LA HUMILDAD

Qué importante es la humildad en la vida. No puedo decir, (como cuenta la leyenda que dijo ZP) que “a mí, a humilde, ¡no me gana nadie!”, pero sí puedo afirmar que llevo el lomo de la vanidad bastante curtido. Yo tengo dos dedicaciones que me apasionan y que ayudan a que, a uno, no se le suba la tontería a la cabeza. Una es la televisión. La otra es el golf.
En este deporte que tanto me gusta, de repente hay un día en el que juegas como Sergio García. De hecho empiezas a pensar si no te equivocaste cuando decidiste tirar por el periodismo y que, igual si entrenas fuerte, puedes cambiarlo todo y probar suerte como profesional. Eso en los primeros 12 hoyos, porque, súbitamente, en el 13, o en el 14, te empiezas a dar con el palo en el tobillo y vuelves a tu ser. Y piensas: “Hoy lo dejo”. Porque a uno siempre le sale el hándicap. Eso pasa también en la tele, bueno, en el periodismo en general; nunca dura mucho lo bueno y siempre te sale el hándicap. Cuando te va bien, los halagos, las alabanzas son hiperbólicas y puedes llegar a pensar que la historia de la Televisión cambió cuando tú naciste. Hasta que te pegas la gran leche. Yo de esas llevo unas cuantas. Y, ay, cuando te va mal, igual de hiperbólicas son las críticas aceradas e innumerables aquellos que se sienten mal porque quizás fueron demasiado majos contigo cuando te fue bien. Y se ven en la obligación de crujirte. La parte positiva es que, cuando estás en el fango, sabes que eso también dura poco y, los que nos dedicamos a esto, acabamos disfrutando de ese sube y baja tan estresante para el que no es del mundillo.
Les pongo un ejemplo reciente. Hace unos meses, dieron un premio muy importante al programa “Seguridad Vital”, que hacemos cada domingo por la mañana en TVE1. Llevábamos varias semanas teniendo buenas audiencias, siempre por encima del 7-8%. Pues precisamente el sábado posterior al premio hicimos un 4,6%. El peor índice que habíamos tenido en 30 semanas. Y no sólo eso, ya yendo al terreno personal, justo ese programa era el primero que yo presentaba solo porque mi compañera, Marta Solano, se había escachiforciado un pie y había comenzado una baja médica. La lectura boteprontista, que tanto gusta en las televisiones, habría dicho; “¡¡Coño, que no presente solo el Hirschfeld!!”, pero, por suerte, aquello pasó desapercibido y en las siguientes semanas el programa recuperó sus índices normales.
¡Ah, bueno! Eso sin contar lo del blog. Uno, cuando escribe artículos cada semana y le leen 2.500-3.000 personas, acaba pensando que es un tío influyente y que, esos seguidores, llorarán el día en el que dejes de escribir. Por si a mí se me hubiera inflamado el ego bloguero, les debo decir que, tras casi 4 meses sin poder hacer Cabras, han sido 5 ó 6 ó 7 lectores los que han mostrado su extrañeza por mi ausencia. Y me lo han comunicado. Los demás han aceptado mi silencio en silencio dejándome claro que, si escribo, no es porque vaya a cambiar la vida de nadie sino, sencillamente, porque me gusta. Y ya.
Claro que estas cosas también pasan fuera del periodismo y del golf. Yo creo que soy un tío majo y con el que no resulta difícil convivir, pero no todo el mundo debe pensar eso. En el pasado mes de junio, mi mujer y yo cumplimos 25 años de feliz matrimonio. Cuando comunicamos nuestra dicha a los amigos del coro en el que cantamos, todos (y, sobre todo, todas) se giraron hacia mi mujer y le dijeron “¡¡Enhorabuena Teresa!!”, como dando por hecho que es un milagro inaudito que mi Santa haya conseguido aguantarme todos estos años. Los muy perros. Y no les guardo rencor por ello porque, enseguida, se debieron dar cuenta de mi estupor y alguno que otro también me felicitó.
A lo que voy es a que frecuentemente la vida se encarga de ponerte en tu sitio y por eso a mí me hacen tanta gracia aquellos que piensan que, sin ellos, el mundo sería un lugar mucho peor. Ejemplares de estos abundan en la política y ayer, por enésima vez, volvimos a darnos cuenta de que, por desgracia, en el Congreso de nuestros diputados y diputadas haría falta poner 350 piscinas olímpicas para conseguir que sus señorías se dieran un baño de humildad. A todos nos parece inverosímil. Yo, de hecho, debo reconocer que me llevo equivocando en mis pronósticos desde el mes de noviembre porque no me podía creer que fueran incapaces de ponerse de acuerdo tras el 20D. Y no me creo que vayan a llevarnos a votar con un polvorón en una mano y la papeleta en la otra. Pero tiene mala pinta la cosa.
Opino que a Rajoy le ha faltado humildad para darse cuenta de que, por mucho que haya hecho cosas muy bien, no puede seguir ahí el que fue jefe de Bárcenas y le mandó aquel famoso “Sé fuerte, Luis”. Debería asumir que quizás, sin él, sería más fácil una investidura de un presidente del PP porque hubo muchos de sus votantes (yo conozco decenas) que le votaron tapándose la nariz.
Me da risa al escribir que Pablo Iglesias tendría que ser más humilde. Es más, creo que la RAE debe estar a punto de confirmar “Pabloiglesias” como antónimo de “Humilde”. No puede haber político más soberbio, más convencido de que la democracia española le necesita, aunque sus sueños de acabar en la Moncloa se diluyeran en los últimos comicios.
El baño humilde a Rivera ya le tocó en junio. Mira que me cae bien y me parece que es lo mejor que le ha pasado a la política española en años, pero considero que está demasiado rodeado de gente que le dice que es guay.
Y dejo para el final a Pedro Sánchez. Porque creo que lo que le está haciendo este hombre al PSOE es de juzgado de guardia. Ayer me impresionó ver el plano de la televisión cuando terminó su discurso y vi qué pocos eran los diputados que se levantaban a aplaudirle. Es que son 4 gatos. Está hundiendo a su partido y, con su actitud, da la sensación de que no le importa que vayamos a unas terceras elecciones porque, en el momento en el que haya un gobierno, le montan un Congreso en el PSOE para mandarle a esparragar. Puede que eso se evite si mañana hay 11 valientes que hagan lo que medio PSOE y tres cuartas partes de España está deseando, que es que se abstengan y dejen que el PP forme gobierno. Y ya, si eso, luego que se pongan, como debe ser, a darle a Rajoy hasta en el carné de identidad.