Lo de la victoria de la oposición en Venezuela ¿Es un síntoma de que allí hay una democracia normal y corriente?
¿Podemos esperar un cambio a mejor o a peor de Antofagasto Panocho, quiero decir; de Nicolás Maduro?
¿El viaje de ZP a Venezuela lo ha pagado la oposición a Maduro? Porque se mantiene la leyenda de gafe de nuestro ínclito ex-presidente.
Que gane la extrema derecha en Francia ¿Es algo que debería preocuparnos? Porque da la sensación de que no se nos han alterado demasiados músculos a los demócratas del resto de Europa.
La foto electoral de Pedro Sánchez ¿La ha hecho el mismo que diseñaba aquellas fotos descoloridas de las peluquerías de barrio en los 70?
¿No le darían el Oscar del Photoshopismo al genio que ha dejado a Soraya que parece la hermana pequeña de Ana García Siñeriz? ¿Guapa, pero rara?
¿Por qué todos los candidatos, excepto Pedro Sánchez, miran para Murcia, o a Badajoz, en los carteles electorales? En el caso de Rajoy lo entiendo porque mirando a cámara se le ponen a girar los ojos como si fuera el heredero natural de Marujita Díaz. Pero en todos los demás, resulta extraño y tiene un punto de foto hortera de primera comunión.
En el debate de esta noche en Antena 3, ¿Maquillarán bien a Albert Rivera, o le sacarán pálido y con los ojos hundidos como en el debate de El País? ¿Iglesias volverá a cometer el error de ir con una camisa blanca arrugada que le da aspecto desastrado y encogido? Al menos el asesor de imagen del PSOE en aquel debate lo hizo bien, porque en la fotito…
¿Se han planteado en el ayuntamiento si Ana Botella dejó encargado algún tipo de sabotaje del aire acondicionado para que la nueva corporación inhale (inconscientemente) marihuana durante las reuniones en las que surgen iniciativas brillantes como la de la recogida de colillas?
Con la victoria frente al Getafe y el empate del Barça ¿Se ha terminado la crisis en el Madrid?
¿La cosa no era que, ya sin Íker, el Madrid con Keylor Navas había ganado en firmeza defensiva y ya no nos metían goles por alto?
¿En qué piensan exactamente los que gritan “Florentino Dimisión” en el Bernabéu? Porque, y ya cerramos el círculo de preguntas volviendo al principio, echar del Madrid al Florentino viene a ser de difícil como echar a Maduro de Venezuela. Ambos, con la democracia en la mano, convirtieron su salida del gobierno en un infierno para los que no los quieren.
Archivo del Autor: lacabra
COMPAÑEROS DE CAMA
Oigan, ahora que lo leo en negrita y al tipo 20 me doy cuenta de que alguno puede pensar que esta Cabra va a hablar sobre guarreridas diodenales del finstro jugosito, que habría dicho mi adorado Chiquito de la Calzada. Y no. Me refiero a las cosas extrañas que tienen la alta política y las guerras. Cómo uno es capaz, en determinadas situaciones, de irse a la cama con el enemigo si eso puede ayudarle a vencer a un tercer enemigo común. Antes de la Segunda Guerra Mundial, muchos en Europa y EEUU aceptaron, mirando para otro lado, las burradas de ese muchachote un poquito revoltoso que se llamaba Adolf Hitler. Que estaba pasándose la democracia por el arco triunfal, comenzando su delirio genocida y expulsando de Alemania a los que no opinaban comme il faut. Pero se hacían negocios con él, estaba eliminando a algunos tipos molestos y, mientras no te tocara las narices, pues, oye, no te vas a meter en los asuntos de otro país.
Pero claro, Hitler acabó tocándole las narices a medio planeta y las potencias occidentales capitalistas no dudaron ni un momento a la hora de aliarse con otro genocida (este comunista) que podía ayudarles a quitar de en medio al genocida nacionalsocialista. Y Stalin, durante unos años, fue uno más de la pandilla. Hasta que hubo que repartirse Europa tras aplastar a Hitler. Después de aquello, Stalin volvió a ser el coco, recuperó su rabo y sus cuernos y abrió esa etapa tan bonita de nuestras vidas que fue la Guerra Fría, el Telón de Acero y el Imperio de la URSS.
Salvando las distancias, lógicamente, a mí me parece que con todo esto de la Guerra a esos cabrones que nos ponen bombas en nombre de Alá y que apiolan a pobres desdichados vestidos de naranja, está pasando algo similar con el simpatiquísimo Vladimir Putin. Hasta hace nada Putin era ese malvado post-pre-soviético-o–lo-que-sea-eso que iba a provocar la III Guerra Mundial. Toda la información que salía hablando de mafias, del hundimiento de la economía rusa, de cómo ese pseudo-dictador estaba masacrando a los pobres ucranianos, ha desaparecido. Y ahora Putin aparece en los medios de todo el mundo occidental como un tío enrollao que nos va a ayudar a terminar con esos mierdas yihadistas. Y a mí, no sé, seré un quisquilloso, pero me sigue pareciendo un hijoputin y cada vez que leo uno de sus discursos, cada vez que le veo por la tele dirigiéndose a los suyos, me recorre un escalofrío por la espalda y pienso que no le dejaría a mis hijos en custodia ni veinte minutos.
Pero es la Guerra. Y la política, en muchas ocasiones, se parece bastante a una Guerra en la que ha de haber vencedores y vencidos y en la que uno, para ganar, debe juntarse con otro tapándose la nariz y mirando para otro lado. Y esas cosas no suelen acabar bien, pero se hacen. Muchos de los lodos en los que estamos hoy en Cataluña, provienen de los polvos que se echaron PSOE, ERC e IC-EU en aquel inolvidable tripartito que dejó a Cataluña para el arrastre y en manos del psicópata Mas. Un partido españolista y constitucionalista como el PSOE se alía con republicanos, independentistas y comunistas para lograr la presidencia de Cataluña. Es como si el Papa Francisco, para mantenerse en el Vaticano llegara a un acuerdo con las Ligas Satánicas y las Sociedades de Amigos de Belcebú; chicos algo violentos y radicales, pero, qué se le va a hacer, te ayudan a mantener el trono de San Pedro.
