POCA SUECA EN SUECIA

Si comenzara esta Cabra diciendo que “las apariencias engañan”, creo que algunos de los que fueron mis maestros se revolverían en sus tumbas o en sus asientos y, los vivos, me darían una colleja de las gordas en nuestro próximo encuentro.

La semana pasada hice un viaje a Suecia y me sucedieron varias cosas que uno jamás piensa que le van a pasar en Suecia. A ver; me explico. No sé ustedes, pero yo, antes de ir a Estocolmo, pensaba en este país y veía varias cosas claras:

  • Suecas despampanantes que nos acosarían dado nuestro viril atractivo latino (qué daño hicieron Landa, Pajares y Esteso).
  • Una organización exquisita de la Conferencia Ministerial sobre Seguridad Vial a la que iba.
  • Y, en líneas generales, un orden pulcro en todas las cosas que tuvieran lugar.

Y, oigan, qué decepción.

TÓPICOS DERRIBADOS

De lo de las suecas despampanantes nos dimos cuenta rápidamente y, pasada la primera tarde-noche, se nos habían quitado todas las fantasías torremolineras.

De lo de la organización exquisita se nos cayeron los palos del sombrajo al día siguiente de llegar. Mi compañera Elena había ido a la sede de la Conferencia a recoger nuestras acreditaciones. Mostró los DNI de los 3 del equipo y le entregaron unas cintas de esas de las que colgaban unas cartulinas con un código de barras. Elena ni se fijó en los nombres, pero, cuando nos repartió las credenciales en el desayuno, nos dimos cuenta de que las 3 tarjetas estaban a nombre de una tal señora Duncan.

Ya no teníamos tiempo de volver a pedir las acreditaciones porque a la inauguración del evento iba el Rey Carlos Gustavo y había que estar muy pronto porque las colas iban a ser tremendas. Así que nos fuimos para allá rezando y esperando que el absurdo se mantuviera y que pudiéramos entrar a pesar de que, al menos 4 personas (la original y nosotros 3), llevaban exactamente la misma acreditación.

NOS COLAMOS

Y entramos. O sea; en un evento presidido por el Rey de Suecia en el que había ministros y autoridades de 140 países de todo el mundo, se cuelan 3 españoles que se llaman todos Duncan.

Claro que, poco después, a mí se me hundió también el mito del orden pulcro. Resulta que, al terminar los discursos, la presentadora convocó a los principales delegados de los países y a los que habían intervenido en la sesión inaugural a hacerse una foto con el Rey. Juro que el cipote que se montó parecía más la foto de los chavales de un viaje de fin de curso en la puerta de un garito, que una foto oficial. Es más; pensando ya en esta Cabra, estuve a punto de meterme en la foto en plan Pequeño Nicolás, pero me conformé con hacerme un selfie con el enorme caos a mis espaldas.

Quizás a primera vista no parece tan caótico, pero hay que saber que, mientras pasaba todo esto, la pobre presentadora se desgañitaba pidiendo a todos los delegados que dejaran el primer escalón del escenario libre para el Rey y las principales autoridades. Y ni caso. Ministros y Secretarios de Estado varios dijeron que se moviera Rita, se hicieron fuertes en la primera fila y obligaron a su Majestad a quedarse en un lugar que no era el suyo.

Luego las cosas salieron bastante bien y, en los dos días de Conferencia, no pasó nada digno de mención y todo funcionó estupendamente. Fuimos a cambiar nuestras acreditaciones y, ya por fin, éramos Elena, Ángel y Carlos, de La Nuez Producciones (Spanien), pero después de aquella mañana se me cayeron algunos mitos escandinavos y ya los suecos (y las suecas) nunca serán para mí lo mismo.

HONRADEZ A PRUEBA DE BOMBA

Ahora; como te digo una có, te digo la ó. Esa tarde al llegar al hotel me sucedió algo que, francamente, no sé si me ocurriría en hoteles de otros países del mundo. Yo no me había dado cuenta, pero, del pantalón que había utilizado el día anterior, se me habían caído 70 euros. Cuando entré en el baño de mi habitación, me acerqué al lavabo, y vi apoyados y abiertos lo billetes, uno de 50 y otro de 20 euros. La persona de limpieza los había encontrado arreglando la habitación y me los había dejado ahí en un alarde de honradez que agradecí de manera muy expresa en la Recepción.

O sea; que a veces las cosas son lo que parecen y, otras muchas, no. Por ejemplo yo estoy hasta las mismísimas de que la gente me pregunte por un pin de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Presenté hace unos meses un evento de Amref Salud África en el que se recaudaban fondos para acabar con el horror de la mutilación genital femenina. Y, desde entonces, lo llevo porque creo que hay tantas cosas que mejorar en el mundo que me parece bien recordárselo a la gente.

Y no saben cuántas personas me han preguntado que si lo llevo por el Orgullo gay, que si soy de Podemos, o del PSOE, aunque el récord de extravagancia lo ganó una señora que me preguntó si lo llevaba por haber participado en la Ruleta de la Fortuna. Y no solo eso; yo soy cristiano. Y Católico. Y llevo siempre una cadena con una pequeña cruz. En muchas ocasiones juego con la cadena y la llevo por fuera de la camisa o del jersey y ha habido gente a la que le ha resultado chocante que, siendo del Opus, llevase un pin de Podemos. Porque esa es otra; no tengo nada contra los del Opus, pero hay gente que piensa que uno solo lleva una cruz si es de una rama conservadora del cristianismo.

LOS ARTISTAS ¿SON UNOS VAGOS?

Que las apariencias engañan, aunque me den una colleja mis Maestros. Y uno que lo sabe bien es el guitarrista clásico alicantino Ignacio Rodes. Una tarde, la mujer de Rodes llegó a su casa antes de que se fuera la señora que hacía la limpieza y la comida. Cuando la esposa llegó al salón, la empleada de hogar le dijo: “Ande señora, siéntese, que le voy a preparar un cafetito para que descanse. Que usted sí que trabaja, no como su marido que está ahí todo el día, tocando la guitarra…”

PERSONAS ESPECIALES

Fue el primer político al que entrevisté cuando yo tenía 14 años; Álvaro Rengifo. Ministro del Rey en el primer gobierno de Adolfo Suárez en julio de 1976. Los Rengifo eran vecinos de la casa a la que llegamos a vivir, en 1975, cuando nos trasladamos de Málaga a Madrid.

Un profesor de Ciencias Naturales de nuestro colegio, Carlos Martínez, estaba empeñado en hacer un periódico escrito entre profesores y alumnos. En mi clase de 8º de E.G.B. estábamos 3 periodistas vocacionales; María Jesús Lebreros, Roberto Arce y yo. Majesus nunca terminó de rematar su vocación, pero aquel primer contacto con el periodismo yo creo que ayudó mucho a que Roberto y yo sigamos hoy dedicándonos con pasión a esto de contarle a los demás las cosas que pasan.

Queríamos tener una entrevista de primer nivel y, claro, no en todos los colegios hay padres que son Ministros. Álvaro acababa de dejar el Ministerio y yo me encargué de darle la brasa para que accediera a ser entrevistado. No recuerdo muy bien lo que le preguntaba en aquella primera entrevista, pero sí sé que una de las últimas preguntas fue: “¿Puedes contarme algún secretillo del Consejo de Ministros?” Álvaro se rió con esa risa inolvidable que tenía y me recordó que un buen periodista debe saber cuál es el juramento que hace un Ministro. Y que él, jamás traicionaría aquello de guardar en secreto las deliberaciones del Consejo de Ministros. Que entonces sí que era solo de Ministros.

