CÓMO SOMOS

Cómo somos, entre otros, los periodistas. Y cuando digo esto no me refiero a los de uno u otro bando. Hablo, en general, de la pérdida de rigor que está arrasando las redacciones. Podría poner muchos ejemplos, pero me voy a centrar en uno que estuvo a punto de llevarme a meter la pata en la Cabra que publiqué el pasado jueves. Imagino que ustedes, como yo, habrán leído en la prensa y en las redes sociales la noticia de que el ayuntamiento de Madrid había empezado a cobrar un alquiler por el Pabellón de Cristal a las organizadoras del Rastrillo de Nuevo Futuro. Según las informaciones que fui leyendo, el ayuntamiento nunca había cobrado alquiler y, este año, las señoras de Nuevo Futuro se habían encontrado con un palo de 90.000€ para poder organizar este evento benéfico que trata de ayudar a niños en riesgo de exclusión social y económica. En torno a ese titular, la noticia se trufaba con las supuestas palabras de la alcaldesa Manuela Carmena calificando el Rastrillo como “Franquista”. Y, claro, podrán imaginar el entusiasmo con el que los no partidarios de la Carmena soltaron sus riendas para poner a parir a la alcaldesa de Madrid. Debo decir que ni la alcaldesa ni el partido que la apoya son excesivo santo de mi devoción, pero la noticia, siendo parcialmente cierta, no es veraz. Y me explico.
Yo intento no informar nunca de las cosas con una única versión. Cuando alguien me cuenta algo, por lo general, antes de comentarlo, compartirlo en redes o publicarlo en una Cabra, intento contrastarlo. Estuve un par de días intentando contrastar la información, pero sólo encontré gente que me confirmaba lo que decía aquella noticia que leí, inicialmente, en un medio muy conservador. Mis intentos con el ayuntamiento fueron infructuosos, pero necesitaba una fuente directa y tuve la oportunidad el viernes pasado de hablar personalmente con la Presidenta de Nuevo Futuro, Pina Sánchez. Y fíjense qué cosas. La noticia, en su titular, es cierta; el ayuntamiento no cobraba nada a Nuevo Futuro por el alquiler del espacio y este año ha empezado a cobrar 90.000 euros. Lo que no contaba el periodista era que, en años anteriores, las organizadoras del Rastrillo habían estado pagando al Ayuntamiento por multitud de servicios imprescindibles para la puesta en marcha del evento y que, el coste de los servicios, era, en cada edición, muy superior a esos 90.000€. La presidenta no me supo dar la cifra exacta, pero el Rastrillo, en años anteriores costaba más de 100.000€ en pago de servicios municipales y, en 2016, ha costado 90.000 con todos los servicios incluidos. O sea que el ayuntamiento de Carmena, tan roja ella, le está cobrando al Rastrillo “Franquista” de Nuevo Futuro, menos de lo que le cobraba la supuestamente “amiga” Ana Botella. Pina Sánchez, además, negó que la alcaldesa hubiera dicho la palabra “Franquista”, al menos delante de ella, y me confesó que había dado esta información a varios periodistas. Yo, no la he visto. ¿Han leído en estos días ustedes a alguno de los que retuiteó, compartió o comentó en Facebook pedir disculpas por haber creído y difundido una información inexacta? Yo no. O sea que, en el “Cómo somos” no solo me incluyo a mí y a mis compañeros de profesión, sino a todos los que comentamos y compartimos con ligereza cosas en las redes sociales sin pararnos un instante a cerciorarnos de que son ciertas. Nos pasa como a los grandes manipuladores. No importa tanto si lo que vas a decir es cierto; lo que importa es que te dé un buen titular, en el caso de que seas periodista o, si eres político, que te permita hacer una frase redonda para salir en los telediarios o ganar puntos en las tertulias. Y si eres un ciudadano cualquiera, lo que quieres, en el fondo, es reafirmar tus convicciones y quedarte con la autoestima mucho más tranquila porque lo que tú piensas lo refrenda un montón de gente al darte “me gusta”.
A mí me cabrean estas cosas. Será que me voy haciendo viejo, porque cada vez noto más el cansancio ante las tontadas. La muerte de Fidel Castro (Q.E.P.D.) por ejemplo, ha sido origen de un buen número de tontadas entre los partidarios y los críticos del dictador cubano. Para empezar, hay muchos periodistas y políticos que no han querido utilizar el sustantivo “dictador” al referirse al finado. Muchos de los que el otro día criticaban el abandono de Podemos ante el minuto de silencio por Rita Barberá, hoy incluso manifiestan alegría ante la desaparición del líder de la Revolución Cubana. Los de Podemos, que el otro día se negaban a guardar silencio por la Barberá, hoy lloran y se dan golpes en el pecho por Castro recordando que fue un gran estadista que hizo muchas cosas buenas por su pueblo. Y fue cierto. El problema de Castro y de la mayoría de dictadores, es que llegan porque no queda más remedio que lleguen y, luego, cuando les toca irse, les da la sensación de que lo mejor que le puede pasar a su pueblo es que ellos sigan ahí mandando porque los pobres de los ciudadanos, sin su liderazgo, van a perder el rumbo. Se olvidan de ese pequeño detalle que es la democracia, la soberanía y la verdadera libertad de los pueblos y perpetúan sus tiranías hasta que les echan o, como en el caso de Franco y Castro, hasta que la naturaleza les dice “Basta” y estiran la pata.
Y resulta curiosamente triste comprobar cómo se parecen los de la adhesión inquebrantable de uno y otro tirano. Los de Podemos en estos días de luto por Fidel me han recordado a aquellos nostálgicos del franquismo que defendían que fue una dictablanda, que en España en aquellos años hubo democracia y que la transición se hizo gracias a Franco y no a pesar de él. No está fácil con Raúl ahí, pero confío en que a los cubanos les aparezcan un Suárez y un Rey Juan Carlos (tan denostado) y puedan pronto decir, de verdad, que en la isla tienen algo parecido a una democracia.