No se prevén coaliciones así de aberrantes para el 20D. Sobre todo porque el que parecía el coco comunista, Pablo Iglesias, va ahora de cura de pueblo sin clergyman y le falta participar en una novena de la Inmaculada Concepción. No sé si a ustedes les pasa como a mí, que, cada vez que le veo últimamente, me da la risa. El otro día en el debate a tres, me recordaba a aquel personaje de Gomaespuma que pedía “Paz pa tós”. Está tan sobreactuado en su camino a la socialdemocracia y la moderación que, en dos momentos en los que Rivera y Sánchez se enzarzaron un poquito, apareció él con tono de clérigo en plena homilía a unas monjas muy ancianas para pedirles que no debatieran tan ardientemente, que eso era un mal ejemplo. La cosa fue tan flipante que sus contendientes acabaron riéndose de él y diciéndole que parecía más un moderador que un candidato. O sea que, si tras el 20D alguien pacta con el Iglesias, no lo hará con ese que hace meses hablaba de Lenin, de expropiar a los ricos, de poner guillotinas y que Viva Venezuela Bolivariana. No. Hoy se supone que es un tío moderado al máximo con el que podría pactar, casi, hasta el PP.
Nos esperan días divertidos hasta el 20D. Yo creo que vamos a acabar de debates, propuestas, disparos dialécticos y mítines hasta los mismísimos, pero nos jugamos mucho en ese día prenavideño. Yo confío en que venga un tiempo nuevo con una manera diferente de hacer política. Y estoy seguro de que, gane quien gane, se alíe con quien se alíe, va a ser así. Hombre, debo reconocer que no me gustaría ver al cura Pablo cerca del gobierno de mi país, pero confío en que venga un tiempo nuevo y mejor. Y, si llega un gobierno que tenga que pactar con otros, me alegrará porque creo que lo que le hace falta a España es que estemos durante un tiempo construyendo juntos y practicando algo que sea lo más parecido a la concordia.
LO DE CLARA Y LO DE BERTÍN
Pues yo lo entiendo. Sé que no quedo muy bien diciendo esto porque a la pobre la han puesto a parir desde muchos frentes. Hablo de la actriz Clara Lago a la que se le ocurrió decir en una entrevista en “El Hormiguero” que le parecía un coñazo la moda esa de que los fans pidan que el famoso se haga un selfie con ellos. Por si alguno no la conoce, Clara es una actriz que saltó a la fama tremenda tras el exitazo de “8 Apellidos Vascos” y remató su paso al estrellato comenzando una relación con el protagonista masculino de la cinta, mi paisano Dani Rovira. Ambos se convirtieron, sin quererlo, en objetivo de la prensa del corazón y su celebridad aumentó de manera abrumadora.
Debo decir que ni soy amigo de Dani, ni de la moza. Es cierto que ambos me caen muy bien. Igual son tontos del culo, pero me dan la sensación de ser gente maja y encima ella me parece un bombonazo de esos de clavar rodilla y besarle la mano como los caballeros antiguos. Y al bombonazo se le ocurrió provocar una de esas riadas de “Anatemaaaa” que hacen que se te echen encima los santones de la política corrección. Que si “vaya princesita”. Que si “Cómo puede decir eso con el pastón que gana”. Que si “Es una imbécil engreída que no sería nada sin sus fans”. Que si “Al admirador hay que responderle siempre con una sonrisa”. Pues depende, coño.
Yo, que ya soy un famoso de serie B, una celebrity vintage, puedo decir estas cosas sin miedo. Entre eso y que he pasado ya de los 50, empieza a importarme muy poco lo que digan de mí. Pero qué razón tiene Clara Lago cuando afirma que hay ocasiones en las que es un coñazo. Y que, aunque salgas por la tele, no tienes por qué aguantar impertinencias, ni malas educaciones, ni a personas que creen que, porque eres famoso, te pueden tratar como si fueras su colega de toda la vida. Yo he vivido situaciones acojonantes. Y jamás he dicho nada, salvo una vez que mandé a la mierda a un borracho que se tiró 20 minutos dándome la brasa en una discoteca de Valencia. O aquel otro señor, también mamado, que me dijo un día que era un alemán pervertido y que lo hacía fatal y, el remate del tomate, un muchacho que, en 1997, me pidió un autógrafo cuando yo estaba rezando, a dos metros del féretro, en la capilla ardiente de Narciso Yepes en Murcia.
Yo creo que todas las personas que hemos sido famosas nos regocijamos un poco cuando Fernando Fernán Gómez mando a la mierdaaaa a aquel pobre señor que se debió poner pesado y le pilló en un mal momento. Yo nunca he negado a nadie una foto o un autógrafo o un saludo, pero verdaderamente me han dado ganas varias veces. Y creo que lo único que le sobró el otro día a la Lago fue la franqueza, que es una virtud que, en España, sólo se permite si tienes menos de 10 años, más de 80, o si estás en los últimos días de una enfermedad terminal. En España la franqueza solo se valoró durante la dictadura. Ah no, ni siquiera; que aquello era Franquismo. Que está muy de moda últimamente, por cierto, con eso de que se han cumplido 40 años de la muerte del que dirigía nuestros destinos por la Gracia de Dios. Que es una pesadez. Hace 40 años que murió el Dictador y casi 80 desde el comienzo de la Guerra Civil y todavía hoy sigue habiendo gente que pretende dividir la sociedad española entre franquistas y no franquistas. Me resulta increíble lo presente que tienen al Caudillo, no los que le añoran (que deben caber en un autobús de línea), sino los que parece que estuvieron en la clandestinidad, aunque la muerte de Franco les pillara a los siete años o en formato espermatozoide.
Hoy estoy en plan defensor de causas pobres, pero es que me ha indignado la manera en que dos periodistas, Jon Sistiaga y Mariola Cubells, han puesto a parir a Bertín Osborne por hacer un programa de éxito en TVE1. Bertín, que parecía que estaba muerto para la tele, ha resucitado en un género en el que ni yo, que le tengo un gran aprecio, pensaba que iba a funcionar; el de la entrevista larga. Y la verdad es que el tío las hace muy bien. He visto alguna en la que había demasiado cachondeíto entre personaje y entrevistador, pero, en general, me han parecido todas entrevistas interesantes, mostrando un lado diferente de personajes y sacándoles, a casi todos, historias y momentos desconocidos. Pero, oiga, que a Bertín se le ocurrió entrevistar a Carmen Martínez Bordíu, cuyo delito es ser nieta de ese Dictador que murió hace 40 años, y, a estos periodistas puros, les parece que un tipo como Bertín JAMÁS debería haber hecho un programa de entrevistas en una tele pública. Sistiaga y Cubells, en “La Ventana” de la SER, hablaron de Bertín y del público que le sigue en la 1 con el desprecio típico de las élites a los que no son como ellos. Vaya, lo que han hecho los fachas de toda la vida aunque a Sistiaga y Cubells, tan progres, tan listos y tan amantes de la libertad les parezca que su altura intelectual y personal es otra.