Gracias a aquella entrevista, durante días, compañeros y profesores del colegio me estuvieron dando la enhorabuena y, como eso era algo que (lo reconozco) no solía sucederme en mi vida académica, yo creo que fue determinante para que en mi cabeza, a partir de entonces, solo hubiera entrevistas, reportajes, periódicos, radios y televisión.

Unos días después de la publicación de la entrevista, le pregunté a mis padres que qué le podía regalar a Álvaro para darle las gracias. Me propusieron que le regalara un buen vino y bajé con la botella para entregársela. Y pasó una de esas cosas curiosas que sucedían Chez Rengifo. Que llegué para dar las gracias y ofrecer un vino y me volví a mi casa con un queso.

Aquella era una casa especial. Nosotros éramos 7 hermanos y los Rengifo nos ganaban por 2. Eran 9 y podrán imaginar que era, cualquier cosa, menos un lugar silencioso, aunque, si tuviera que describir cuál era el principal sonido que se escuchaba desde fuera, era la risa.

Los Rengifo eran una familia alegre, bulliciosa, unida y siempre los mirábamos con una mezcla de envidia y admiración porque eran todos guapos, listos, educados y, aunque hacían las mismas travesuras que los demás, era CASI IMPOSIBLE que a un Rengifo se le pillara en un renuncio. Pero si hubiera que definir en una sola palabra aquella casa, habría que decir: Alegría. Juro que no recuerdo ni una sola vez en la que entrara allí y encontrara un ambiente mohíno.

Y en el ambiente de esa familia la base fue el carácter de dos personas especiales; Álvaro, al que despedimos hoy, y May, que se fue demasiado pronto en 1996. May, aparte de ser una mujer guapísima y encantadora, era un torbellino que lo mismo llevaba a 10 vecinos al colegio en su Land Rover en un día de nieve, que preparaba bizcochos para medio vecindario o atendía las necesidades de sus 9 hijos, que era una labor de intendencia más compleja que la de un cuartel. Trabajaron mucho ambos para conseguir pasar esa semilla a sus hijos y yo puedo dar fe de que lo lograron.

Ayer en el Tanatorio hubo una misa multitudinaria. Cuando terminó la ceremonia, Álvaro hijo leyó unas palabras conmovedoras dando gracias por la suerte que habían tenido en el reparto de padres. No habíamos terminado de quitarnos el nudo en la garganta cuando una de las nietas, Macarena, compartió otro testimonio emocionantísimo dando gracias en nombre de unos nietos que adoraban al Jefe. Y fue triste, pero, a la vez, muy reconfortante.

Yo me acordé mucho de mi padre, que estuvo en la misma sala que Álvaro y di gracias a Dios por tener todavía aquí a mi madre que, hoy, precisamente, cumple 83 años y que es, sin duda también, una mujer especial. Yo defiendo que es la mujer más buena del mundo, aunque me da igual si, en el campeonato mundial, alguien le gana. Es mi madre y, aunque le digo con frecuencia que la quiero mucho, hoy me apetece decírselo más que nunca.

Anoche, trasteando por mi casa, encontré una foto con la que babeo cada vez la miro. Y eso que yo estoy como si acabara de lamerme la cabeza una vaca, pero es de las pocas fotos que tengo de niño solo con mi madre y me encanta vernos ahí tan sonrientes. Así que hoy cierro la Cabra con esta foto y aprovecho para decirte, madre, que te quiero y que espero que cumplas muchisísimos más.

P.D. Por cierto, que no he explicado mi ausencia de más de un mes en el Cabrerismo. He tenido la enorme suerte de que TVE me vuelva a permitir hacer el programa SEGURIDAD VITAL los domingos por la mañana a eso de las 9 en TVE1. La preparación del programa y las primeras semanas tras el estreno, me han tenido con la cabeza como para pocas Cabras… Así que disculpas por la ausencia y, si a alguno le da por vernos, se agradecerá de manera muy especial…

HIJOSPUTA POR LA LIBERTAD

Hijosputa por la libertad. Cualquier mierda suena mejor si la unes a conceptos gloriosos o que den idea de un espíritu libre, democrático y de verdadera representación de la voluntad popular. A los que se arrogan esa representación, les importa tres o cuatro pares de cojones si la voluntad popular no dice lo mismo que ellos, pero se les da estupendamente convertirse en los supuestos representantes del pueblo. Y, con frecuencia, acaban dándole por el mismísimo al populacho.

El comunismo, que es una de esas ideologías peligrosas para la libertad y para los pueblos, tiene mucha mejor imagen que otra ideología peligrosa y liberticida como es el fascismo. Eso es, sin duda, porque, en su origen, acabaron con unos sátrapas mayúsculos como eran los Zares. Y porque, además, lo hicieron en nombre del pueblo y uniendo un concepto negativo como es “dictadura” con uno lleno de buen rollo como es el “proletariado”. Y así, si tú hablas en nombre de los que piden la “Dictadura del proletariado”, en vez de ser un grandísimo hijo de perra, te conviertes en un amigo de la libertad y en un Defensor del Pueblo.

Por eso puedes tener en tu casa o llevar a una manifestación un cartel con la cara de Stalin o una bandera con la hoz y el martillo. Sin embargo, si se te ocurre llevar uno de un tirano nazi o fascista, o si se te ocurre portar una Cruz gamada, lógicamente, se te cae el pelo por enemigo de la democracia.

Pero, volviendo al comienzo, juguemos un poco con conceptos aparentemente contrapuestos: Fascistas por el amor. Violentos por la Paz. Nazis Libertadores. Cabrones por la Democracia. Parricidas por la Concordia. Reconózcanlo. Bajo cualquiera de estos nombres, uno puede defender la causa que haga falta. Tsunami Democràtic. Ole. Uniendo una ola gigante y destructiva con la palabra democracia unos miles de catalanes se empeñan en convencer al mundo de dos cosas. Ambas falsas:

1.- Que en Cataluña no hay libertad

2.- Que en Cataluña no se vota

Y, por tanto, es necesario que venga alguien a representar a ese pueblo oprimido y conseguir, como si de un armisticio se tratase, que el pérfido gobierno español se siente a negociar con no se sabe muy bien quién, no se sabe muy bien qué, ni tampoco se sabe muy bien para qué.

Ayer estos libertadores de Tsunami Democràtic, que estaban, por cierto, quemando cosas fuera del Camp Nou, intentaron reventar el partido en varios momentos. Su sueño habría sido invadir el campo, cortar la transmisión televisiva o hacer algo que diera idea al mundo de su poder y de su apoyo masivo en Cataluña.

