Es uno de los principios del cansinismo; ser inasequible al desaliento. Y no sé ustedes, pero este que suscribe está hasta los epidídimos* de oír quejarse a los nacionalistas de lo malos que somos los que no les dejamos hacer lo que les sale de los conductos deferentes*. Con lo que no cuenta un cansino profesional es con encontrarse con otro profesional, pero del escapismo. Rajoy es probablemente el mejor antídoto contra la pesadez, porque puede desesperar al más insistente a base de no hacerle ni caso, pero es raro que así se solucionen los problemas. Rajoy cree que, si mira para otro lado, Mas se va a aburrir. Y no sé yo, aunque el President de la Generalitat está atrapado en un enorme y a la vez estrechísimo callejón sin salida. Por si fueran pocas las bravatas de Mas, que es el poli malo, ahora se descuelga Durán i Lleida, que es el poli bueno, y nos dice que, cuidadín, que como esto siga así lo mismo el malote de Mas nos suelta en la cara una declaración unilateral de independencia, como si fuera el George Washington del Maresme. A mí Mas, e incluso el poli bueno, qué quieren que les diga, me la refanfinflan, pero no me pasa lo mismo con la relación de Cataluña y los catalanes con el resto de España y los demás españoles.
Y no digo que a Rajoy no le preocupe, pero meter la cabeza bajo tierra suele servir de poco. Es una técnica que dicen que usa el avestruz. Yo nunca he visto a una de estas gigantescas aves practicar el enterramiento de cabeza, pero sí he visto a bastantes seres humanos hacerlo. Tuve un jefe, con el que me llevaba incluso bien, que estaba convencido de que los problemas se solucionaban simplemente con no mirarlos. Y claro; es cierto que desaparecían… pero desaparecían de su vista. Porque los problemas seguían ahí, los tíos, pertinaces, a pesar de que él, sagazmente, siempre los esquivaba con la mirada. Y a base de dejar de mirar hacia los problemas, fue acumulando una torre que, cuando estalló, se lo llevó por delante a él y, unos años después, a bastantes de sus subordinados. Algo similar le pasa a Rajoy con el tema de Catalunya, que es un problema que, como no lo mira, pues no existe, oiga. Sucede igual con sus ruedas de prensa vía plasma, que él piensa que, como no los ve, los periodistas no están. Y él así es más feliz. Hombre un poco de razón tiene, porque yo creo que una de las desgracias de España es que el periodismo de verdad está desapareciendo. Hay muchos periodistas de un lado o del otro, pero quedan pocos periodistas independientes en estado de alerta y dispuestos a ser críticos con lo que se les ponga por delante. Lo cierto es que a Rajoy lo de coger el toro por los cuernos, ponerle el cascabel al gato o colocar los escrotos* encima de la mesa le genera esa inseguridad tan característica de nuestro primer ministro, que hace que los ojos se le vayan para los lados y le cueste tragar. Que ya podría hacer algo para mejorar su cara de póker porque, cuando le hacen una pregunta incómoda (en el extranjero) o cuando tiene que hablar de frente a una cámara sobre un tema delicado, muestra unos ojos parecidos a los que pondría el Gato con Botas de Shreck si tuviera estrabismo.
En fin, que me escapo. A lo que iba es a que con el tema de Cataluña llevamos demasiado tiempo haciendo el bobo y quizás deberíamos tomar nota de la idea que propone, entre grandes críticas, el ex presidente Aznar. Que es un cachondo. Porque este gran líder, este enorme estadista que hoy reclama a su partido que evite “el desaguace de la Nación y del Estado que propone el nacionalismo”, es el mismo que parlaba catalán en la intimidad con aquel Pujol enano que debía hablar castellano y que le agarraba el paquete* con inusitada fuerza. En este intento de desguace de la idea de España han participado por supuesto los nacionalistas, pero ahí han estado también con su pico y su palita los diferentes presidentes del gobierno, Aznar incluido, que les han dado todo lo que han ido pidiendo en años de mayorías relativas en el Congreso.
Y ahí seguimos. Constantemente sometidos al chantaje de Mas, que dice que le robamos cosa mala, y a las sutiles amenazas de Durán, que va de ponderado, pero suelta bombas como lo de la declaración unilateral de independencia, así como dejándolo caer. Y, claro, Durán no quiere oír hablar de emancipación, pero si en el viaje absurdo que ha abierto Mas le cae algo a Cataluña pues, osti tú, no van a ser tan tontos de no aceptarlo.
Y me van a permitir que les deje así a botepronto, pero me voy para Barcelona a ver si el escolta de Mas me cuenta el truco para que le crecieran tan lozanas las plantas de marihuana de su jardín. Yo estoy ahí trabajando como un perro en mi huerto y no consigo que me maduren adecuadamente los calabacines.
* Sirvan estas finísimas maneras de decir cojones o similares para congraciarme con mi madre, mi mujer y mi tía Maravillas, que frecuentemente me critican por el uso en las Cabras de palabras bajunas y vulgares.