Podían aprender todos estos de un cura al que he conocido hace poco tiempo y que celebra la misa de 8 todos los domingos en nuestra parroquia de San Víctor, en Madrid. Es el Padre Eduardo. Es para mí un ejemplo de tolerancia, de pensar en el de enfrente, de ponerte en el lugar del otro y siempre dice alguna cosa que te deja reflexionando. El otro día el Evangelio hablaba de aquella conversación entre Pilatos y Jesús en la que Pilatos le pregunta si Él era el Rey de los Judíos. Y el cura nos preguntó quién era hoy nuestro Rey, a quién seguíamos hoy; quiénes eran nuestros ídolos. Y terminó la misa diciendo que iba a hacer circular un billete de 5 euros con el siguiente mensaje: “Yo no soy Dios. Busca la Verdad”. Y en eso ando. Yo, hoy, voy a poner a circular el mío.
LOLOLOROLO
Sé que un bloguero de pro hoy debería dedicar su artículo a hablar de los atentados de París. Han pasado ya seis días y este tiempo debería haber servido para poner algo de reposo y que todos viéramos las cosas más claras. Pero la sensación que tengo es que, a medida que nos alejamos de la noche de aquel horror, se nos va pasando el estupor inmediato que provoca el terrorismo y empiezan a salirnos los sarpullidos tan ibéricos que nos distinguen.
He leído en estos días artículos sesudísimos de analistas de ambos bandos. Aquellos que aseguran que estamos en una Guerra religiosa y los que dicen que es otra cosa; un conflicto territorial y económico con la religión de coartada. Y unos y otros escriben el artículo, o sueltan su proclama con ese tonillo como de “es que no sabéis de lo que estáis hablando”. Pero ellos sí. Claro. Este es un conflicto que arranca desde antes de que se escribiera la primera Biblia, pero hay unos listos que ven clarísimas las cosas y que lo arreglarían todo en un periquete. Si les dejaran.
En estos días posteriores al espanto he oído hablar del trío de las Azores, de Al Qaeda, de Arabia Saudí, de la creación del Estado de Israel y del reparto de Oriente Próximo entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. He oído a españoles lamentar que nosotros no fuéramos capaces el 11M de salir a la calle cantando nuestro himno nacional como hicieron los franceses desde minutos después del drama en los pasillos del Stade de France. Y he escuchado a muchos quejarse de la pequeñez de nuestros políticos en aquel horrible marzo de 2004 frente a la grandeza de los políticos franceses; todos como una piña en torno a Hollande. Que parecía el tonto del Gordo y el Flaco y en estos días está derivando en líder mundial. Y cuando se hacen referencias a aquellos días posteriores al 11M, se le ve a todo el mundo a kilómetros el pelo de la dehesa. Si el que habla es de un partido de izquierdas, lo que te dice es que el PP engañó al pueblo para tapar el hecho obvio de que los atentados fueron consecuencia de nuestra entrada en la Guerra de Irak. Si quien te habla es más de derechas te hace ver la vergüenza de que el PSOE y otros partidos de izquierda aprovecharan la tragedia para rodear las sedes del PP en jornada de reflexión, culpar al gobierno mentiroso del drama y torcer el resultado electoral a su favor.
Y yo, qué quieren que les diga, me quedo en medio. A mí me pareció lamentable el uso que hicieron los partidos de la oposición de aquellas horas de dolor. Pero me pareció mucho peor la sensación que dio el gobierno de que estaban deseando que hubiera sido ETA la autora del atentado. Y te dicen que les engañaron desde la policía. Y puede ser; pero, coño, se les notó a la legua cómo se relamían pensando en los 220 escaños que iban a obtener con un atentado etarra de ese calibre. Y nos cabreó. Yo recuerdo como uno de los momentos más tristes de mi vida la manifestación posterior a los atentados. La sensación absoluta de desunión bajo la lluvia. Unos pocos gritaban contra ETA, unos cuantos más contra el gobierno o contra los partidos de oposición, otros pedían Paz y algunos, como mi familia y yo, guardábamos silencio con una mezcla muy curiosa de dolor, espanto, decepción y vergüenza. Pensaba en aquellos momentos en la anterior gran manifestación a la que asistí; la posterior al asesinato de Miguel Ángel Blanco. Allí sí que estábamos todos unidos. Los de izquierdas, los de derechas y los mediopensionistas; todos gritando al unísono o callándonos a la vez. Jamás he oído un minuto de respeto tan sobrecogedor como aquel. Oías cómo se iba acercando el silencio desde las calles adyacentes y cómo el lugar en el que yo estaba, la plaza de Cibeles, se quedó tan callado que yo, por vez primera en mi vida, escuché el chorro del agua cayendo sobre la fuente. Y me pregunto qué pasaría si hoy volviera a suceder, Dios no lo quiera, lo del 11M. Creo que nadie cantaría al unísono el Lololorolo, porque yo lo del himno y el absurdo de que no seamos capaces de ponerle una letra ya lo doy por perdido. Pero sí creo que habría una mayor unión frente al espanto. Aunque luego te vas dando cuenta de que sigue habiendo algunos que te dicen que la culpa de todo es nuestra y que lo que hay que hacer es sentarse a hablar con esos alegres muchachotes del Estado Islámico que, seguro, estarían dispuestos a un diálogo reposado. Yo, para empezar, creo que debemos dejar de llamarles Estado Islámico. Me pasa como con lo de ETA, que cada vez que oía que hacíamos referencia a ellos como comando, me parecía que les hacíamos el juego y dábamos una consideración de ejército a aquellos gudaris de mierda. Para continuar dejaría de dar tanto bombo a las burradas que hacen y no volvería a dar publicidad a esos vídeos espantosos con víctimas vestidas de naranja. Creo que les damos demasiada bola. Y yo el primero que llevo 889 palabras dedicadas a esos hijos de puta. Así que, mejor, les voy a proponer una cosa constructiva.
Como saben yo soy colaborador de la Fundación Contra la Hipertensión Pulmonar. Acaban de abrir una campaña de recaudación de fondos en la que un niño de 5 años que se llama Gabriel (que no es un modelo, sino un afectado por la HAP) pide ayuda para investigar una enfermedad que es mortal y que, a día de hoy, no tiene cura. Se puede hacer dando un donativo en su cuenta corriente, o enviando un SMS con la palabra RESPIRA al 28014. Son gente seria y esta pequeña ayuda puede hacer que, en unos años, los pulmones de niños como Gabriel dejen de responder NO cuando sus amigos les pregunten si quieren ir con ellos a jugar. A todos los que encontréis un rato para ayudar: GRACIAS.