Y les salió un poco el tiro por la culata. Hubo sus cosillas. Esas pancartas del arranque pidiendo, en inglés, Libertad y reclamando a España que se siente y hable ¿? Los gritos de IN-DE-PEN-DEN-CI-A en varios momentos del encuentro y, sobre todo, el lanzamiento de balones amarillos en el minuto 55 del partido. Pero poco más,

Ni siquiera salió uno de esos graciosos en bolas. Yo, como es costumbre, esperaba a alguien tocado con barretina y con la palabra “Independencia” escrita en el nabo. O “Llibertat” tatuado en la parte baja de la espalda y las palabras “Presos” y “Politics” en cada nalga. Pero no. Por si fuera poco el fracaso, en la tele solo se vieron las pancartas iniciales. Que tampoco comprendo cómo puede alguien meter dos pancartas de 20 metros en un estadio sin que salten las alarmas. Coño; a ver si va a ser que al Barça no le parece mal la utilización del deporte para hacer política. No sé.

La realización televisiva obvió todo eso. Se supone que el fútbol no debe servir para que nadie haga sus reivindicaciones. Y eso, pareciéndome ponerle puertas al campo, puede no parecerme mal del todo. Lo que me resulta absurdo es que los comentaristas de la televisión, que son periodistas, no hagan ni un solo comentario al respecto de un hecho noticiable que se está desarrollando delante de sus narices y que les están hurtando a sus espectadores.

Cuando se produjo el lanzamiento de pelotas amarillas, en la realización vimos planos de juego repetidos, imágenes lejanísimas desde un Drone… Y los periodistas, en vez de narrar lo que no se estaba viendo por la tele, se dedicaron a comentar las tácticas de los equipos, por dónde iba a ir el partido. Y tal.

Quizás haya que recordarles a mis compañeros, que nosotros, los periodistas, estamos para contar lo que pasa y no lo que nos gustaría que pasara. Y ocultar a tus espectadores una noticia, desde mi punto de vista, es una cagada manifiesta. Y lo digo con el afecto personal que le tengo a Carlos Martínez. Pero no puedo comprender que se obvien actos que son una noticia y que se oculte al espectador lo que está pasando.

Claro que hay que reconocer que, en ocasiones, lo mejor que uno puede hacer es manejar los tiempos de la información. El otro día nos contaba una de mis cuñadas un suceso de su familia que pone los pelos de punta. 30 años estuvo uno de los 8 hermanos ocultando al resto un homicidio involuntario felizmente frustrado.

El niño en cuestión debía tener 6 ó 7 años cuando decidió probar la velocidad de subida del mercurio en un termómetro. Como fuente de calor utilizó la olla en la que se cocían las lentejas que iba a almorzar la familia. Y el termómetro se rompió. Las preciosas bolitas plateadas del mercurio cayeron al guiso y se mezclaron con la zanahoria, las patatas, las cebollas, el ajo y el chorizo.

En la hora del almuerzo el niño, con toda su inocencia, preguntó a la madre si se podía comer el mercurio. La pobre aunque no entendía el por qué de la pregunta, inconsciente del peligro, le dijo que no. Que era muy venenoso. El pobre niño, aterrorizado, musitó: “Pues yo no como lentejas” y se quedó mirando a ver cuánto tardaban en ir muriendo sus familiares.

Por suerte para todos, aquel mercurio no resultó letal, la familia sobrevivió y aquella ocultación informativa, aparte de dejar muy tranquilos a los comensales, permitió que no se frustrara un guiso. Porque resulta que, con su mercurio y todo, las lentejas salieron buenísimas.

PRECOLISIÓN

Cada vez que se monta alguien conmigo en mi coche nuevo, sé si conoce o no ese sistema pre-colisión que tienen algunos vehículos. Por si alguno de ustedes no está a la penúltima en temas de seguridad vial, les diré que es un sistema que se activa cuando el coche percibe que vas a tener un accidente. Se ponen en marcha varios elementos para hacer que el habitáculo se prepare para el lechón. Uno de esos sistemas hace que los cinturones se tensen para pegar todo lo posible nuestro cuerpo al asiento.

Esa pre-tensión del cinturón también se activa cuando uno se sienta en el coche. En el momento en el que haces “click”, las cinchas se autoenrollan y tanto por la cintura, como por el pecho y el hombro, notas una presión que, por ejemplo, a mi suegro, le acojona y pone el pobre siempre cara de que le están haciendo, como mínimo, un tacto rectal. Vamos; esto me lo imagino. Nunca he sido testigo de tal momento de intimidad de mi padre en la Ley, que diría Boris Johnson.

PRE-TENSIÓN PRE-REUNIÓN

Pues una cara parecida es la que va a llevar esta tarde Adriana Lastra a su reunión con Gabriel Rufián para ver si consigue que ERC apoye el pacto de Sánchez con Iglesias. Y Rufián no crean que va a la reunión con tono conciliador y una sonrisa. Va en plan chuleta y avisando: Cuidadín, que “ERC ha quitado y ha puesto gobiernos en España”. Lo cual deja muy claro cuál es el principal problema de nuestra democracia; ese absurdo y enooooorme poder que da nuestro sistema electoral a los partidos regionales.

Que claro; parece aquí que, si Rufián les apoya, está todo hecho, pero anda que no les queda camino por recorrer para conseguir, primero, un gobierno y, después, para ir aprobando leyes y, sobre todo, sacar adelante unos presupuestos.

¿QUÉ HAY DE LO MÍO, PEDRO?

No sé si me dio más risa o más pena ver el telediario de las 3 de la tarde del día siguiente a los comicios. Salían, uno detrás de otro, los líderes de ERC, JxC, PNV, los canarios, cántabros y turolenses. Todos ellos siendo conscientes de su importancia para formar gobierno. Y todos ellos diciéndole al presidente en funciones: “Pedro, colega, ¿Qué hay de lo mío?” Y lo mío para todos estos, con alguna excepción, no es España.

Yo me preguntaba hace un par de semanas si iba a haber Grandeza entre nuestros líderes para, de una vez, pensar más en España que en ellos mismos, en sus partidos y en los miles de colegas a los que tienen que colocar. Y, viendo la foto aquella tras el abrazo de Sánchez e Iglesias, te das cuenta de que no lo parece.

¿CÓMO HE PODIDO HACER ESTO?

A mí las caras de ambos tras la foto, me recordaban al momento posterior a una noche de farra en la adolescencia. Pongan el sexo que quieran a los/las protagonistas. Guapo/a que sale a ligar con las amistades. Tras una noche de frustración, con algo de alcohol en el cuerpo, uno/a acepta ya cualquier cosa, baja el nivel, y es el momento en el que el feo/la fea que no se come jamás un colín, tiene su oportunidad. Y, si uno hace una foto tras el morreo/coito u lo que sea, los caretos de ambos son muy parecidos a los de Sánchez e Iglesias tras el abrazo.

Sánchez es el guapo/la guapa. Iglesias es, indudablemente, el feo/la fea. Sánchez tiene cara de “Cojones, ¿cómo he podido hacer esto?” Iglesias, sin embargo, no cabe en sí de gozo real. Todavía está con el regustillo del orgasmillo y su rostro de plena felicidad incluye un pensamiento inevitable: “Ya sabía yo que esto iba a ser así de bonito. Ojalá me case con este.”

UN LIBRITO DE 150 PESETAS

El domingo pasado estaba en casa de mi madre y me di una vuelta por la librería del salón. Entre los libros viejos de mis padres encontré uno interesantísimo; “La Caída de Suárez”. Era de esas publicaciones urgentes que se hacían en los años de la transición en tamaño media cuartilla. Se publicó en los días posteriores a la dimisión de Suárez en enero de 1981, pero justo antes del intento de Golpe del 23-F.

