¿DÓNDE ESTÁ ARTUR MAS?

¿Y dónde está Artur Mas? Porque se acabó. Ya está. Tenemos Sentencia del Procès. Menos dura de lo que algunos querían y mucho más dura, dolorosa y cargada de realidad de lo que pretendían los irresponsables que metieron a Cataluña y a España en este delirio.

Y no estoy contento. No me gusta que manden a nadie 9, 10, 11, 12 o 13 años a prisión. Pero estoy con una cierta sensación de tranquilidad. De ver que nuestro país funciona, que nuestro Estado de Derecho es más fuerte que los que intentaron quebrantarlo. Aunque sea deprimente ver las calles de Barcelona y de otras provincias catalanas llenas de gente pidiendo “LLibertat” como si estuvieran en la Cataluña de 1950.

Así que, insisto: ¿Dónde está Artur Mas? Porque ayer, cuando vi a todos estos mártires por la causa independentista dándose cuenta de que se habían acabado las tonterías, me acordaba del Gran Irresponsable. Y me preguntaba cómo ha salido indemne el muñidor de todo este delirio; el que abrió la puerta al Tsunami. Es curioso que, cuando en algunos delitos se acepta la existencia de autores intelectuales, en este de sedición no haya habido nadie que se haya acordado, judicialmente hablando, del hombre que dinamitó CiU, Cataluña y, en parte, España.

Porque ayer escuché a varios políticos y ciudadanos catalanes criticar la Sentencia diciendo que iba a generar división. Que hay que tener un fino humor para decir eso sin reírse. Porque Cataluña lleva ya unos años literalmente partida por la mitad. Y puede que los que han gestionado la cosa desde Madrid no hayan estado muy brillantes, pero los que estaban gobernando en Cataluña llevaban echando gasolina al fuego desde hace siete años. Y, hace un par de años, provocaron una explosión descomunal.

Porque, ¿Cómo se supone que debería haber reaccionado el Estado al desvarío de Puigdemont y los suyos? El Parlament en rebeldía. Diversos políticos animando al pueblo catalán a la desobediencia civil. Varias asociaciones convocando a la gente en las calles para reclamar la Independencia. Y, en el clímax del delirio, Puigdemont declarando la Independencia, pero solo con la puntita.

Iglesias, por ejemplo, decía ayer que todo esto demostraba que la judicialización de la política no servía para nada. Pero lo que habría que preguntarse es si cree él que habría que haber dejado sin respuesta esa infantilización de la política, ese arrebato adolescente en el que ERC, la CUP, JxCat… embarcaron a cientos de miles (¿o millones?) de catalanes.

Está muy bien jugar a ser Martin Luther King en las Asambleas de la Facul en las que, como mucho, lo que puedes es perder un curso y que tu padre te pegue una colleja en el mes de junio. Pero cuando haces todo esto al frente de un gobierno, presidiendo un Parlamento autonómico o siendo el líder de un partido político, no puedes llamar a la desobediencia civil y, cuando tienes montado el tiberio, decir: “que noooo, que noooo, que era bromaaaa”.

Ese ha sido uno de los problemas del Procès. Se les ha llenado la boca de conceptos gloriosos. Cansa oír a sus líderes hablar de libertad, de democracia, de derecho a decidir, de la voluntad de un pueblo… cuando, lo que están haciendo, es algo tan simple y tan zafio como pasarse la Ley por los mismísimos cojones. Y están pisoteando esa libertad, esa democracia, ese derecho a decidir y esa voluntad de la otra mitad del pueblo catalán que no opina como ellos. Pero los indepés insisten en hablar de toooodos los catalanes y las catalanas, como si no hubiera cientos de miles (o millones) que no quieren que Cataluña sea independiente.

Porque, cuando ayer hablaban muchos de diálogo, ¿A qué se refieren exactamente? ¿Con quién? Y, sobre todo, ¿De qué tenemos que hablar? Los que hoy invocan el “Tsunami democratic” se olvidan de que los catalanes, en los últimos 9 años, han votado 4 veces al Parlament en urnas de verdad, no como en aquellas del “mierderéndum”. Y ahí es donde se supone que hablan los pueblos.

Pero no. Queda mucho mejor sentirse Mahatma Gandhi y soltar frases como la de Rufián que aseguró que la Sentencia había acabado con la democracia y que era la mayor agresión contra Cataluña desde el juicio a Companys en 1940.

No, Rufián. Esto es la Ley. Y la Ley, aunque se os olvide, es la base de la Democracia y de la convivencia en un país en el que tenemos una Constitución y un Estado de Derecho aceptados por todos los países de nuestro entorno. La mayor agresión contra Cataluña la habéis hecho vosotros.

Lo peor que le ha pasado a Cataluña es haber sido gobernada por un desequilibrado mental como Artur Mas que, viendo que perdía peso político y adivinando que se les acababa la enorme teta de la que mamó CiU durante décadas, nos metió en este desastre.

Y luego vinieron otros, por desgracia para Cataluña, no mejores. No parece que Puigdemont sea un lumbreras y, sin duda, Torra no es, tampoco, el más espabilado de su pueblo, pero en manos de estos mentecatos ha estado Cataluña en el último tiempo. Quizás viendo la foto de los tres juntos se entiendan muchas cosas porque yo, sinceramente, si pienso en que cualquiera de ellos pudiera ser el marido de una de mis hijas, se me sobrecogen todos los pelillos testiculares.