LOS QUE SÍ QUE SABEN
Me lo han debido decir en las últimas dos semanas por lo menos 15 veces. Sin exagerar. Y habré leído que se lo decían a otras personas, como mínimo, unos 150 individuos. Muy listos todos ellos. Por cierto. Y nosotros, muy tontos. Según parece.
Hablo de dos noticias que no tienen nada que ver aparentemente, pero que unen a su alrededor a un buen número de ciudadanos que creen que, para ellos, vale lo que para los demás no. Y si se te ocurre criticarles te lo sueltan. De muy diversas maneras, pero te lo sueltan; «no entendéis nada», «no sabéis de qué habláis», «no tenéis ni puta idea», «infórmate antes de hablar»… Seguro que a cualquiera de ustedes se lo han dicho, o lo ha dicho, al referirse a dos temas que han gastado a lo bestia minutos de telediarios, litros de tinta y megas de Internet en los últimos días; la movida entre Rossi, Márquez y Lorenzo en el Mundial de Motos y el pesadísimo tema de la “desconexión” de Cataluña.
Yo creo que ya he dejado muy claro lo que pienso del suicidio político en el que han entrado Mas y sus cómplices, pero no había hablado del asunto del Mundial de motos hasta que he empezado a encontrar analogías. Como sabrán, este domingo, Jorge Lorenzo ganó el Mundial de MotoGP después de varias semanas de bronca. Valentino Rossi, una leyenda mundial, peleaba con el español Jorge Lorenzo por ganar el Mundial. En la antepenúltima carrera, Rossi se quejó porque Marc Márquez le había molestado y vino a decir (a un campeón del Mundo con mucha personalidad) que estaba haciendo de escudero de Lorenzo. En la siguiente carrera, Márquez, claramente y como he visto hacer a Rossi en no pocas ocasiones, jugó con el italiano. Era obvio que le pasaba y le esperaba; a mí me recordaba al propio Rossi de otras épocas o al Cassius Clay que tonteaba con sus rivales invitándoles a que le pegaran más fuerte porque no le hacían daño. La cuestión es que Valentino tenía motivos para estar mosqueado, pero, en una curva se le fue la pinza de una manera inverosímil. Miró hacia atrás, vio venir a Márquez, se abrió y, cuando estaban juntos hizo algo que provocó que el piloto español se fuera al suelo. Se ha hablado de patada. No sé. Lo que me parece obvio a mí, y a cualquiera que lo mire desapasionadamente, es que Rossi tira a Márquez. Después de aquello Rossi recibe un castigo mínimo que le obliga a salir el último en la carrera en la que se decidía el Mundial. Y lo perdió. Y desde entonces hasta ayer mismo, el italiano lleva llorando por todas las esquinas diciendo que Márquez es muy malo y que Lorenzo es un campeón injusto. En Italia se ha desplegado una operación nacional que habla de estafa y de conspiración entre españoles contra un italiano, pero, lo más sorprendente es que hay no pocos españoles que creen que, en lo que ha pasado, Rossi no tuvo ninguna culpa. Y cuando tú dices que te parece que Rossi actuó de manera antideportiva, te dicen que es que tú no puedes hablar porque no sabes del tema y no entiendes nada. Y te salen con telemetrías y con que Márquez provocó a Rossi. Yo no tendré ni idea de esto y no entenderé nada, pero, qué quieren que les diga, me parece que Valentino actuó como ese loco que, en un juicio dice: “sí señoría, le pegué tres puñaladas, pero es que ¡¡¡me llamó hijoputa!!!”. Desde el momento en el que Rossi descarga su cabreo con Márquez haciéndole caer, pierde totalmente la razón. Podría haber ido tras la carrera a pedir una sanción. Podría haber ido a darle dos leches al box. Yo qué sé. Cualquier cosa, menos tirar al suelo a un compañero sabiendo, como debe saber, que cuando un piloto se va al suelo, puede desde no sucederle nada, hasta que se mate, pasando porque se quede inútil para el deporte. Y juro que no tengo especial predilección por Jorge Lorenzo, ni me mueve un sentimiento nacional. Es más, hasta que pasó esto, tenía un respeto reverencial por Rossi. Que he perdido.
No puedo decir, sin embargo, que haya tenido nunca un respeto reverencial por Artur Mas. Y, si lo tenía, lo perdí hace ya un tiempo. Creo que es de las peores cosas que le han sucedido a Cataluña y a España en los últimos años. Pero ahí está. Hoy, de nuevo, pidiendo en el Parlament Catalá el apoyo de unos comunistas antisistema y ofreciendo cromos a cambio de que le elijan President de la Cataluña más partida en dos de su historia. Al margen de que se avecina un tiempo legal duro para los que han planteado el reto de la independencia, creo que vienen tiempos dolorosos para los ciudadanos de Cataluña porque van a tener difícil la convivencia con esa ruptura institucional que llega desde su parlamento. Y, cuando dices esto, y cuando te quejas de que se estén saltando la ley, te aparecen comentaristas, amigos de las redes sociales, que te dicen que tú, que no eres catalán, que no estás allí, no tienes ni idea. E insisten en que los de aquí no entendemos nada. Como los fans de Rossi. Y, vaya, ni soy politólogo, ni he corrido en mi vida en una moto por un circuito, pero sé distinguir perfectamente cuándo alguien está haciendo trampas y, tanto Rossi como los independentistas, llevan un tiempo haciéndose trampas al solitario y viendo una realidad diferente a la que vemos otros. A mí estos y los que les secundan y nos dicen que no entendemos, me recuerdan al chiste aquel del hombre que está practicando sexo con su novia. Cuando llevan un minuto en plena coyunda dice: “Ya está”. La moza le dice: “Ya está ¿qué?” y el tío le grita todo indignado: “¡¡Hay que estar atenta!!” O sea, el problema no es que tú lo hagas mal, qué va. El problema es que los demás no estamos atentos y, como la amante insatisfecha, por eso, no nos enteramos.
P.D. Para los que disfrutan mostrando tablas, telemetrías y estadísticas ahí va una foto de unas cifras del mundial de MotoGP de este año. A ver si va a ser que Lorenzo se merecía, un poco, ganar el Mundial…
LOS MEJORES
No están ahí los mejores. Desde luego. Quizás no sean los peores, pero creo que, en los últimos años, no han llegado a la política los mejores españoles. Sin duda, de mi generación, creo firmemente que los mejores están en la empresa privada y que hemos permitido que gestione el país un grupo de personas que lo ha conducido a la enorme merdé en la que nadamos hoy. Sacando la cabeza con grandes dificultades para respirar.