Debería ser de lectura obligatoria para todos los diputados que accedan a un escaño. Bueno, es más; yo lo pondría como lectura obligatoria en los colegios porque, leyendo un librito como este te das cuenta de lo imbéciles que somos.

No somos conscientes de dónde venimos. Ni del papel extraordinario que hizo nuestro Rey emérito para que hoy seamos una democracia admirada en todo el mundo excepto en el Parlament Catalá y en TV3.

RUIDOS DE SABLES Y DE SOTANAS

Tampoco somos conscientes de la importancia que hace escasamente 40 años tenían en España, por poner un ejemplo, los militares o los obispos. Y del miedo que daban

Hoy nadie duda de la lealtad del Ejército a la Constitución, a La Corona y a los españoles.

Hoy, en la Iglesia, saben que, por mucho que se empeñe alguna izquierda trasnochada, aquí los obispos no mandan un pimiento y todo lo que reciben del Estado es a cambio de un montón de servicios sin los que el Estado quebraría. ¿Hay alguien que piense que la Sanidad, los servicios sociales, la asistencia a mayores y a inmigrantes, la enseñanza o la cultura serían sostenibles sin el apoyo, en muchos casos gratis et amore, de cientos de miles de religiosos y voluntarios?

CONSENSO ES PACTAR CON QUIEN NO QUIERES

En fin. Que me desvío. Doy por hecho que, a los nacionalistas, la lectura de este libro, sin duda, les llegaría tarde, pero al resto de partidos con representación en toda España, les vendría bien su lectura. Quizás así se darían cuenta de que lo que les llevamos pidiendo desde hace tiempo los españoles es que recuperen aquel espíritu de finales de los años 70. Que salgan de sus trincheras, que se sienten, que pacten, que piensen en España y que construyan entre todos un consenso que, sin duda, va a ser mucho más fácil que el que hicieron aquellos políticos que salían de una dictadura.

Lo sé. Lo lees y suena naif. Pero yo no pierdo la esperanza. Me gustaría que hubiera más gente con capacidad de llegar a acuerdos con los que no piensan como tú, aunque nos parezcan tan raros como el de la amiga de una amiga nuestra. Acaba de separarse de su marido y confesaba el otro día a sus íntimas: “He hecho un pacto con mi lavadora. Le he prometido que por ahí no vuelve a pasar un calzoncillo.”

PENSAR EN ESPAÑA

No estoy yo muy seguro de que les vaya a salir la Grandeza y que, de una vez, a estos que nos legislan y nos gobiernan les dé por pensar, de verdad, en España.

Para mí el gran titular de estas elecciones generales no es el requetemegahostiazo de Ciudadanos. Vaya; no quiero ponerme en plan tertuliano clásico y soltar aquello de “yo ya lo dije”, pero creo que lo único obvio ayer era que el partido de Albert Rivera se iba a pegar una leche descomunal. La periodista Cristina Pardo se lo recordaba, con tanta mala baba como gracia, en un tweet doloroso para todos los que aman a la formación naranja.

GATILLAZO DE SÁNCHEZ

Yo pensaba que, quizás, el buen papel de Arrimadas en el debate de la Sexta podía paliar en algo el galletazo, pero ni así. De manera que, para mí, el titular de anoche no era ese, sino el gatillazo de Pedro Sánchez. El tiro por la culata, el pasarse de frenada, el exceso de confianza. No sé. Pero desde luego el presidente del gobierno en funciones no convocó estas elecciones para perder 3 escaños y conseguir un parlamento aún menos gobernable que el anterior.

Es curioso; el único partido al que se le llenó la boca de España es al que le ha ido de cine. Vox ha logrado más que duplicar sus escaños (de 24 a 52) y convertirse en la tercera fuerza política del Congreso. Y lo ha hecho con un discurso que ha llegado a las tripas de numerosos votantes con un mucho de España, un algo de laminar el poder de las autonomías, un poco de antiUE y un bastante de tratar con más dureza a los inmigrantes.

Y a mí no me da especial miedo el auge de Vox, como no me lo dio el surgir de Podemos con aquellos primeros discursos cargados de referencias bolcheviques. Creo que Abascal ha sabido moderar su discurso (como hizo Iglesias en su día) y esa templanza, no sé si impostada, es la que probablemente le ha hecho crecer de este modo. Por eso a mí no me preocupa tanto el discurso oficial, sino la reacción de algunos de los que acuden a sus mítines y celebraciones.

¿A POR QUIÉNES, OÉ?

Ayer cuando cantaban “A por ellos, oé” yo me preguntaba: “Coño y ¿Quiénes son ellos?”. Porque “ellos” podemos ser mucha gente. Desde los de los chiringuitos con los que quieren acabar, hasta los que no opinamos como ellos, pasando por los homosexuales que se casan, las mujeres que quieran abortar o los inmigrantes que tanto les inquietan.

Decía que es curioso que a los que les fue mejor anoche es a los que pusieron la palabra España en medio de sus discursos. Aunque no les ha ido mal tampoco a los que se dedicaron a la No España. ERC ha perdido dos escaños, pero Junts per Cat ha mejorado, la CUP irrumpe, PNV crece, Bildu también, entra el BNG y, entre todos, hemos conseguido un Parlamento con 16 fuerzas políticas del que se ve difícil que salga un gobierno estable.

Por eso yo espero que Pedro Sánchez piense en España. Y que lo haga también Pablo Casado, que es el otro titular de la noche; consigue sacar al PP del Knock out en el que entró en los comicios de abril. Al líder popular todavía le huelen los pómulos a vaselina, pero el PP vuelve a ser el claro líder de la oposición y puede plantear a Sánchez un pacto de Estado para salir del bloqueo.

ESCAÑOS CARÍSIMOS Y BARATÍSIMOS

Que, si uno lo piensa, podrían ya de paso aprovechar el acuerdo e ir a por un cambio de la Ley electoral que acabe con el absurdo de que a unos partidos les cueste cada escaño 19.000 votos (Teruel Existe) y a otros 163.000 (Ciudadanos). Las cifras son tremendas aunque precisamente PP y PSOE no son los más perjudicados por este reparto; a los populares cada escaño les cuesta 57.000 votos y, a los socialistas, 56.000.

No sé a ustedes, pero ayer a mí, francamente, me tocaba bastante la moral ver, cada dos por tres, interrumpida la tertulia de TVE para dar paso a diferentes formaciones políticas nacionalistas que habían conseguido escaños. Y allí, mientras daban brincos de alegría, ofrecían discursos retando de diferentes maneras al Estado y a nuestra Constitución.

Así que espero que les dé por la Grandeza. Anoche Pedrojota se puso pesadísimo en TVE, pero creo que tiene razón. La única solución a esto es un pacto a la alemana o a la italiana y que Pedro Sánchez se coja de la mano de Casado y, ambos, den un gobierno estable a España.

PACTAR NO ES AMAR

Todo lo que no sea eso, creo que nos va a conducir, de nuevo, antes o después, a otras elecciones generales y, ciertamente, no sé si nos lo podemos permitir. Y para eso va a tocar ceder, dialogar, ponerse de acuerdo y aceptar que lo que han querido los españoles, claramente, es que pactéis. El problema es que yo tengo la sensación de que Pedro Sánchez no busca un socio, sino alguien que le dé los votos sin pedirle nada a cambio. Y eso solo puedes reclamarlo si tienes la visión de la vida sencilla y desacomplejada de mi hija Macarena a los 5 años.

