acontecimientos iban a llegar a donde han llegado. Pero claro; hemos oído a los 3 últimos presidentes de la Generalitat invitar a su pueblo a la desobediencia, al incumplimiento de la Ley y a hacer lo que se le ponga en los collons porque “tenim raó”. O sea; “tenemos razón”. Y es cierto que mucha parte del pueblo de Cataluña está con ellos, pero es igual de cierto que otra mucha parte del pueblo de Cataluña, no.
Pero todos esos, los que no comparten el delirio independentista, para la Cataluña oficial, son unos fachas. El problema es que empiezan a ser también unos fachas para parte de la opinión pública española. Cada vez más políticos y medios afines al PSOE hablan de Albert Rivera, de Inés Arrimadas y de la gente de Ciudadanos como unos fachitas a los que se les ve el plumero. Todo esto parece lógico, después de que el PSOE, para llegar a la Moncloa, tuviera que pactar con los partidos que tienen a Cataluña partida en dos. Ayer mismo en RNE el diputado de ERC Gerard Gómez recordaba a Sánchez que lo de dejarle llegar a Moncloa no fue gratis. Aunque en las últimas horas parecía que ERC se desmarcaba del último ultimátum (permítaseme la cacofonía) de Torra, Gómez dejaba claro que el PSOE debe responder a unos supuestos compromisos que nadie conoce exactamente en qué consisten.
Desde Moncloa aseguran que el gobierno no tolera chantajes, pero, por desgracia, cuando Pedro Sánchez consigue ser presidente del Gobierno con apoyos tan exiguos y tan dispares, puede que no acepte chantajes, pero debe ser consciente de que no se puede poner muy chulito. Diciéndolo gráficamente, el problema de Sánchez no es que haya alguien que le tiene agarrado por los testículos; es que tiene en cada criadilla un par de manos apretando. Y así estamos. Con PP y Ciudadanos pidiendo que se active el 155 y con el PSOE intentando templar gaitas para que nadie le rompa al jefe un huevo.
Lo peor de todo es que en las calles las cosas están cada vez más crispadas. Sé que me van a llamar facha por decirlo, pero la presión que soportan los que no quieren la independencia es terrible. El gobierno de Cataluña entregado al desaparrame y el President invitando a los CDR a apretar. Y le hicieron caso esa misma noche, asaltando el Parlament. La televisión pública catalana ridiculizando constantemente a todo aquel que no opina como el ¿gobierno? de Torra. Y en los pueblos y ciudades incrementándose la sensación de que toooooodo el pueblo catalán quiere la independencia y que los que no la quieren son ciudadanos de tercera.
Yo, a pesar de todo, confío en que alguien ponga cordura. Creo que en los últimos días Cataluña ha estado cerca de encontrarse con un muerto en cualquiera de las refriegas que se han producido. Y creo que estamos a tiempo de evitarlo. Opino, como Borrell, que la división social tardará años en curar, si se cura, pero estamos a tiempo de evitar que, en uno de esos enfrentamientos callejeros, a alguien se le escape un mal golpe o un mal tiro, y nos encontremos velando un cadáver. ¿Alarmista? No sé, pero cuando los dirigentes políticos animan a su pueblo a pasarse la Ley por el arco triunfal, uno puede que sepa cómo empieza la cosa, pero, jamás, cómo termina.
Esta mañana pensando en Mas, Puigdemont y Torra y en la gente que se mete en berenjenales por tirar palante sin tener las cosas claras, me acordaba de un amigo de la infancia que tocaba el órgano en las misas de 12 de mi Parroquia. Era un Santo Varón y, de vez en cuando, entre composiciones típicamente religiosas, colaba algún tema pop que él mismo arreglaba para poder interpretarlo en la Iglesia. El problema de mi amigo es que hablaba francés, pero no tenía ni idea de inglés y, por desgracia para él, se le notó. Un día iba yo a comulgar y empecé a escuchar una música que me sonaba mucho. Arranqué a tararearla hasta que me di cuenta de que estaba delante de un cura cantando una letra que decía: “Do that to me one more time”. Quizás la recuerden. Era un temazo de “Captain&Tenaille” en el que la señorita que cantaba animaba al varón con el que yacía a que se lo hiciera una vez más.
El pobre de mi amigo, por supuesto, no tenía ni idea de tal cosa y, al acabar la ceremonia, estuve a punto de acercarme a decírselo, pero preferí mantenerle en su ignorancia. Sé que, años después, aquel organista aficionado tomó los hábitos y no sé si habría llegado a cura después de un síncope como el que yo le habría motivado diciéndole el tipo de pieza que había estado interpretando durante la comunión de yo qué sé cuántas misas.