Nos ha faltado generosidad. Entrega. Sentido de Estado. Creo que hemos hecho dejación pensando que con meter la papeleta en la urna cada cierto tiempo, habíamos cubierto ya nuestra parte. Eso sí; a la hora de poner a parir a los políticos que están trabajando por España, somos los primeros de la clase. Y, entre esos políticos, hay muchos que han ido ahí para medrar, para forrarse o para tener una profesión porque tenían claro que, en el mercado laboral, no se iban a comer un colín. Pero también hay gente que lo que quiere es hacer algo por su país; personas honradas que tienen vocación de servicio y, algunos, no sólo son bienintencionados sino, también, tíos listos. Pero les ha salido como el culo.
Y no todo es culpa suya. Creo que los pioneros de la Transición dejaron demasiadas puertas abiertas. Lo hicieron muy bien y considero que es una época de la que debemos sentirnos orgullosos. Y fueron capaces de ponerse de acuerdo los que venían del exilio con los que habían estado bajo el amparo del Dictador. Y tuvieron la grandeza de guardar sus odios, a pesar de que todos tenían un tío, un abuelo o un hermano al que, en la Guerra, se lo habían cargado en una cuneta por ir a misa, o por tener en casa libros de García Lorca. Hicieron un paso ejemplar de la dictadura a la democracia y alumbraron una Constitución que, con sus cosas mejorables, nos ha hecho convivir bien durante casi 40 años, pero dejaron muchas cosas sin cerrar. Y por esos huecos, por esas rendijas, en ocasiones del tamaño del Monasterio de El Escorial, se nos ha ido escapando el Estado y, en definitiva, la idea de España. Y así hemos llegado a la situación en la que hoy nos encontramos. Parece que estamos consiguiendo salir de la crisis económica, pero creo que estamos metidos hasta las cachas en otra crisis de la que deberíamos escapar cuanto antes. Y creo que la voluntad de toda la gente con la que hablo es hacer algo. De momento la mayor parte de los votantes con los que he comentado esto en los últimos meses, mira al 20-D con la ilusión de que llegue un cambio. Hay cosas inquietantes, como el crecimiento de unos anti-sistema como los de Podemos, aunque últimamente parezcan más tiernos que el osito de Mimosín, pero, en general, pienso que la gente quiere que lleguen al gobierno personas nuevas que sean capaces de ponerse de acuerdo en cosas importantes. El problema es que a toda esa “gente” a los que se nos llena la boca de críticas, consejos para los demás y cosas clarísimas, no se nos ocurre cómo podemos participar más allá del día de las elecciones y anteayer estuve en una reunión de la que salí con algo más de optimismo.
El periodista y empresario Manuel Campo Vidal, viendo el panorama, decidió hace unos meses buscar la ayuda de esa “gente” y unir a personas con ganas de hacer algo en torno a una asociación con un nombre muy sugerente. Se llama “Sociedad Civil por el Debate” y se trata de un grupo de profesionales de todos los sectores y todas las provincias de España que busca, simplemente, que haya en nuestro país una nueva manera de hacer política en la que predomine el debate, el consenso y la concordia. Manuel nos reunió a unos cuantos periodistas amigos, nos contó su proyecto y nos pidió que diéramos nuestra opinión en torno a asuntos que, según cree, necesitan un consenso urgente. ¿Quién no quiere que los políticos se pongan de acuerdo YA en Educación? ¿Y un acuerdo nacional para mejorar la Justicia? ¿Y la Sanidad? ¿Y la Investigación? A mí me pareció un proyecto apasionante y me gustó ver cómo todos los que estábamos ahí veíamos la necesidad urgente de un cambio y la vocación de hacer algo por nuestro país. Por si les interesa, tienen una web que lo cuenta todo muy clarito www.sociedadcivil.com y en la que es posible entender de qué modo sumarnos para ver si somos capaces de ayudar a arreglar el formidable desaguisado en el que se ha convertido España. De aquí estoy seguro de que podremos salir, pero tenemos que ayudar nosotros y confiar en que empujen, con algo más que el hombro, nuestros hijos.
Me he cansado en los últimos años de escuchar a los políticos decir que tenemos la generación mejor preparada de nuestra historia. Yo no sé si será cierto, lo que sí sé es que de algunas cosas saben mucho más y mejor que nosotros. Y que son jóvenes. Y fuertes. Y que no tienen algunos rencores acumulados que nuestra generación y la de nuestros padres traíamos de serie. Y luego, qué quieren que les diga, me parece una generación con una imaginación al menos igual que la nuestra. Sólo hay que ver esa nueva marea de los “memes”; los cachondeos visuales que se hacen en torno a cualquier noticia, hecho o persona. Yo, intentando recordar algo parecido a un “meme” de nuestra época, lo más cercano que me sale es aquella tontada que hacía la gente en el cartel del Metro que indicaba: “EN BENEFICIO DE TODOS, ENTREN Y SALGAN RÁPIDAMENTE. NO OBSTRUYAN LAS PUERTAS”. Raspando algunas letras y sílabas, la frase acuñada acababa siendo: “El pene de todos, entre y salga rápidamente. No uyan las putas”. Y nos partíamos. Vamos; que algunos hasta hicieron camisetas.
Llámenme ingenuo, pero yo, a pesar de todo, confío.
Y DE LOS PUJOL ¿QUÉ?
Pues no sé si lo han hecho a propósito, pero si Mas pretendía con la iniciativa esa de la Independencia despistar a los que miraban a Jordi Pujol and sons, casi lo ha conseguido. Estaba pensando seriamente hacer hoy una Cabra para exigir que alguien acabe con los desmanes del ala radical del Parlament Catalá. Pero cada vez que me ponía a ello, me salía el Cromagnon que todos llevamos dentro y me daban ganas de mandar al ejército, meterlos a todos en el trullo y acabar por las bravas con las cosas que están haciendo ellos, también, por cierto, por las bravas. Y encima, que tiene collons la cosa, diciendo que responden al mandato del pueblo. Es que me reiría, si no fuera extremadamente triste, pero el pueblo les dijo que se metieran donde les CUPiera su deseo de independencia. Vamos; eso creo yo. La cuestión es que he hablado esta mañana con un amigo que, además de ser un gran jurista, es un tío ponderado y hemos quedado en que aplace esa Cabra incendiaria para el día en el que estos psicópatas de la política hagan algo ya flagrante como declarar la Independencia, que es a lo que vamos cuesta abajo y sin frenos.
Pero no me quiero despistar del tema del que hablaba al inicio. Ha sido tal la que se ha liado con lo del Parlament (fíjense cómo será de grave la cosa, que hasta Rajoy ha acabado hablando con Pedro Sánchez) que casi nadie ha dedicado minutos de informativos o hueco de periódicos para hablar de la “vergonya” de la familia Pujol a la que parece, ya por fin, que les han cogido con los diferentes carritos de los respectivos helados. Joder es que no se libra ni uno. Por unas cosas o por otras, los siete hijos y el Pare están imputados en las diversas causas por ocultación de dinero en el extranjero y por diferentes modelos de corrupción vía comisiones, tráficos de influencias y negocietes poco claros.