Llegó un día de la guardería y nos dijo: “He conocido a un niño que me gusta mucho. Es monísimo, le gusta sentarse a mi lado y me obedece en todo”. Y, ya lo siento por nuestro primer ministro, pero, por muy guapo que sea, no creo que vaya a encontrar a ningún líder político tan rendido de amor incondicional como aquel primer novio de mi hija.

DEMASIADO HOMOSEXUAL

Tranquilos. No me ha salido el gen atapuercensis. Estoy escribiendo en el titular de esta Cabra una frase que a nadie se le ocurriría decir hoy en una entrevista de trabajo a un candidato: “Lo siento, es usted demasiado homosexual”.

Tampoco nos imaginamos a ningún director de Recursos Humanos decirle a nadie que queda fuera de un proceso de selección por ser demasiado mujer, excesivamente negro, demasiado judío o por ser excesivamente del PP. O de Podemos.

Pero sí hemos aceptado todos que se diga en reuniones e, incluso, en medio de una entrevista: “es usted demasiado mayor para el puesto”. Afortunadamente nos resultan inaceptables las discriminaciones por razón de sexo, religión, opinión o raza, pero no nos parece mal que a alguien se le rechace, se le discrimine o se le despida por haber cumplido un número excesivo de años.

EXPERIENCIA Y BUEN PERIODISMO

No sé en sus profesiones, pero, en la mía, los años te dan un poso, un conocimiento, una serie de experiencias que son imprescindibles a la hora de saber por dónde puede ir una noticia, cómo afrontar una entrevista a un personaje escurridizo, cómo valorar un hecho aparentemente aislado o prever si algo que está en el aire puede caer de un modo o de otro.

Precisamente, desde mi punto de vista, el gran cáncer de las redacciones de hoy es que faltan esos referentes con experiencia que puedan decir a los jóvenes llenos de talento, empuje y entusiasmo: “¡Cuidado! No te creas lo primero que veas, ni lo primero que escuches.”

Imagino que muchos de ustedes lo habrán padecido en carne propia o ajena. Hace unos días, una amiga se quejaba de que, en un proceso de selección, la persona con la que hablaba le dijo, sin ningún tipo de reparo, que era “demasiado mayor para el puesto”.

Y, claro, uno acepta que eso pueda pasar si el empleo en cuestión es para hacer de Pippi Calzaslargas en un remake. Lógicamente, si llega una actriz de 36 años se le podrá decir que es demasiado mayor para el puesto porque Pippi tenía 10. Pero quitando este ejemplo chorra, no se me ocurren muchos más supuestos en los que alguien pueda ser discriminado por razón de edad.

CON 50 ERES UN ABUELO

Sin embargo, constantemente vemos a personas de 52, 54, 58 años que son despedidas o pre-jubiladas. O esa sensación que tienen muchos cincuentones y cincuentonas en sus trabajos: “es que parece que somos invisibles, coño”, se quejaba una buena amiga hace poco en una cena. En unos casos, ese ninguneo o esos despidos y prejubilaciones obedecen a motivos puramente económicos, pero, en otros muchos casos, se trata de un prejuicio que nos conduce a pensar que la cana es sinónimo de desgaste, de caducidad o de obsolescencia.

Es cierto que hay muchos que llegan a los 50 como si tuvieran 85, pero hay innumerables personas que confiesan, como yo, que a los 55 tienen las mismas ganas, la misma creatividad y el mismo empuje que cuando tenían 30. Y, además, con una cantidad de experiencia en el lomo que nos hace, claramente, mejores hoy que entonces. La riqueza no está en la juventud. Está en la mezcla. Yo estoy ahora mismo montando un equipo. Y la tercera parte somos mayores de 50. Tenemos otro tercio en torno a los 40 y otros tantos que rondan los 25-30. Y ese es el quid. La buena mezcla. ¿Sería mejor nuestra redacción solo con chavales de 30? No lo creo. Como no creo que fuera mejor solo con gente de 50.

PREJUICIOS TONTOS

Los prejuicios. Qué daño hacen. Yo, por ejemplo, no conozco de nada a Leticia Dolera. La primera vez que oí hablar (mal) de ella fue hace unos meses con la movida de que, supuestamente, había despedido a una actriz por estar embarazada. La cuestión es que, con todo aquello que se organizó, hubo una corriente bestial de antipatía hacia esta mujer, que acabó creando en mí un rechazo contra un personaje del que no sabía nada. Mis hijas, cuando digo esto, me miran como si fuera un marciano porque la tal Dolera es, aparte de una magnífica actriz, una creadora y una influencer con más de 170.000 seguidores en Instagram.

A lo que voy es a que hace una semana estábamos mi mujer y yo buscando alguna serie para ver y nuestra tele nos sugirió que viésemos la serie de esta moza. Y yo le dije a mi cónyuja que mejor viéramos otra, que esta Dolera me daba una pereza cósmica. Y nos pusimos a ver una peli. Pero, hete aquí, que al día siguiente volvemos a buscar algo que ver y pasamos el cursor por la serie de la Dolera, que se llama “Vida Perfecta”. Y me dijo mi mujer: “me ha contado mi madre que ha visto la serie y que es buenísima”.

Con cierta pesadumbre, lo reconozco, decidimos comenzar a verla y no saben lo que me alegro. Es magnífica. Luego miras y te das cuenta de que eres un paleto integral y de que a la serie le han dado premios en Cannes y en San Sebastián (lamento mi incultura). Pero, más allá de los premios, es que la serie es excelente. Muy buen guión, unas actrices principales extraordinarias (la tal Aixa Villagrán me parece descomunal) y una manera de narrar original y llena de sorpresas. Y yo estuve a punto de ni siquiera verla si no hubiera sido por mi suegra. Para que luego digan de las madres políticas… Que ese es otro prejuicio…

En fin. Que está claro que uno no debe prejuzgar, salvo que haya un motivo científico para hacerlo. Me contó hace décadas un amigo de la juventud una anécdota de un presbítero que acudió al médico, en los años 50, aquejado de algún mal en los genitales. Mientras el doctor reconocía el aparato (no) reproductor, el clérigo iba diciendo: “Pues mire, doctor, no sé si lo he pillado en un retrete público o en los baños de nuestra residencia. Es extrañísimo…” Y el médico, con la calma que da la certeza del conocimiento, le respondió: “No sé si ha sido en un baño, en un retrete, en una cama, en un sofá o en el banco de un parque. Lo que sí sé, Eminencia, es que, en todos esos sitios, ha sido follando.”

DIRÍGETE HACIA EL SUROESTE

La tía del Waze debe pensar que soy el puto Marco Polo. “Dirígete hacia el suroeste” me dice con frecuencia, como pensando, imagino, que tengo un astrolabio en el salpicadero, que voy con las cartas de navegación en el asiento del copiloto, o que me oriento por las estrellas. O por la posición del sol.

Lo malo es encontrar el sol cuando estás saliendo del parking de un edificio de 25 plantas en el centro de Madrid. Y, claro, salvo que tu coche sea de los que te pone si vas al Norte o al Oeste, lo normal es que, al oír esta frase, uno se acuerde de la madre de la locutora y del padre del que inventó Waze. Porque son de esas frases vacías que ahora están tan de moda.

¡Cuántas empresas hablan de poner “al cliente en el centro” y, cuando eres el cliente, te das cuenta de que te quieren poner en el centro para apuntar mejor con la parte final de sus respectivos cólones y cagarse justo encima de tu cabeza.

LA IMPORTANCIA DE LOS VALORES

O aquellos que hablan de la importancia de los valores y, en cuanto pueden, se pasan esos valores por la entrepierna. O, peor, por la cuenta de resultados. Anteayer estuve en la escuela ISDI en una conferencia interesantísima de un gurú del liderazgo. Se llama Rajeev Peshawaria y nos dio una visión diferente sobre los líderes que hoy necesita el mundo.

Y nos hablaba de energía, de los que no se rinden, de los que son capaces de vencer la resistencia al cambio transmitiendo su fuerza a los demás y, sobre todo, hablaba de los valores del líder y de la necesidad de que esos valores formen parte del espíritu de la empresa. Y viceversa. Rajeev decía que, hoy, millones de clientes tienen en cuenta esos valores a la hora de elegir un producto y que, las compañías que no se den cuenta de eso, probablemente estén cavando su tumba sin saberlo.

PUBLICIDAD DE CASAS DE APUESTAS EN EL BERNABÉU

Y anoche pensaba en eso cada vez que veía, en los cartelones que rodean el césped del Bernabéu, una invitación a que los 50.000 que estábamos allí, incluidos los niños, apostáramos en Codere, que es la Casa de Apuestas Oficial del Real Madrid.

No creo que haya ningún equipo del mundo que haya hablado tanto de los valores como el Real Madrid. A Florentino y a todo su equipo de marketing se les ha llenado la boca con los valores del madridismo; ese señorío y ese blablablá que nos convierte, al club y a sus seguidores, en personas especiales por el hecho de ser del Madrid.

Y no entiendo que no se les caiga la cara de vergüenza al estar animando a sus seguidores menores de edad a apostar “en 2.500 locales o a través de tu teléfono móvil en la casa de apuestas oficial del Real Madrid”. Y todo esto acompañado de una foto de varios de los jugadores principales de la plantilla.

¿JUGAR CON RESPONSABILIDAD?

Ya me pasó cuando Bwin fue la publicidad principal de la camiseta madridista, pero el concepto “casa de apuestas oficial” del Real Madrid, a mí me generó anoche un malestar estomacal del que aún no me he repuesto. Y eso que lo he debido ver 100 veces. Pero ayer me fijé especialmente en esto. Sobre todo porque, cuando hay anuncios audiovisuales, siempre se suelta esa coletilla o ese rotulinchi exculpador que te invita a jugar con responsabilidad y que te dice que los menores no pueden apostar.

Pero ayer era una publicidad estática de esas que van apareciendo en los fondos y en las bandas del campo y en las que no hay ni una sola referencia a responsabilidad ni a menores.

Esa misma vergüenza la llevo sintiendo unos años, cada vez que veo a algún compañero mío haciendo anuncios de casas de apuestas sin tener en cuenta que la ludopatía relacionada con las apuestas está en un crecimiento exponencial, principalmente, entre la gente más joven.

Yo padecí un conflicto moral tremendo hace unos años cuando estuve a punto de hacer un programa con apuestas. Yo iba a ser el presentador, pero, además, mi empresa iba a aparecer como co-productora del formato. Estábamos sin actividad en la empresa y eran aquellos años horribles de la crisis y yo no paraba de inventarme auto-excusas para hacer el programa sin una piedra pesadísima sobre mi conciencia.

Cuando, finalmente, no salió el programa adelante, juro que me alivió porque, si lo hubiera hecho, no podría hoy estar, por ejemplo, escribiendo esto. Porque me sentía como el autor de aquella frase atribuida a Groucho Marx; “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.

PUBLICIDAD DE CRÉDITOS RÁPIDOS

Unos años antes de aquello, me ofrecieron hacer una publicidad (muy bien pagada por cierto) de una empresa de créditos rápidos. Y ahí dije un no rotundo. Sin posibilidad de discusión. Puede que sean empresas llenas de valores, pero a mí me espantan esas ofertas de créditos rápidos con condiciones leoninas. Sin preguntas. Que adivinen ustedes quiénes son los que los piden. Gente pobre a la que un banco no les da ni la hora y, cuando tienen un apretón económico, solo pueden acudir a esa especie de usura legalizada que son los créditos rápidos.

Seguramente haya muchos que piensen que soy un exagerado y que no es lo mismo una cosa que la otra, pero a mí no se me quita la vergüenza de ver que a mi equipo lo patrocina una casa de apuestas.

Por cierto, que se me acaba la Cabra y no quería terminar sin decir que he visto la peli de Amenábar sobre Unamuno. Además de parecerme una magnífica película, me conmovió ver lo actual que es la petición del escritor a todos para que dejemos de estar lanzándonos mierda desde uno y otro bando. Ya que han sacado a Franco de su tumba, a ver si somos capaces de sacarnos a nosotros mismos de nuestras trincheras.

VOTEMOS DE UNA VEZ

La verdad es que querría haber dicho “votemos de una puta vez”, pero me parecía excesivamente grueso para el titular de cualquier artículo. Y luego los algoritmos, el Zuckerberg y las madres que los parieron, lo mismo me colocan como contenido no adecuado.

Aunque pensándolo bien, quizás para muchos de los que lean hoy esta Cabra, este sea un contenido no adecuado. Porque yo estoy realmente cansado del tema de Cataluña. Hasta los huevos. He pasado en los últimos años por todo tipo de estados de ánimo, pero hoy se me mezclan, a partes iguales, la hartura y la preocupación. Mucha preocupación.

Porque no sé ustedes, pero yo creo que Cataluña, esta vez sí, ha llegado a ese callejón sin salida lleno de gatos en celo del que hablaba yo en una Cabra hace 5 años y medio. Puede que consigas llegar al final de callejón, pero va a ser complicado que salgas. Y, desde luego, si sales, vas a volver con arañazos hasta en el cielo de la boca.

Y ahí estamos. Porque me resulta deprimente ver cómo ha calado el mensaje que, desde hace años, les han ido soltando en las escuelas catalanas. Cómo la manipulación de los medios (TV3 es hoy lo más parecido a una televisión de dictadura comunista o fascista) les ha salido mejor que a Hitler, Franco o Stalin, por poner ejemplos de dictadores que usaron los medios a su servicio.

No estoy diciendo que en Cataluña haya hoy una dictadura. Dios me libre. Pero sí creo que en el independentismo, especialmente en los últimos 7 años, hay numerosísimos tics de esos que utilizan los líderes populistas que acaban conduciendo a sus pueblos a la gloria. Discursos trufados de mentiras o de manipulaciones grotescas. Control de la televisión más vista. Ridiculización del que no opina como tú. Exposición de banderas, de manera que, si no la muestras, no eres de los fetén…

Ayer me sobrecogía al ver a tantos y tantos niños y jóvenes bien instruidos participar en las festivas y pacíficas marchas hacia Barcelona. Porque pocas mentes son más proclives a recibir un mensaje victimista lleno de gloria como un alma púber o adolescente.

Dale un ideal a un chaval de 15 años y será capaz de matar y de dejarse matar por él. Y estos irresponsables llevan dándoles ese ideal desde hace años; Espanya nos quitó la patria, luego nos robó y hoy no nos deja vivir en libertad. Y es muy difícil ahora revertir esto. Yo lo veo imposible.