Lo malo es que los jueces aquí se enfrentan, en un buen número de sumarios, a la corrupción impecable. No va a ser fácil meterles mano porque muchas de las cosas que se les imputan son difíciles de demostrar. Las donaciones a las Fundaciones, los contratos por asesoramiento, los pagos por informes ¿Se puede demostrar que se han hecho bajo coacción o buscando un fin bastardo? Porque estos son como los ladrones de guante blanco; gentes de buena familia que no se van a manchar las manos de grasa ni mijita. Aunque, ahora que lo pienso, a ellos también les pasa como a los de malamente y al nen de Pujol se le atribuyen casi tantos billetes en bolsas de basura como al mega hortera de Julián Munoz.
Pero dejando aparte la horterada de los billetes en el maletero, ellos son límpidos y dejan un rastro no fácil de seguir. Es como lo de Urdangarín, del que hacía tiempo que no hablaba. ¿Cómo vas a decirle que no le das pasta al yerno del rey, aunque te pida 500.000€ por patrocinar unas conferencias que duran una semana? Yo conozco a un ex-director de marketing de una gran empresa española al que Urdangarín le pidió esa cantidad desorbitada por el patrocinio de unos coloquios sobre deporte. Mi amigo le mandó a esparragar, pero ¿Cuántos directores de marketing pensaron: “De aquí me saco yo una foto con el Rey, como hay Dios”? Pues unos cuantos; eso sin contar con los políticos que doblaron el espinazo ante el ex-Duque de Palma dándole cantidades innobles de pasta a costa del contribuyente.
Y con los Pujolines pasaba igual; ¿Cómo vas a negarte en la Cataluña de hace 10-15 años a hacer un negociete con el hijo del molt honorabbble, aunque te esté pidiendo que te asocies con él para vender calefactores en pleno mes de julio en Qatar? «Joder; la idea es una gilipollez pero igual me acaba dando la mano Pujol y a lo mejor tengo un orgasmo», pensaría el interfecto. El problema es que ninguno de esos empresarios, ni políticos, ni Urdangarín, ni los Pujol tienen remordimientos. Ellos viven en el estupor y no entienden que se les acuse por hacer lo que se ha hecho toda la vida de Dios. Lo normal es que un empresario al que tú les has dado una obra pública haga una generosa donación a tu partido. Como eso igual suena feo, se hace a través de una fundación, que queda todo como mucho más limpio. ¡¡Ande va a parar!! Y lo normal es que ese empresario reciba al hijo del puto amo de Catalunya durante tantos años. Y lo normal es que si el muchacho pide ayuda para un proyecto, pues se la des. ¿Cómo no vas a ayudarle? ¿Estamos tontos?
En fin, no sé en qué acabará lo de la familia del Gran Patriarca, pero si tuviera que apostar dinero, lo apostaría a que van a salir inocentes por falta de pruebas, prescripción de los delitos o vaya usted a saber por qué. O sea; que me da que todo lo que presuntamente han hecho, les va a salir grátis. Y no, no es una errata; es que he adoptado la muy creativa manera que tienen en el Cabildo de la Catedral de Cádiz de poner las tildes. Resulta que en el anuncio de la visita CULTURAL a la Catedral, acentúan esta palabra. Hay que agradecer que, con lo poco valorada que está hoy la ortografía, al menos, la tilde fuera en la llana y no en la aguda creando un gratís.
EL CANSINISMO
Hay cosas que uno acaba creyendo que son ciertas a base de repetirlas mucho. Últimamente, el mejor ejemplo es el “Espanya ens roba” (ahora “ens caça”) de Artur-Jabalí-Mas, pero ha habido muchos en la Historia; “los judíos nos roban” en la Alemania de los años 30, “Caudillo por la Gracia de Dios” en España durante 40 años, “hay armas químicas en Irak” de Aznar-Blair-Bush en 2002-03, “no hay crisis, sino desaceleración”, durante 4 años con ZP y “la Iglesia tiene muchos privilegios en España”, que es algo que llevo oyendo desde que tengo uso de razón y ahora está muy de moda.
Lo digo porque tanto PSOE como Ciudadanos, parece que van a llevar en sus programas electorales la desaparición de la asignatura de Religión de la enseñanza. Y para defender tal idea, no se argumenta únicamente con razonamientos como el del Estado laico, sino que se introduce, cada vez que se habla del tema, el mantra ese de que la Iglesia tiene muchos privilegios en nuestro país.
Es cierto que hay un Concordato de nuestro Estado con la Santa Sede y es verdad que, en la Constitución, hay una referencia expresa a esos acuerdos con la Iglesia Católica. Y pudiera parecer que todo eso es consecuencia de unas maniobras oscuras del Vaticano para mantener el Poder de Dios en la Tierra. Y, desde mi punto de vista, no tiene nada que ver con esto. Es lógico que, en nuestra Carta Magna, se hable de la Iglesia Católica y no de Islamismo, judaísmo o hinduismo, porque la presencia que estas religiones tenían en nuestra sociedad en 1978, era ínfima por no decir que inexistente. Pueden argumentar muchos que la Guerra Civil y el Franquismo colocaron a la Iglesia católica en una posición hegemónica que hoy ya no tiene.
Siendo discutible el origen de esa posición, siendo criticable cómo la Iglesia Católica llegó a acumular, durante siglos, las riquezas que posee, el único hecho cierto hoy, en 2015, es que la Iglesia tiene unas ventajas frente a otros cultos, a cambio de aportar mucho al Estado. Muchísimo.
No oigo a ninguno de esos que se quejan de que la Iglesia no pague IBI, recordar que el Estado del Bienestar que hoy tenemos sería absolutamente insostenible sin el apoyo de la Iglesia. La Cooperación, la ayuda al desarrollo, la educación, la sanidad, la asistencia social, la ayuda a los más pobres, el cuidado de los ancianos quebrarían sin la ayuda que ofrecen miles de instituciones religiosas que dependen de nuestros obispados. Eso por no hablar de la Cultura. ¿Cuántos museos, iglesias, salas y Teatros tendrían que cerrar si no estuvieran soportados por la Iglesia Católica?