Y Dios no quiera que los enfrentamientos de estos días nos den un primer muerto, porque una muerte en cualquiera de los dos bandos nos puede poner en un escenario desconocido. Ya hemos tenido un muerto que, si se hubiera producido entre las filas de los independentistas habría sido utilizado. Pero no. Fue un turista al que le dio un paro cardíaco en el Aeropuerto de El Prat mientras estaba siendo sitiado por la turba.

Los médicos se apresuraron a decir que el óbito no había tenido nada que ver con los disturbios, pero si el muerto hubiera caído del lado de los manifestantes, habría que haber oído los lamentos en TV3 y las declaraciones dolidas de esos políticos que tan magníficamente adoptan el papel de víctimas de un estado fascista.

Porque ellos ahí siguen con su mantra de sentencia injusta. De venganza. Apoyados además por iconos catalanes como Xavi o Guardiola que hizo el otro día un discurso que parecía Martin Luther King diciendo “I have a dream”.

Porque ellos se sienten así. Los líderes independentistas catalanes no se parecen a Tejero, Milans o Armada. No. Son la versión moderna de Gandhi, Luther King y Mandela. Y cuando uno tiene una visión tan elevada de sus líderes, vete tú a contarles que lo normal, si te pasas la Ley por la bolsa escrotal, es que acabes en el trullo.

Por eso creo que esto no tiene arreglo. Personas inteligentes y tontas. Gente con pasta, de clase media y pobres. Niños y ancianos. Adolescentes y personas de mediana edad. Gentes de ciudad y de pueblos. Cuando uno mira las manifestaciones (hablo de las pacíficas) se da cuenta de que esa ensoñación de que Espanya les roba y que hay un mundo mejor con la independencia, ha calado de manera brutal. Y yo no veo el modo de repararlo.

¿Diálogo? ¿Con quién y sobre qué? ¿Cuáles pueden ser las reivindicaciones llegados a este punto? ¿Más autogobierno? ¿Otro reparto del dinero? ¿Un trato diferente al de otras autonomías? Ni de coña. Cuando te han estado dando nación a cucharaditas, de manera constante, durante años, no le vengas ahora al niño a darle autonomía.

Y, entonces, ¿qué hacemos? A mí lo único que se me ocurre es asumir que Cataluña va a dejar de ser España. Y visto que cambiar la Constitución va a ser complicado, yo haría un referéndum nacional (me refiero a nacional de España) y le preguntaría a la gente si quieren que Cataluña sea independiente. Porque creo que es posible que saliera que Sí.

Yo creo que no tiene sentido seguir alargando esto. Tanto que hablamos del daño que le haría a España que Cataluña se fuera. No creo que ese daño fuera mayor que el que nos lleva haciendo esta letanía constante desde hace 7 años y, sobre todo, desde el 1 de octubre de 2017. Daño económico. Daño a la reputación de España y de Cataluña. Daño al ambiente social. Daño a muchas relaciones de familia y amigos.

Y a mí no creo que me cambiara la vida. Aunque nos están poniendo difícil que les tengamos afecto, yo seguiré pensando en Cataluña como un lugar agradable al que ir y tendré más cariño siempre a los catalanes que, es un poner, a los italianos. Pero cualquier cosa será mejor que estar como estamos.

Así que votemos, coño. Y si sale que sí, dejemos que Cataluña se vaya, aunque no sé si ellos mismos se creen, de verdad, que van a estar mejor fuera que dentro.

¿DÓNDE ESTÁ ARTUR MAS?

¿Y dónde está Artur Mas? Porque se acabó. Ya está. Tenemos Sentencia del Procès. Menos dura de lo que algunos querían y mucho más dura, dolorosa y cargada de realidad de lo que pretendían los irresponsables que metieron a Cataluña y a España en este delirio.

Y no estoy contento. No me gusta que manden a nadie 9, 10, 11, 12 o 13 años a prisión. Pero estoy con una cierta sensación de tranquilidad. De ver que nuestro país funciona, que nuestro Estado de Derecho es más fuerte que los que intentaron quebrantarlo. Aunque sea deprimente ver las calles de Barcelona y de otras provincias catalanas llenas de gente pidiendo “LLibertat” como si estuvieran en la Cataluña de 1950.

Así que, insisto: ¿Dónde está Artur Mas? Porque ayer, cuando vi a todos estos mártires por la causa independentista dándose cuenta de que se habían acabado las tonterías, me acordaba del Gran Irresponsable. Y me preguntaba cómo ha salido indemne el muñidor de todo este delirio; el que abrió la puerta al Tsunami. Es curioso que, cuando en algunos delitos se acepta la existencia de autores intelectuales, en este de sedición no haya habido nadie que se haya acordado, judicialmente hablando, del hombre que dinamitó CiU, Cataluña y, en parte, España.

Porque ayer escuché a varios políticos y ciudadanos catalanes criticar la Sentencia diciendo que iba a generar división. Que hay que tener un fino humor para decir eso sin reírse. Porque Cataluña lleva ya unos años literalmente partida por la mitad. Y puede que los que han gestionado la cosa desde Madrid no hayan estado muy brillantes, pero los que estaban gobernando en Cataluña llevaban echando gasolina al fuego desde hace siete años. Y, hace un par de años, provocaron una explosión descomunal.

Porque, ¿Cómo se supone que debería haber reaccionado el Estado al desvarío de Puigdemont y los suyos? El Parlament en rebeldía. Diversos políticos animando al pueblo catalán a la desobediencia civil. Varias asociaciones convocando a la gente en las calles para reclamar la Independencia. Y, en el clímax del delirio, Puigdemont declarando la Independencia, pero solo con la puntita.

Iglesias, por ejemplo, decía ayer que todo esto demostraba que la judicialización de la política no servía para nada. Pero lo que habría que preguntarse es si cree él que habría que haber dejado sin respuesta esa infantilización de la política, ese arrebato adolescente en el que ERC, la CUP, JxCat… embarcaron a cientos de miles (¿o millones?) de catalanes.

Está muy bien jugar a ser Martin Luther King en las Asambleas de la Facul en las que, como mucho, lo que puedes es perder un curso y que tu padre te pegue una colleja en el mes de junio. Pero cuando haces todo esto al frente de un gobierno, presidiendo un Parlamento autonómico o siendo el líder de un partido político, no puedes llamar a la desobediencia civil y, cuando tienes montado el tiberio, decir: “que noooo, que noooo, que era bromaaaa”.

Ese ha sido uno de los problemas del Procès. Se les ha llenado la boca de conceptos gloriosos. Cansa oír a sus líderes hablar de libertad, de democracia, de derecho a decidir, de la voluntad de un pueblo… cuando, lo que están haciendo, es algo tan simple y tan zafio como pasarse la Ley por los mismísimos cojones. Y están pisoteando esa libertad, esa democracia, ese derecho a decidir y esa voluntad de la otra mitad del pueblo catalán que no opina como ellos. Pero los indepés insisten en hablar de toooodos los catalanes y las catalanas, como si no hubiera cientos de miles (o millones) que no quieren que Cataluña sea independiente.

Porque, cuando ayer hablaban muchos de diálogo, ¿A qué se refieren exactamente? ¿Con quién? Y, sobre todo, ¿De qué tenemos que hablar? Los que hoy invocan el “Tsunami democratic” se olvidan de que los catalanes, en los últimos 9 años, han votado 4 veces al Parlament en urnas de verdad, no como en aquellas del “mierderéndum”. Y ahí es donde se supone que hablan los pueblos.

Pero no. Queda mucho mejor sentirse Mahatma Gandhi y soltar frases como la de Rufián que aseguró que la Sentencia había acabado con la democracia y que era la mayor agresión contra Cataluña desde el juicio a Companys en 1940.

No, Rufián. Esto es la Ley. Y la Ley, aunque se os olvide, es la base de la Democracia y de la convivencia en un país en el que tenemos una Constitución y un Estado de Derecho aceptados por todos los países de nuestro entorno. La mayor agresión contra Cataluña la habéis hecho vosotros.

Lo peor que le ha pasado a Cataluña es haber sido gobernada por un desequilibrado mental como Artur Mas que, viendo que perdía peso político y adivinando que se les acababa la enorme teta de la que mamó CiU durante décadas, nos metió en este desastre.

Y luego vinieron otros, por desgracia para Cataluña, no mejores. No parece que Puigdemont sea un lumbreras y, sin duda, Torra no es, tampoco, el más espabilado de su pueblo, pero en manos de estos mentecatos ha estado Cataluña en el último tiempo. Quizás viendo la foto de los tres juntos se entiendan muchas cosas porque yo, sinceramente, si pienso en que cualquiera de ellos pudiera ser el marido de una de mis hijas, se me sobrecogen todos los pelillos testiculares.

LAS COSAS DE LA MUERTE

Escribo esta Cabra desde un tren que me lleva a Málaga. Ayer murió mi tía María Rosa, una de las hermanas pequeñas de mi padre y, como me pasa siempre que se muere alguien de mi familia, siento otra vez aquel vacío que sentí cuando mis padres se trasladaron de Málaga a Madrid en el año 1975.

No digo que yo no haya tenido una vida feliz en Madrid. Todo lo contrario. Pero creo que ese movimiento familiar, esa migración que ahora está tan de moda, a mí me dejó un duelo que se me remueve cada vez que pasa algo en mi tierra. Y, si lo que sucede es que muere alguien tan querido, pues ese duelo es más dolor.

Mi tía Mª Rosa era la tía soltera que hay en muchas familias. Una mujer arrebatadoramente buena, generosa, sentimental, graciosa… Tenía su puntito de mala leche, que no sé si es más García o más Hirschfeld, pero siempre que la visitabas te daba la sensación de que eras el tío más guapo, más “grasioso”, más apuesto, más inteligente y mejor persona que había sobre la tierra. Y nos hacía sentir así a todos sus sobrinos, aunque tenía especial predilección por los 4 hijos de su hermana Mª Luisa, su melliza.

La tía Mª Rosa, durante unos años, se convirtió, en cierto modo, en un personaje de Noche de Impacto un programa que presentaba yo en Antena 3. Un día hablando de ella con el gran guionista Fernando del Moral, le conté alguna anécdota de mi tía de esas de descojonarse. Fernando me propuso que la convirtiéramos en un personaje flotante del programa y, cada semana, la metíamos en alguna entradilla citando una de sus presuntas sentencias, imaginando cómo ella habría reaccionado ante tal o cual cosa o, directamente, inventándonos tontadas delirantes.

Ella reaccionó con un sentido del humor admirable al “cashondeo” de su sobrino y, durante unos años, tuvo que aguantar las coñas de los amigos, vecinos y clientes de la Caja que, cada dos por tres le preguntaban si era ella y si eran ciertas las soplapolleces que yo decía por la tele.

El lunes, cuando me enteré de la muerte de Pepe Oneto, pensaba en la mala suerte que había tenido él y la buena de mi tía. Y reflexionaba sobre lo frágiles que somos. Pepe murió el día 7 después de dos meses en un hospital luchando contra una septicemia. A mi tía la ingresaron hace 3 semanas, gravísima, exactamente por lo mismo y, aunque nadie daba un duro por ella, había conseguido superar la fase crítica y estaba empezando a recuperarse. Anteayer por la mañana estábamos toda la familia dando gracias porque parecía que le iban a dar el alta en la UVI. Pero por la tarde empeoró y, en la madrugada de ayer, se murió. Así. ¡Pop!

Y cuando se muere gente, sea cercana o lejana, en los funerales y velatorios, se oyen frases hechas y huecas de “no somos nadie”, “es que estás y, de repente, no estás”, “hay que disfrutar de la vida, porque son dos ratos”. Pero nos dura esa disposición optimista lo que tarda en pasársenos la congoja y la impresión de los primeros días. Luego volvemos a no mirar más allá de nuestra nariz, a llevar los ojos clavados en el móvil estemos donde estemos, con la prisa de siempre y dejando que “las cosas de la vida” nos impidan darnos cuenta de lo cerca que tenemos “las cosas de la muerte”.

Coño. Me está quedando esto como un mensaje desolador. Y no quería. Porque, sin duda, el recuerdo de mi tía me hace sonreír y me hará sonreír durante mucho tiempo, aunque ahora mismo tenga una pena muy gorda encima.

Y también guardaré buen recuerdo de Pepe Oneto, que fue un buen jefe para mí. Entró en la redacción de noticias de Antena 3 cuando yo presentaba el informativo de las 7 de la mañana y me apoyó, me animó y no puso ningún reparo cuando me sacaron de informativos para empezar a hacer programas.

Nunca tuve con él, luego, una amistad muy cercana, pero siempre que nos veíamos nos tratábamos con el afecto del subordinado al jefe que no necesita estar recordándote que es el jefe, sencillamente, porque es muy bueno haciendo lo mismo que haces tú.

Se van ambos en una semana que daba para escribir 25 Cabras, aunque no sabría por dónde arrancar. Porque no habría sabido si centrarme en el suicidio político de Albert Rivera, en la pre-post campaña de Pedro, el Benévolo, en lo de la película de Amenábar (que voy a ser tan rojillo de ir a verla) o en si mañana, definitivamente, el gobierno va a sacar a Franco de su tumba.

Sin embargo tenía casi decidido escribir sobre una especie que abunda en los entornos de los partidos políticos. Los asentidores.

Se me estaba acabando ya la Cabra y no quería dejar de hablar de ellos porque me tienen maravillado. Son esos hombres y esas mujeres que están colocados en los mítines justo detrás del orador o en la primera fila del patio de butacas. También aparecen cuando a un líder político le hacen una entrevista de esas en medio de un pasillo o en una calle. Normalmente, detrás del personaje hay siempre dos o tres pelotillas que miran con embeleso al líder y que asienten como si lo que estuviese diciendo alterara, de manera muy novedosa y trascendental, las Leyes de la Física.

Pero no es eso. Da igual. Ya puede estar diciendo el líder una memez sin sentido, o estar ciscándose en los principios más sagrados del que asiente, que, si estás en plano, tienes que mover la cabeza de arriba a abajo y poner cara de “¡Coño!, ¡qué razón tiene!”. No sea que luego se te vea en el Telediario no siendo lo suficientemente entusiasta en el apoyo o, como el muchacho que cierra esta Cabra, jodiendo el plano del líder con una camiseta de apoyo al gran Coco contemporáneo de Occidente.