Me hizo mucha gracia el otro día en el debate que montó Jordi Évole en Salvados, uno de los momentos en los que Albert Rivera dio un uppercut dialéctico al pobre de Pablo Iglesias. El líder de Podemos, que ha debido dormir malamente esta semana, se quejaba de que la Iglesia no pagase IBI y el líder de Ciudadanos le respondió que, por supuesto, pero que también debían de empezar a pagarlo partidos políticos y sindicatos. Coño; no sé ustedes, pero no tenía yo ni idea de que estas agrupaciones estuvieran exentas de tales pagos. Y no me voy a poner, en plan cínico, a preguntarme si partidos y sindicatos merecen esa prebenda, pero desde luego sí defiendo que, si ellos no pagan, desde luego la Iglesia también merece estar exenta.
¡Caramba! Me está saliendo una Cabra que parece que opto a un obispado, pero juro que no se trata de eso. Es que se me llevan los demonios (muy apropiado hablando de Religión) con estos clichés que impiden a la gente algo tan sencillo como hacer cuentas. Porque si a un amigo de esos furibundos anti-católicos le dices esto de que la Iglesia aporta mucho, te salen con que el origen de esa riqueza es bastardo, con Franco, el brazo incorrupto de Santa Teresa, la desamortización de Mendizábal y acabamos hablando de los Reyes Católicos. Y a mí me da perezón.
Lo que pasa es que estos que repiten las cosas como un mantra para acabar creyendo que son ciertas, me recuerdan al dueño de un supermercado que hay cerca de mi casa en Chiclana. Este comerciante piensa que, por el hecho de poner un cartel diciendo algo, ya está eximido de cumplir las normas. Es como si alguien pusiera en un cartel: “se les advierte de que, en esta tienda, cobramos más dinero a las señoras rubias de bote”. Asumo que las rubias del país denunciarían semejante atropello. Pues parecido es el papelito, que acompaño en fotografía, y que anuncia en este supermercado que, si durante la compra, se te cae algo y lo rompes, lo tienes que pagar al pasar por caja. Ignoro qué dice la ley del comercio al respecto, pero, vamos, si algún día (Dios no lo quiera) rompo un bote de melocotones en almíbar, como mucho, ayudaré a limpiar los restos. Ahora; como el dueño me pida que le pague la mercancía, doy por sentado que acabamos en el cuartelillo.
LA MALA CONCIENCIA
Sé que este Papa no cae muy bien a todo el mundo. Entre mis amigos más conservadores, cuando hablan sobre Francisco, siempre hay un soniquete como irónico, un deje de desprecio, un aire de poco respeto que les lleva a decir cosas como “Sí; es un Papa muuuuy simpático”. Que a mí me choca muchísimo porque, cuando yo me hartaba de criticar a Juan Pablo II (q.e.p.d.) o a Benedicto XVI, llegaba un punto en el que se cerraban las discusiones con el contundente: “Pues oye, es tu Papa y así es la Iglesia Católica; si no te gusta, te vas”. No sé dónde se les ha quedado esa disciplina jerárquica porque a muchos no les gusta un pelo lo que dice, ni lo que hace, este Sumo Pontífice.
Y yo, qué quieren que les diga, con sus fallos, con sus equivocaciones, con algunas cosas que me hacen no estar de acuerdo con él, este Papa me gusta mucho. Creo que ha venido a darle un tantarantán a mi Iglesia, a hacerla más humana, a acercarla más a los que sufren y a quitarle a la Curia ese aire de naftalina que hacía que miles y miles de fieles mirasen hacia otros lados. Pero, por encima de todas las cosas, lo que más me gusta de Francisco I es que, teniendo como tiene un cargo a medio camino entre Dios y la política fina, no es un político tradicional. Digo esto porque ayer leía la noticia de que, de nuevo, el Papa ha pedido perdón por los desmanes de la Iglesia. Si hubiera sido un Papa normal, un político normal, habría tenido anteayer a 25 asesores, analistas, politólogos y expertos en diplomacia que le habrían dicho: “Santo Padre, por Dios (no sé si esto se le puede decir a un Papa), no vuelva con eso, que ya hemos pedido perdón setenta veces y es remover la basura”. La mayor parte de los líderes políticos del mundo están convencidos de que los problemas desaparecen si uno deja de mirarlos. Y así gobiernan. Sus asesores, sus medios de comunicación y sus equipos, al dejar de mostrar la caca, piensan que ya no hay truño, aunque en ocasiones el hedor lo tengas metido en tu cama.
¿Quién se acuerda hoy de los refugiados? Por lo que veo cada día en las portadas de los periódicos y escuchando a nuestros políticos, pareciera que es un tema resuelto y que la emergencia humanitaria de hace unas semanas se ha acabado y que ya no hay hambre, ni frío, ni desesperación de miles de personas por huir del espanto de la Guerra.
¿Quién se acuerda hoy de Aylan Kurdi? Es que probablemente a botepronto a muchos ni les suene el nombre de este pobre niño cuyo cadáver tirado en una orilla removió las conciencias del mundo civilizado. Los desheredados del planeta, los que menos fuerza tienen, necesitan a alguien que ayude a mover esas almas dormidas, a despertarnos y ver que, aunque haya riesgos en la acogida, tenemos que ayudar a los refugiados. Es que con la excusa de que puede que vengan yihadistas infiltrados, está desapareciendo de nuestra conciencia el problema, pero está ahí. Por desgracia, vivo. Lo malo es que, en medio del empeño del Papa por no olvidar a los más necesitados, salen algunos de los suyos y abren una vía de agua. No entiendo que el arzobispo de Valencia, el cardenal Cañizares, no midiera ayer sus palabras al decir que, entre los refugiados, puede esconderse un “caballo de Troya” o abriendo interrogantes en su discurso como “¿Son trigo limpio?”, “¿dónde quedará Europa dentro de unos años?”. Son preguntas nada inocentes que, a los que dudan si acoger a estas personas, les deja muy tranquila la conciencia porque, claro, “si lo dice un arzobispo”… Y yo no estoy hablando de ser Peter Pan y no querer ver el riesgo. Es que no podemos olvidarnos de que hay gente sufriendo de verdad. ¿Imaginan qué habría pasado si, cuando nuestra Guerra Civil, algún país se hubiera negado a aceptar refugiados diciendo que entre ellos podría haber terroristas anarquistas o comunistas y delincuentes comunes? Estoy seguro de que, entre aquellos trenes, barcos y columnas de gente caminando, habría algún hideputa, pero la mayoría de los que huían eran personas desesperadas por el horror, por el hambre y por la crudeza de la intemperie. Y eso, pasados ya casi 80 años, pues se nos ha olvidado. Y nos puede el miedo. Y disculpo que nos pueda el miedo a los ciudadanos normales, pero no a los políticos, ni, mucho menos, a un hombre de Dios como es Cañizares, que hoy debería tener mala conciencia.
Cuando pienso en la gente con buena y mala conciencia me acuerdo siempre de mi abuela Julia. Era una de las mujeres más buenas que he conocido, y una abuela adorable, pero alumbró 13 hijos y la única manera que tuvo de educarlos bien fue ser una madre muy estricta. Mi madre siempre contaba que, cuando eran pequeños, si uno se la cruzaba por el pasillo y se tapaba como temiendo un coscorrón la abuela decía: “Si por algo me temes, es que algo me debes” y, basándose en esa supuesta mala conciencia, te arreaba un pescozón o te daba una colleja.
Estoy seguro de que Francisco, jamás se habría llevado una colleja en aquellos pasillos. Ahora, Cañizares, si se hubiera cruzado ayer con mi abuela se habría ido a dormir con la nuca más colorada que un pimiento morrón.
LAS PERVERSIONES
No teman mis lectores más pacatos, que no voy a hablar de marranadas. Bueno. O sí; que al final de esta Cabra les tengo preparada una sorpresa que algo marrana sí que puede ser. Pero yendo al título, cuando digo perversiones no pienso en la zona inferior a la cadera, sino en nuestros políticos. Me refiero a la habilidad con la que algunos políticos pervierten el lenguaje y la realidad para que, en vez de una oblea, nos traguemos en la Comunión una rueda de molino del tamaño de un todoterreno. Y, en eso, como en todo, hay unos que lo hacen mejor y otros peor. Un buen político es aquel que, después de haber oído 70 veces junto a ti la canción de Roberto Carlos, consigue convencerte de que el gato es rojo y está contentísimo. El mal político es el que, cuando te dice eso, piensas; este tío es gilipollas. Y en los últimos tiempos tenemos un montón de ejemplos. Rajoy y parte de su gobierno y su partido dejando claro que el que se devuelvan pagas, Moscosos y otras cosas a los funcionarios no es una medida electoralista. Pablo Iglesias intentando convencernos de que los leninistas amables, en menos de un año, han devenido poco menos que en demócrata-cristianos. Mas asegurando que el que se le llame a declarar por incumplir la Ley es una merma de la democracia. O el Presidente del CGPJ diciendo, en ese mismo acto, que la justicia no está politizada.
El político suele estar tan rodeado de pelotas que le cuentan milongas que acaban pensando que los ciudadanos somos imbéciles. Y a veces, la verdad, parece que lo somos, pero por lo general, tarde o temprano, nos acabamos dando cuenta de que nos la quieren dar con queso. Y, cuando el político y su entorno se topan con la realidad, sufren una estupefacción ilimitada. Pongo el ejemplo de la ex mujer del ex alcalde de Marbella, Julián Muñoz. Está en prisión y, el otro día, salía por la tele su abogado diciendo literalmente: “Maite siente que está sufriendo un auténtico escarmiento”. ¡Caramba!, ¿y qué se creía? Es que algunos, y los políticos forman parte de esos algunos, se convencen de que no pasa nada por meter la mano en la caja, por llevarte a casa bolsas con billetes de 500, por colocar a los cuñados, por darle una obrita a tu colega, o por montar una empresa con testaferros, otorgarle contratas y forrarte, que, total, quién se va a enterar. Muchos han mostrado piedad, lastima o empatía con Julián Muñoz, al que hemos visto, en estos días, demacrado y hundido en el juzgado. Yo no le deseo a este hombre ningún mal. Pero creo que esa imagen debe mostrarse para que los políticos y los malos en general vean lo que castiga la cárcel. Que no es una broma. Que si robas, la cagas. Otra cosa es que yo tenga la sensación de que este ex alcalde de Marbella se esta comiendo todos los marrones que no se han comido otros muchos. Es el cabeza de turco. Que se vea que hay justicia y si, en el trayecto, algún otro se nos escapa pues bueno, qué se le va a hacer.
Esa estupefacción de Maite Zaldívar es similar a la que está sufriendo Pablo Iglesias después de la leche que se dieron en Cataluña. Iglesias es otro que está rodeado de pelotas en modo “máxima laudatio” y es de esos que, no sólo te convencen de que el gato es verde y alegre, sino que, además, te asegura que es un perro. Oye; es que lo hace tan bien que le oyes maullar diciendo guau. Este vendedor de elixires era un comunista convencido hasta hace un año y pico. He visto vídeos y he leído escritos y diversos programas y pre-programas de Podemos y pre-Podemos que me provocaban un grave erizamiento de los pelos de la nuca. Porque el comunismo, no sé por qué, tiene mucha mejor imagen que el fascismo, pero yo, cuando oigo a los políticos de ambos ismos se me encoge el estómago y alguna cosa más.
Lo único que diferencia a los tiranos comunistas de los tiranos fascistas es el camino para llegar a la tiranía. El fascista tiene claro desde el principio que debe ser él, y nadie más, el que conduzca al pueblo por el buen camino porque, sin su guía, los pobres, están perdidos. El comunista va de otro rollo; que si el proletariado, que si decidimos entre todos, que si las asambleas, pero luego llega un momento en el que se dan cuenta de que nadie como ellos para liderar el proceso y notan lo que molestan los que no opinan como tú. Y empiezas a desacreditarles y, si con eso no es suficiente, los encarcelas o, directamente, te los cepillas. Que es más barato y ayuda mucho más a infundir pavor, que esa es la base de funcionamiento del fascismo y el comunismo. Y como los de Podemos ven que el comunismo da miedito pues ahí están en un viaje hacia la moderación. Ya no hablan de guillotinas, ni de asaltar el Parlamento, ni de expropiar a los ricos, ni de un sueldo para todos. No. Ahora Pablo Iglesias pretende ir de demócrata de toda la vida y han edulcorado tanto su mensaje que, en Cataluña, los más radicales de izquierda le han dicho: que te den. Y de ahí su estupefacción; que ve que el muchacho de naranja ha hecho calar su mensaje mejor que ellos y por eso a Albert Rivera le llueven golpes desde Podemos, PP, PSOE, CDC, ERC… Igual es que están haciendo algo bien.
Y por cierto, les había prometido una marranada para el final. Bueno, más que marranada, para mí es una sorpresa mayúscula. Es un cartel de publicidad de una clínica ginecológica que me encontré el otro día en un aparcamiento público de Málaga. Un cartel de casi dos metros por uno. El título más gordo hay que reconocer que es jugoso, porque anuncia la “Ampliación del punto G”, pero no se pierdan el resto de imaginativos tratamientos que propone el doctor para el aparato reproductor de la mujer. Lo mejor fue el comentario de uno de mi equipo al ver semejante publicidad: “¿Pero qué coño es esto?”
Pues eso.